La leyenda de Vega Sicilia comenzó en el año 1848 con la venta de una finca de 2,000 hectáreas, propiedad del Marqués de Valbuena, al vasco Toribio Lecanda. Mariano Menéndez entrevistó a Pablo Álvarez Mezquíriz para conocer el futuro de la bodega más prestigiosa de España.     Arribar en agosto a Valbuena de Duero (Va­lladolid, España) fue transpor­tarse a un mundo distinto, con otro lenguaje y con otra visión. Hectáreas plantadas de vid, casi listas para la vendimia, nos dieron la bienvenida. El camino, sinuoso y soleado, nos condujo hacia una leyenda vi­viente: las bodegas y viñedos de Vega Sicilia. La familia Álvarez Mezquíriz —propie­taria del Grupo Eulen— compró la bodega en 1982 al empresario venezolano Miguel Newman. Desde el primer momento, Pablo Álvarez asumió su dirección y la bodega prosiguió con la máxima de anteponer la calidad de sus vinos a cualquier valora­ción, tanto de mercado como relativa a la producción. A lo largo de los años han ampliado la extensión de viñedos y moder­nizado las instalaciones, además de adquirir estratégicamente diversas firmas. En 1992 adquirieron Bodegas Liceo y así nació Alion. En 1993 Vega Sicilia fundó Tokaj Oremus en Hungría, respetando las tradiciones del venerado y ancestral Tokaj. El objetivo de Pablo y su equipo era devolver la antigua grandeza a este viñedo, elevando el nivel técnico del tratamiento de la uva y de los equipos vinícolas. Cuatro años después compraron 70 hectáreas de viñedo en diferentes localidades con De­nominación de Origen Toro para elaborar un vino de producción limitada y altísima calidad. El deseo de la familia Álvarez era crear el mejor caldo con esta denominación, que imprime al líquido gran cuerpo, exo­tismo, explosión de aromas, modernidad y carácter. En 2001, siguiendo con sus planes de expansión, nace Bodegas Pintia. Cabe destacar que Vega Sicilia es parte de Primum Familiae Vini (PFV), organiza­ción formada por las 12 bodegas familiares de mayor prestigio internacional. A pesar de transitar siempre entre planos de excelen­cia, su espíritu emprendedor no entiende de conformismos y nos introducen a un gran proyecto que empieza a ver la luz este 2013. Pablo nos relató cómo se dio la asociación con el Barón Benjamin de Rothschild, po­seedor de la famosa bodega Château Lafite Rothschild: “Todo fue cuestión de tiempo. Nos conocimos hace años en una reunión y decidimos llevar a cabo este reto. Empe­zamos hace 14 años a comprar tierra. Para hacer vino de calidad se necesita tiempo. Comenzamos a buscar lo mejor de La Rioja Alta y fuimos adquiriendo pequeñas parcelas con la premisa de comprar clones —cepas— de baja producción con, mínimo, 35 años de antigüedad. Durante diez años agrupamos pequeñas superficies de tierra para juntar una sola hectárea, hasta reunir 75. También tenemos 35 hectáreas donde envejecen cepas que ya no producen y que en un futuro serán parte de una rotación con las otras”. Pablo habla de una producción de cerca de 350,000 kilos de uvas de las que se obtendrán 300,000 botellas de dos tipos de vino, bautizados con el nombre Macán en homenaje a los habitantes de la Sonsierra. El primero es elegante y soberbio mien­tras el segundo es más clásico. Ambos son resultado de la magnífica cosecha de 2009. “Adoptamos el estilo bordelés —desarro­llado en los castillos de Burdeos en el siglo xix— que era nuevo para La Rioja, y que se caracteriza por una vinificación parcelaria. Hemos visto en la última cosecha de 2012, que fue la cuarta, una evolución muy impor­tante del vino”. vega_sicilia1 Los elíxires debutan este año con un costo de 23 y 12 euros, siendo el canal de venta la selecta distribución que mantiene bajo control la bodega desde hace años y que se resume en una lista de 5,000 clientes en más de 100 países. En su 80% son clientes particulares y el proceso es singular: escribir una carta —a la antigua usanza— expresan­do el deseo de compra. El envejecimiento de estos néctares se lleva a cabo en “barricas de roble francés hechas en un 60% de madera nueva y un 40% de madera del año anterior. De momento se encuentran en una bodega provisional hasta que el arquitecto español Enrique Johansson de Terry concluya, a fi­nales de 2014, la construcción de las nuevas bodegas a los pies de la Sierra de Cantabria, en la zona más alta de La Rioja”. Es una propuesta arquitectónica que transmitirá armonía, sin hipérboles estéticas. En este nuevo proyecto vinícola invirtieron 26 mi­llones de euros, 14 años y mucho trabajo. “La calidad es lo que nos mantiene firmes y es parte de la cultura de nuestra bodega”. Pablo Álvarez revela que admira la tradi­ción vinícola francesa. “Es un país que crea cultura del vino. Italia también tiene una fuerte historia”. Y es precisamente la pasión innata que siente por el elíxir de Baco la que le llevó a incursionar en Hungría. “Quisimos enaltecer y revivir una tradición de siglos que se estaba perdiendo. Tocaj era el vino más famoso del mundo, el vino de los reyes. Buscamos que siga teniendo una calidad máxima con una producción de 200,000 botellas. Tenemos que ser conscientes de que el vino dulce es el que más sufre en las crisis”. Vega Sicilia está unido al concepto de tradición, y ése es un valor en alza a la hora de exportar sus vinos y derrotar a la competencia. “Tenemos presen­cia en más de 140 países, pero Estados Unidos, México y Suiza responden especialmente bien a nuestros lanzamientos. Sin em­bargo, vemos que China lo tiene todo. Hoy es el quinto productor de vino del mundo”. Después de visitar con nuestro anfitrión cada rincón, y compartir con él una sobremesa extensa —regada con Único 2003, Valbuena 2008, Pintia 2009 y un Macán 2010 to­davía sin etiqueta— comprende­mos por qué aquí nacen los mejo­res caldos de la tierra española. El secreto no es otro que una historia construida firmemente sobre el trabajo, la pulcritud ex­trema de la elaboración, el amor al detalle y el valor más sólido e imparcial: el tiempo.

 

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