Por Nuria Marín Raventós* En un artículo de The New York Times, encontré la frase “la Inteligencia Artificial es, para los próximos años, lo que fue internet en los 90”. Esta cita dimensiona uno de los fenóme¬nos más disruptivos del presente: Watson, creación de IBM. Ideado luego de ver en un restaurante cómo los comensales contenían el aliento ante Ken Jennings en su aparición 74 en el concurso Jeopardy! (2004), y demostrando que una buena idea puede estar en cualquier parte, el ejecutivo Charles Lickel convenció al departamento de investigación de IBM de crear la tecnología que pudiera vencer en este programa de concursos por tv. Siete años después, no sin muchos reveses, con la colaboración de universidades como Carnegie Mellon, de Texas, y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), entre otros, Watson ganó el Jeopardy! en 2011, lo que recuerda la hazaña de Deep Blue, también de IBM, al ganarle, en 1997, al campeón mundial de ajedrez Garri Kasparov. Watson fue concebida para “leer” miles de datos en segundos, con un nivel de inteligencia que le permite dar sentido a la semántica y entender diferentes lenguajes; está entrenada para entender y procesar expresiones técnicas, jerga, abreviaturas y acrónimos. Esta computadora fue comercializada por IBM dos años después del concurso y su “gran cerebro” se ha convertido en ayuda para investigadores, científicos, médicos y muchos más. En octubre de 2016, MIT Technology Review resaltó que Watson se encuentra en todas partes: desde diseño de ropa, industria de alimentos, conducción de películas, asistencia en carretera y comunicación empresarial, hasta en educación. Desde su inicio, su nicho más fuerte ha sido la salud y, en especial, la oncología. Como sobreviviente de cáncer de seno, puedo comprender física y emocionalmente los aportes y el potencial que esta tecnología puede dar en términos de acceso a la información, rapidez en el diagnóstico y, sobre todo, en acceso a exámenes genéticos excesivamente onerosos y, por ello, inaccesibles para una gran mayoría. IBM ha invertido 4,000 millones de dólares en empresas con sobresalientes bases de datos médicos y ha realizado importantes alianzas estratégicas con laboratorios y centros médicos, como Quest Diagnostics y el Memorial Sloan Kettering Cancer Center. Como dato interesante, luego de estudiar 1,000 casos de diagnósticos de cáncer, Watson coincidió en 99% de los tratamientos sugeridos por oncólogos especialistas, con la ventaja adicional de que en el 30% de ellos recomendó un tratamiento opcional. Mundialmente, existen más de 160,000 páginas de publicaciones anuales en investigaciones, tan sólo de cáncer, y Watson tiene la capacidad de acceder con más rapidez a los resultados más actuales. Destaco que, tecnologías como Watson no significan sustituir la inteligencia humana, sino permitirle tener acceso a más información y poder dedicar el talento a acciones y decisiones más importantes con menores recursos. IBM pretende convertirse en una de las cuatro plataformas más importantes, junto con Amazon, Google y Microsoft, una decisión estratégica difícil pero muy valiente de Ginni Rometty, CEO de IBM, pues, para lograrlo, la empresa ha sacrificado ingresos por 20 trimestres consecutivos. Hasta la fecha, los inversionistas, con excepción parcial de Warren Buffett, quien liquidó 30% de su inversión, han respaldado la visión de su CEO de convertir a IBM en una empresa resistente en el tiempo, una lección para quienes sólo ven el corto y mediano plazo. En la revista Harvard Business Review de julio-agosto 2017, Ginni aseguró que, para finales de 2017, Watson tendrá la capacidad de “tocar” la vida de 1,000 millones de personas, poco menos de la séptima parte de la población mundial. En Costa Rica, contamos con la Caja Costarricense del Seguro Social, importantísima institución para la salud, hoy con filas de espera y múltiples necesidades, que requiere cambios urgentes. Imaginemos los beneficios que podríamos obtener con Watson, y ahí me sumo a Ginni: “No pensemos en el pasado”; concentrémonos en las oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías. *Nuria Marín Raventós es empresaria y analista.   Contacto: Twitter: @nuria_marinr Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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