Por Manuela Kasper-Claridge DW.- Es muy fácil criticar al Foro Económico Mundial de Davos. Según la prensa, se espera que a la reunión de este año en Davos asistan 3,000 participantes de todo el mundo, incluidos 116 multimillonarios. Hay muchos directores de grandes compañías multinacionales y de fondos mundialmente conocidos como Blackrock. Jefes de Estado como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el de Brasil, Jair Bolsonaro, y jefes de gobierno, como el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, o la canciller alemana, Angela Merkel.

Una imagen equivocada

De nuevo, la élite mundial se junta y habla de problemas de los que no entiende nada, bebiendo demasiado champán. Esta es la imagen que se suele dar del foro. Pero no es correcta. Sí, hay champán y no puedo descartar algún exceso, pero la mayoría de los que vienen al Foro Económico trabajan dura e intensamente. Aquí es donde la gente de negocios participa en conversaciones que, habitualmente, evitaría a propósito. Muchos están tan ocupados con sus propios problemas en el día a día de sus empresas o de sus gobiernos que no se suelen dar cuenta de qué más está sucediendo ahí fuera.

La economía no lo es todo …

Pero eso es distinto en Davos. Los temas que se están discutiendo son temas como la desigualdad social, el cambio climático o un nuevo capitalismo, quizás más justo. También se tratan las tecnologías para luchar contra la pobreza o problemas con menos repercusión pública como la depresión o la soledad en la sociedad. Los refugiados comparten estrado con los directores generales y los representantes políticos tienen que hablar y escucharse mutuamente. Y quién sabe si también están aquí los más influyentes representantes de las principales organizaciones no gubernamentales, así como prominentes ambientalistas y adolescentes que discuten sus proyectos con los directores de grandes corporaciones. Uno solo puede felicitar al fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, por esta plataforma única, aunque, en principio se hable mucho y se actúe poco.

Viento en contra para los “grandes negocios”

Y ese es el verdadero problema: ¿cuándo se hace algo realmente?, ¿cuándo ponen en práctica lo que han discutido y anunciado en el invierno de Davos?, se preguntan muchos. Y con razón. “Nuestra casa está en llamas”, dijo la activista climática Greta Thunberg en el Foro Económico Mundial del año pasado. Este año está de nuevo en Davos y quiere enfatizar sus demandas. Pretende acampar a 1.800 metros de altitud en las montañas en torno a Davos, junto con científicos que quieren llamar la atención sobre el cambio climático en el Ártico. Greta Thunberg usa este foro, junto a otros muchos, para señalar los problemas. Y el “Big Business” siente el viento en contra. Las poco convincentes declaraciones de intenciones ya no son suficientes. La mera maximización del beneficio como objetivo empresarial ya no es ni sostenible ni sensato. La creciente desigualdad debe ser combatida. El estado del mundo tiene su reflejo estos días en las montañas de Davos. Y es por eso que es importante el intercambio y la discusión abierta de todos los participantes en el Foro Económico Mundial. Así como la presencia y la presión de aquellos que no son parte de la llamada élite mundial. Este contenido se publicó originalmente en DW.COM y puedes ver esa nota haciendo click en el logo:

 

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