Los venezolanos suelen decir que “ellos vienen del futuro”. Tienen razón, ya saben del costo inmenso que tiene el populismo y de cómo es difícil salir de esa lógica una vez que, a manera de una enredadera, se incrusta en la vida pública. 

Pero al observar lo que está ocurriendo en México, hay esperanzas de que aquí sí se revierta esa marcha al desastre. Las instituciones electorales, el Poder Judicial y la oposición política han resistido, aunque no sin dificultades, porque amplios grupos de la sociedad entendieron el enorme desafío que se estaba configurando.

En efecto, la defensa del INE, sus expresiones masivas de acompañamiento ciudadano y el respaldo a la Suprema Corte para que determinara la ilegalidad del Plan B (que tenía la intención de desfondar el piso democrático), se inscriben en una ola ciudadana que es parte esencial del Frente Amplio por México.

A esto hay que sumar el valor estructural que le dan los tres partidos históricos, el PRI, PAN y PRD. Para ilustrar el alcance de su acuerdo, hay que recordar que han sido adversarios a lo largo de décadas, que tienen visiones distintas en temas específicos y trascendentes, pero que se pusieron de acuerdo para defender lo esencial: la democracia. 

Pero no ha sido fácil el camino que emprendieron Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, ya que han tenido que sortear obstáculos internos y presiones externas.

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Dieron paso a un innovador método de selección de la persona coordinadora del Frente Amplio por México junto con las propuestas de expertos de Unidos (la mayor amalgama de grupos ciudadanos) y en tan solo dos meses se organizó una contienda en la que se inscribieron tres decenas de aspirantes. 12 de ellos cumplieron los requisitos generales y buscaron el respaldo de 150 mil firmas a lo largo del país.

Esto resultó posible por la integridad, capacidad y experiencia del Comité de Organización, integrado por siete personalidades de la sociedad y por seis representantes de los partidos, donde todas las decisiones se tomaron por consenso.

En la plataforma del Frente se integró un padrón de 2 millones 297 mil 529 firmas válidas.

Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes resultaron finalistas y por mérito propio. Se realizaron seis foros donde se pudieron contratar ideas y diagnósticos sobre el país, sus problemas y oportunidades. 

El domingo 3 de septiembre se realizaría la prueba definitiva, la consulta directa a los ciudadanos registrados. Los 32 comités estatales del Frente Amplio nunca dejaron de trabajar en ese empeño. 

Esa jornada ya no se realizó, porque las encuestas daban una clara ventaja a Xóchitl Gálvez, 56.8 y 43.2, en la medición en viviendas, 59.4 y 40.6 en la telefónica, con una ponderación de 57.5 y 42.4%.   

Habría sido interesante el ejercicio en las mesas de consulta, pero a nivel práctico ya no era indispensable. Una determinación política, por supuesto, pero que al final del día no opacó el primer proceso serio de elecciones primarias en décadas. 

Xóchilt Gálvez es ya la coordinadora del Frente Amplio, cuenta con una plataforma de arranque nada despreciable y hay unidad entre los grupos y partidos que la respaldan, pero aún viene el trecho más largo. Como dice el activista e integrante de la Misión de Acompañamiento Cívico, José Piña, es apenas el puerto de salida para una larga travesía.

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