La popularidad del mandatario mexicano ha caído debido a que su actual administración se ha enfrentado a una debilidad económica, además de la crisis social por los 43 normalistas desaparecidos desde septiembre del año pasado. Reuters   El presidente de México, Enrique Peña Nieto, parecía esperar el martes una respuesta más cálida tras anunciar varias iniciativas anticorrupción. Pero cuando los periodistas quedaron impasibles luego del discurso, solo dijo a un colaborador: “ya sé que no aplauden”. Peña está en el ojo del huracán tras una serie de escándalos relacionados con la compra de casas a empresas contratistas del Gobierno, que lo involucran tanto a él como a su esposa, la ex actriz Angélica Rivera, y al clave secretario de Hacienda, Luis Videgaray. La frase presidencial, pronunciada mientras se alejaba del podio para dar la palabra a otro colaborador, se escuchó a través de los micrófonos y poco más tarde alcanzó el tope de los “trending topics” (tendencias) de Twitter en el país. No es la primera vez que un funcionario del Gobierno actual se ve en problemas por una frase al descuido. El año pasado, hacia el final de una prolongada conferencia de prensa sobre el secuestro y asesinato de 43 estudiantes de magisterio, el fiscal general, Jesús Murillo, dejó escapar un “Ya me cansé” que fue tomado por críticos como bandera contra el manejo del caso por parte del Gobierno. Los casos de corrupción, así como su respuesta al caso de los estudiantes, han vapuleado la popularidad de Peña, del tradicional Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien recibió alabanzas en su primer año de mandato tras lograr la aprobación de una serie de reformas económicas.  

 

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