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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024

En días previos a las elecciones, se hablaba de cambios importantes en el gabinete del Presidente López Obrador. Dijo él mismo que típicamente es así, que independiente de los resultados electorales hay un antes y un después de los comicios a mitad del sexenio. Pues llegó el después, y se dio el primero de lo que posiblemente sean varios anuncios (sobre todo si consideramos que este implica solo un cambio en el gabinete, dado que el gobernador de un organismo autónomo como el banco central no forma parte del gabinete presidencial… aparente minucia, pero no lo es).

Para Banco de México el presidente postulará ante el Senado al Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, en lugar del gobernador en turno, Alejandro Díaz de León. En lugar de Herrera, quedaría Rogelio Ramírez de la O en Hacienda. Al anuncio los mercados prácticamente no reaccionaron: subió la Bolsa un poco, pero las ganancias se deshicieron posteriormente y el IPC cerró la jornada con una ligerísima pérdida. El peso se depreció algo frente al dólar, pero también lo hicieron otras monedas.

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Entonces, ¿no hay consecuencias? Seguro sí. Una muy importante es que elimina una fuente relevante de incertidumbre: ¿quién sería el candidato de AMLO a la gubernatura del Banco de México? Y, en caso de que fuera Herrera, como muchos anticipaban, ¿quién sería su respectivo sustituto? Esas preguntas han estado por muchos meses en el aire porque ya sabíamos que el periodo de Díaz de León termina el 31 de diciembre de 2021, y había dudas sobre su posible ratificación. La incertidumbre se acentuó hace unos días cuando el presidente afirmó que no lo confirmaría para un segundo periodo —algo que los presidentes, aquí y en otros países, tienen derecho a hacer y han hecho, por lo que no necesariamente sorprende—. Quizás desconcertó que AMLO haya sacado el tema de forma tan anticipada, siete meses antes del cambio en Banxico, lo que sí es inusual. Sin embargo, no es tan temprano si lo que se deseaba era hacer el relevo del Secretario de Hacienda en julio, como AMLO lo prevé (aunque tampoco hay una razón clara para ello). En todo caso, ahora que conocemos los nombres, se anula esa fuente de incertidumbre. Eso en cualquier contexto es bienvenido, pero sobre todo en el actual en el que hay muchas otras incógnitas para el panorama económico (la pandemia, si seguirán las presiones inflacionarias y muchas otras que convendrá discutir en una futura edición de esta columna).

El anuncio también es bienvenido porque, en general, no decepciona a los participantes del mercado. Dentro de toda la especulación que había entre analistas y medios sobre los posibles cambios, la dupla Herrera-Ramírez de la O era posiblemente la más sonada. No por su extensa trayectoria en asuntos monetarios y fiscales, respectivamente, o más generalmente porque los mercados los consideraran los más aptos para los puestos correspondientes. Más bien por su cercanía con AMLO y sus inclinaciones hacia una política económica de izquierda (congruente en principio con la de este gobierno). Pero sobre todo porque todavía se percibe —aunque quizás con menos convicción que antes— que el presidente no pondría en riesgo la estabilidad macroeconómica del país a cambio de proponer para los puestos clave de la política económica nacional a personajes a la vez más dúctiles y menos técnicamente capaces. 

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Tanto Herrera como Ramírez de la O han estado con AMLO desde hace muchos años. El primero fue su Secretario de Finanzas cuando AMLO fue jefe de gobierno del entonces Distrito Federal y ha ocupado un lugar central en la política económica en esta administración, incluso antes de ser secretario de Hacienda. El segundo ha sido su asesor económico al menos desde la campaña presidencial de 2006, y sonó como posible secretario de Hacienda múltiples veces desde entonces. Ambos cuentan también con estudios avanzados en economía, Herrera con una maestría en economía en el Colegio de México y estudios de doctorado en la Universidad de Nueva York; Ramírez de la O con un doctorado, también en economía, por la Universidad de Cambridge en Inglaterra. Así, su capacidad técnica parece no estar en duda.

A pesar de lo anterior, ninguno de los candidatos propuestos tiene experiencia profesional previa en las instituciones que se espera que pronto presidan. Esto es atípico, si bien no significa que su trayectoria no sea relevante. Por ejemplo, el secretario de Hacienda está presente en las discusiones de política monetaria de la Junta de Gobierno de Banxico y ambas instituciones interactúan en muchos temas de extrema relevancia como la política cambiaria, la regulación bancaria, la emisión de deuda pública, la inclusión financiera, entre tantos otros. Aun así, la eventual llegada de Herrera inherentemente implica la salida de Díaz de León, lo que no deja de ser una tremenda pérdida para el Banco y para el país. No solo es este último el único miembro de la Junta de Gobierno con trayectoria en banca central previa a su incorporación a la Junta en 2017 (además de extensa, de 16 años), sino que también ha sido ampliamente reconocido por su labor al frente del Banco —por ejemplo, con el premio al mejor gobernador de un banco central en 2020 por la publicación Central Banking—. Por otro lado, Ramírez de la O ha sido asesor financiero privado por muchos años y ha escrito extensamente sobre crecimiento económico, política industrial, comercio internacional, política fiscal, entre otros temas relevantes para su futura gestión en Hacienda. No obstante, no ha ocupado antes un cargo en el sector público. 

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Una posible fuente de preocupación de que Herrera llegue a la gubernatura en Banco de México es que, proviniendo de la Secretaría de Hacienda y siendo un aliado del presidente, se vulnere la autonomía del banco central. Sin embargo, esto es una práctica común y creo que, como en otros casos, no debería de preocupar tanto. El mismo Díaz de León venía del gobierno federal, aunque el entonces presidente Enrique Peña Nieto lo propuso para subgobernador. El caso de Agustín Carstens fue más parecido al de Herrera, en el sentido de que Felipe Calderón lo nominó como gobernador del Banco cuando Carstens era secretario de Hacienda. Desde luego, será un reto y sus decisiones y declaraciones estarán bajo el escrutinio público sobre todo mientras AMLO sea presidente. Pero aquí hay que destacar también que los otros miembros de la Junta de Gobierno nominados por AMLO, notablemente Gerardo Esquivel y Jonathan Heath, han sido muy vocales en su defensa de la autonomía del banco central y críticos de diversas opiniones y políticas emitidas por los morenistas en el Congreso y por el presidente mismo.

En términos de política económica, las nominaciones de AMLO sugieren, en general, continuidad. La visión de Herrera respecto a la política monetaria parece ir muy en línea con lo expresado por la mayoría de la Junta de Gobierno, por ejemplo, en lo que toca a la naturaleza temporal de las presiones inflacionarias vigentes. Sin embargo, a diferencia de Díaz de León y de forma similar a los otros tres miembros propuestos por AMLO, se ha manifestado abiertamente por mantener las tasas de interés en niveles bajos, lo que lleva a pensar que estructuralmente la nueva Junta de Gobierno tendría un sesgo monetario más laxo. 

En el caso de Ramírez de la O, es evidente su preferencia por una estricta disciplina fiscal y austeridad en el gasto público, lo que no discrepa del desempeño de Hacienda durante la administración de AMLO. No obstante, sus publicaciones previas subrayan la importancia de no depender de las exportaciones, sino generar fuentes de crecimiento internas, con una restructura del gasto que privilegie la inversión pública en infraestructura. Dadas las presiones fiscales que prevalecen, la reforma que presente la Secretaría de Hacienda en septiembre para apuntalar la recaudación tributaria, y su implementación, serán fundamentales. Pero un viraje hacia mayor (¡y mejor!) infraestructura después de años de insuficiencia sería extraordinario.

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Adrián de la Garza es economista en jefe y director de estudios económicos de Citibanamex*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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