La presidenta de la Fed y los principales encargados de tomar decisiones del banco están decididos a no subir las tasas de interés en el corto plazo para no poner en riesgo la frágil economía del país.   Reuters WASHINGTON/NUEVA YORK  – Planteando un cambio histórico en la política monetaria de Estados Unidos, Janet Yellen ha colocado su mandato como presidenta de la Reserva Federal sobre un principio simple: prefiere inflación que enfrentar otra depresión económica. Entrevistas con ex y actuales funcionarios de la Fed indican que Yellen y los principales encargados de tomar decisiones en el banco central estadounidense están decididos a no subir las tasas de interés en el corto plazo para no poner en riesgo la frágil economía del país. Ese compromiso será vigorosamente sometido a prueba en los próximos meses a medida que crece la presión al interior de la Fed, entre los republicanos del Congreso e incluso en los mercados financieros, para que el banco central reconozca el fortalecimiento de la mayor economía del mundo anunciando su primera alza de las tasas de interés en más de ocho años. Una conferencia de banqueros centrales de todo el mundo en Jackson Hole, Wyoming, que tendrá lugar la semana próxima, ofrecerá a Yellen un buen escenario para defender su compromiso. Tras haber sucedido a Ben Bernanke en febrero, Yellen ha desarrollado un estilo distintivo: espontánea y amable en sus apariciones públicas, inusualmente directa al momento de llamar la atención sobre la situación de los desempleados, meticulosa en su preparación para las reuniones de la Fed y muy sintonizada con las opiniones de sus colegas, según fuentes de la Fed. En sus reuniones, suele ser descrita como “excesivamente preparada”. Ella es capaz de cuestionar a profundidad los puntos de vista de sus técnicos y colegas en sus presentaciones, y hasta el momento ha podido generar declaraciones consensuadas que han dejado satisfechos a los funcionarios de línea dura más preocupados por la inflación, al tiempo que mantiene al banco central más centrado en el tema clave del empleo. El escenario que Yellen quiere evitar es un aumento de tasas que golpee a los mercados financieros y a la economía y la obligue a retroceder. Hasta que la Fed suba las tasas desde el actual nivel cercano a cero a horizontes más normales, habría poco espacio para maniobrar en caso de que la economía amenazara con encaminarse hacia otra recesión. La inflación, por otro lado, es un enemigo familiar que los funcionarios de la Fed confían en poder controlar con instrumentos de política monetaria convencionales. “Si la Fed lograra generar un gran crecimiento económico y una mayor inflación, estaría en una situación mejor que enfrentando una recuperación económica vacilante con la necesidad de confiar más en instrumentos no convencionales”, dijo David Stockton, economista jefe de la Fed hasta el 2011 y actualmente investigador en el Instituto Paterson de Economía Internacional. “La Fed sabe cómo contener la inflación si se está moviendo”, indicó, agregando que el impacto de otra depresión en este punto “es más incierto y difícil de contrarrestar”. El riesgo de reaccionar muy pronto, dice Stockton y otros dentro y fuera de la Fed, incluye contener un tibio mercado de vivienda con mayores tasas hipotecarias, deprimir la inversión de las empresas y la compra de bienes duraderos, y provocar una baja de los precios de los activos. Y, tras los esfuerzos extraordinarios para enderezar la economía de Estados Unidos tras la crisis financiera, hay poca inclinación entre los republicanos y otros conservadores en el Congreso para usar la política fiscal para enfrentar una nueva recesión, lo que hace más importante para Yellen evitar que se produzca ese contratiempo. “El desafío que ella y la Fed como institución enfrentan es apoyar la recuperación, porque la política fiscal (…) no es más un recurso por razones políticas y económicas”, dijo David Lipton, primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional.   Señales de paciencia A pesar de una baja en la tasa de desempleo y de que la inflación se acelera hacia la meta de la Fed de un 2%, en los últimos seis meses Yellen ha logrado cambiar la atención de los inversionistas al nulo crecimiento de los salarios y el alto número de estadounidenses que han dejado de buscar trabajo. Ella describió recientemente la aceleración de la inflación como “ruidosa”, destacando que si excediera la meta, es “a lo más un riesgo que podríamos enfrentar en algún momento en el futuro”. En un evento del FMI a comienzos de julio, Yellen dio otra sólida pista de que no tiene temor a permitir que la economía se caliente, diciendo que la amenaza de una burbuja de precios de los activos u otras inestabilidades financieras probablemente no motivarían un ajuste de política antes de lo esperado. Ese discurso ha sido citado por varios analistas que conocen a Yellen, como una importante señal de que está poniendo su marca en la evolución del debate sobre cuán preocupados deberían estar los bancos centrales con la estabilidad financiera. Yellen fue clara: es casi seguro que subir las tasas costaría empleos y crecimiento, pero no necesariamente evitaría burbujas. En otra señal de la paciencia de la Fed, el presidente del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, John Williams, quien suele ser citado como un barómetro de la política monetaria, recientemente planteó la posibilidad teórica de permitir que la inflación supere temporalmente la meta de la Fed para ayudar a reducir la cantidad de desempleados de largo plazo. Sólo mencionar la idea de que la inflación supere su meta es un tema delicado para un banco central que a fines de la década de 1970 y comienzos de la década de 1980 subió sus tasas clave hasta a un 20% para frenar un aumento disparado de los precios. Los inversionistas actualmente no esperan que la Fed suba sus tasas sino hasta el segundo semestre del próximo año, un notable logro de Yellen porque la tasa de desempleo de Estados Unidos está cerca de un mínimo de seis años y acercándose a lo que funcionarios de la Fed consideran como su nivel de equilibrio. Colegas dijeron que Yellen se ha adaptado con facilidad a su nuevo papel, sin embargo, aún debe enfrentar lo que Stockton llama su “prueba de tensión”, que podría comenzar este otoño boreal cuando se intensifique el debate sobre las tasas de interés. La Fed espera poner fin en octubre a uno de sus programas clave para enfrentar la crisis, cuando deje de comprar bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas. Una vez que eso ocurra, el próximo paso es subir las tasas. “Ustedes van a ver una batalla (…) que es muy impredecible” entre los funcionarios, vaticinó el ex vicepresidente de la Fed, Alan Blinder. “Hay una infinidad de formas de que esto pueda salir mal, pero la más sencilla es que la Fed retire los estímulos con mucha lentitud, caso en el que se harán realidad algunos de los temores inflacionarios de los funcionarios de perfil agresivo”, agregó Blinder, quien ahora es profesor de Princeton. “Otra forma de que salga mal es que la Fed actúe con mucha rapidez -este es el escenario que suele olvidarse- y que la recuperación se estanque o, incluso peor, se revierta”, afirmó.

 

Siguientes artículos

Bolsas operan con ganancias
Por

Los inversionistas siguen atentos a la evolución de los conflictos geopolíticos y reaccionan al dato de ventas minorista...