Emilio Zebadúa busca convertirse en colaborador de la Fiscalía General de la República (FGR) en un esquema similar al de Emilio Lozoya. La información que puede aportar es diversa, pero en particular conoce lo que se hizo y no se hizo en la Secretaría de Desarrollo Social, porque fungió como Oficial Mayor. 

Como todo testigo protegido, los señalamientos de Zebadúa tendrán que ser respaldados con pruebas, porque de otro modo la situación solo serviría para que obtenga beneficios sin que ello se refleje en consignaciones de otros personajes que pudieran estar involucrados en actos de corrupción. 

Pero hay que tomar las cosas con las reservas del caso, porque Zebadúa en realidad está rompiendo con quienes compartió afanes y metas desde hace varias décadas. 

Animal Político publicó la declaración rendida por Zebadúa, hace apenas unas semanas y ahí implicó a Luis Videgaray en toda una trama de desvió de recursos para pagar deudas electorales y financiar campañas. 

La FGR está buscando consignar a Videgaray, quien fue uno de los funcionarios más poderosos el sexenio pasado. 

Apenas hace unas semanas se conoció que quisieron acusarlo de traición a la patria, un delito muy grave, pero que es difícil de probar y más aún en el contexto en que puede ser acusado. Es decir, la corrupción no implica, por necesidad, la falta de escrúpulos patrióticos. 

Si las investigaciones de la FGR contra Videgaray prosperan, con acusaciones más sólidas,  y se obtienen las órdenes de captura, será un golpe en el corazón mismo del proyecto del ex presidente Enrique Peña Nieto. 

Por eso cobra relevancia la participación de Zebadúa en este momento y en lo que puede significar para la integración de esa y otras carpetas de investigación. 

Pero también puede ser que estemos entrando a un libreto extraño, dictado por quienes sí tienen que explicar mucho a la autoridad y que son capaces de contar historias escandalosas pero con poco sustento. 

Zebadúa era el encargado de los dineros que señala se desviaron y tuvo que firmar buena parte de esas disposiciones. Ahí está el meollo del asunto y que tiene mucho que ver en hasta dónde se le perdonan las cosas que sí hizo. En el fondo, es como esos arrepentidos de la mafia, aunque insisto, hay que tomar con muchas reservas lo que hasta ahora se conoce de sus dichos. 

En las procuradurías hubo una época en que los testigos protegidos eran utilizados en diversos expedientes. Había de todo y estaban dispuestos a involucrar a quien fuera necesario. Aquello reventó porque sus declaraciones resultaban de poca utilidad en los juicios y porque los abogados de los señalados solían desacreditarlos con facilidad.

La coyuntura es distinta, porque en los casos actuales hay un alto componente político y una determinación de juzgar al pasado, el reciente y el de hace tres décadas. 

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