Gabriela y Constanza aún no cumplen 14 años, pero desarrollaron un robot que convierte nieve en agua potable. El prototipo puede utilizarse en caso de desastres naturales.        Constanza y Gabriela, de 12 y 13 años respectivamente, han demostrado que no importa la edad para ir tras la conquista del mundo a través de la robótica. Prueba de ello es el desarrollo de un robot que recoge nieve y la convierte en agua potable para consumo humano, el cual puede ser usado en temporada invernal o en caso de desastres naturales. “Decidimos inventar un robot que recogiera la nieve, la calentara, la derritiera y purificara para finalmente hacerla bebible. Muchas veces cuando hay desastres naturales se impide la movilidad vial y se da el congelamiento de ductos, razones por las que es complicado tener agua potable, en este caso, la nieve nos permite convertir una problemática en algo vital para la vida”, cuenta en entrevista con Forbes México Gabriela Nava, alumna de la escuela de robótica Robotix.   Imaginar, el primer paso para la creación En agosto de 2013 el quipo Toonbots, integrado por ocho niños y dos niñas, comenzó la construcción del robot Blizzard Breaker, que permite la purificación de hasta un 60% del agua. El robot recoge la nieve con una pala ubicada en la parte delantera, la deposita en una parrilla que se calienta con dos pilas de 12 volts, una vez en estado líquido la filtra y finalmente la vierte en una botella ubicada en el extremo trasero. Durante seis meses el equipo investigó, planeó y desarrolló bocetos pensados en lugares con gran altitud y donde se presentan de manera constante tormentas de nieve. Las pequeñas programadoras indican que con base en las investigaciones que realizaron, su robot también representa un beneficio para el bolsillo de quienes hagan uso de él. En Canadá el costo aproximado de una barredora es de 1,000 dólares canadienses (11,900 pesos mexicanos al tipo de cambio actual), en tanto que el prototipo comercial de Blizzard Breaker es de 8,000 pesos, y ya consideran la posibilidad de crear sus propias piezas para reducir el costo hasta un 50%. “Nos gustaría llevar este prototipo también a un modelo móvil para escaladores y coches. Por ahora está pensado para dos sectores: Gobierno en las vías públicas federales y para particulares, es decir, que cualquier persona lo puede tener en su cochera y hacer uso de él cuando se requiera”, detalla Constanza Ballesteros.   ‘Las niñas no estamos peleadas con la tecnología’ Las estudiantes de primaria y secundaria aseguran que cualquier niña puede hacer lo mismo que cualquier niño, todo depende de la persistencia y visión que se tenga. Este pensamiento ha sido heredado por sus madres y hermanas, a quienes refieren como sus mayores inspiraciones y ejemplos a seguir. Pablo Hernández, uno de los couch del equipo, considera que el ser las dos únicas niñas en un equipo dominado por niños, ha representado una ventaja para equilibrar el trabajo. Al respecto, explica: “Los equipos más balanceados son aquellos que tienen mujeres. Tenerlas adentro hace que el equipo tenga mayor orden y que las cosas sean más funcionales”. Además, considera que durante estos seis años que ha estado como líder de equipos, las niñas y los niños le han enseñado sobre la importancia de creer en una idea y concretarla, virtud que muchas veces cuando se es adulto se olvida. Gabriela comenta que el juego, la imaginación y la amistad son las claves que les han permitido trabajar como equipo y poder desarrollar inventos tecnológicos: “Al principio nada es fácil, pero si uno empieza a ver las cosas como obligación se aburrirá y creo que ese es el problema que tienen los adultos, simplemente dejan de disfrutar lo que hacen y lo empiezan a ver como una responsabilidad”.   El arte de crecer y aprender Aunque no han logrado resultados positivos en todas las competencias en las que han participado, eso no las ha hecho pensar en declinar; al contrario, aseguran que han crecido con cada caída y mantienen altas expectativas a futuro. “Si quieres ganar, tienes que perder al menos una vez. Cuando caes te pierdes, si pierdes solamente levántate y sigue caminando”, aconseja Constanza. Actualmente siguen trabajando en proyectos de robótica y desean continuar como equipo, a fin de asistir a más concursos.  Les gusta mirar a futuro: por un lado, Gabriela se imagina en la medicina, mientras que Constanza dentro del mundo del arte. Por ahora, piensan en desarrollar sus propias piezas en impresoras 3D, con el propósito de reducir los costos del robot Blizzard Breaker, crear un software libre y, en un futuro cercano, patentar la idea, una vez que ya estén concretadas las mejoras. Constanza y Gabriela tienen claro que quieren ayudar a las personas con la tecnología acompañando esta experiencia con sus amigos. Son conscientes de los retos a los que se enfrentarán cuando crezcan, pero aseguran que, mientras dure, disfrutarán cada día de su niñez hasta que la edad adulta las mire de frente.   Blizzard Breaker

Robot Blizzard Breaker

 

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