La adversidad, injusticia, traiciones, una doble moral y corrupción integran el estigma siempre presente en la historia de México. Acabar con ellos no depende de la demagogia ni de un cristal encantado. 

La misión -como siempre- corresponde (le cuesta y le afecta) a la ciudadanía, ante lo aburrido y tedioso que resulta, nadie quiere asumir el trabajo político; se requiere mucho tiempo, esfuerzo, recursos y dedicación para destacar; ya nadie cree y a muy pocos les interesa.

Sindicatos, partidos y líderes tradicionales colapsaron, perdieron toda la fuerza y se hunden en su desprestigio; las organizaciones sociales tienen una agenda particular y no quieren ser usadas como plataformas para ambiciones personales. 

Los verdaderos héroes de nuestra historia nos recriminarían muchas cosas que -a pesar de su sacrifico- no hemos alcanzado. La tarea es desterrar muchos elementos contaminantes: 

  1. EL UPGRADE DEL ACTIVISMO POLÍTICO. No se puede construir un futuro sin el pensamiento crítico, la pluralidad y la contribución de la sociedad. Se requiere un alto al silencio pasivo, el sometimiento y la resignación de un pueblo dependiente y cautivo. Ante la falta de resultados concretos, liderazgo, autoridad y talento político; los “apoyos” en efectivo son el mecanismo para ganar simpatías, reclutar bases de votantes leales y activistas incluidos en las nominas gubernamentales, este ejercito de movilizadores crece disfrazado en el trabajo social y legitimado por un supuesto “combate a la pobreza”. El temple y la fuerza de la sociedad se requieren en este momento, es el México de la lucha todos los días, de quienes se levantan todos los días a partirse el alma con lo mejor de sí mism@s, l@s que no se rinden; que no importa su condición nunca le dan la espalda a los retos; l@s que siguen adelante ante la adversidad, l@s de carácter invencible, l@s que no bajan la mirada y que portan con orgullo y patriotismo real el sello nacional.
  2. LA POLÍTICA DEL MESIANISMO. Los regímenes mesiánicos se alimentan de la desesperación y la fragilidad de la existencia. Entre más depauperado, inseguro y sometido se encuentre el pueblo mayor es la probabilidad de rendirse ante los falsos profetas. Se debe poner un alto a los excesos de un gobierno como ente proveedor, repartidor de bienestar y justiciero que le extirpa a una parte de la sociedad sus recursos para dárselos a otra. Además de fomentar una división enconada; en algún momento la economía no va a soportar más esa explotación, las inversiones y crecimiento no alcanzarán y entonces ambas partes se hundirán, una por su empobrecimiento sistemático y la otra por la falta de desarrollo intelectual o laboral y su sumisión y adicción al “apoyo gratuito”. Existen lecciones donde incluso la divinidad requiere del esfuerzo personal, hasta la solidaridad depende de la responsabilidad social. Es el estado existe para crear oportunidades equitativas y asequibles para todos; pero depende de ti y -solamente de ti- lo que haces con tus recursos. si se hace el bien sin mirar a quien ¿No debería aplicar eso de que el servicio público cumple su trabajo sin sacarle provecho electoral? El bienestar y el triunfo se construyen con esfuerzo, trabajo, disciplina y una voluntad inquebrantable. Parafraseando, no es regalar pescado, sino enseñar a pescar y si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada; hasta para repartir panes se necesita gente que teja y cargue la canasta. Los exorcismos de los demonios también son muy buena publicidad, que siga a fondo el castigo a los corruptos; pero si no se mide con la misma vara la paja en el ojo ajeno y solo la cuchara sabe lo que hay en el fondo de la olla ya pellizcaron al niño chillón (retorica mañanera como ustedes sabrán).
  3. EL LIDERAZGO DEL FUTURO. La juventud mexicana se enfrentará a los retos más complejos de toda la historia, las tareas son enormes: Inseguridad, criminalidad, deterioro ambiental, acoso, violencia sistemática, stress, falta de agua, desarrollo laboral, retiro, colapso demográfico, escasez alimentaria, desempleo; mala calidad de la educación, graves problemas de salud, contaminación, cambio climático, una agenda de terror y para sentirse deprimido. La esperanza entonces es que surjan las voces, los talentos, las personalidades de los llamados a encabezar los cambios profundos que se requieren -desde abajo- para construir el cambio autentico, imparcial, incluyente y equitativo. Sin milagros ni demagogia, su lucha y misión están en buscar las formulas para reparar la política, para volver a creer y para reconstruir los cimientos dañados a partir de un nuevo contrato, el consenso, el carácter y la identidad nacional libre de contaminantes.
 

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