Brasil, Rusia y Turquía han visto sensibles bajas en sus mercados de valores en las últimas semanas. La desaceleración china puede explicar parte del problema, pero ¿y el resto?   Por Nathan Vardi   Hubo una época, no hace mucho tiempo, que Brasil era una inversión irresistible. Todos, desde inversionistas extranjeros, hasta fondos de cobertura y conglomerados multinacionales se abalanzaron a Brasil, que ponía la B en BRIC, el acrónimo forjado por Goldman Sachs para las potencias entre los mercados emergentes. El ascenso económico y financiero de Brasil ha sido impresionante, pero se ha visto claramente afectado por una piedra en el camino. El mercado de valores brasileño va la baja, un abrupto cambio que ha provocado una caída en el índice bursátil Ibovespa del 21% por debajo de los máximos que alcanzó a principios de año. La bolsa de Brasil puede ser el primer mercado emergente importante en ver una caída en su mercado de valores este año, pero no es el único. Rusia, la R de BRIC, también ha visto caer a su bolsa. Medido por el índice MICEX, el mercado bursátil ruso han caído 17% desde que alcanzara sus máximos de 2013. Hay más: haciendo a las acciones brasileñas y rusas aún menos atractivas para los inversionistas extranjeros, tanto el real como el rublo seguir depreciándose. El real brasileño ha descendido a niveles no vistos en cuatro años. Mientras tanto, en Turquía, mientras la policía antidisturbios se enfrentó a los manifestantes en la plaza Taksim de Estambul, las acciones turcas se desplomaron y el principal índice bursátil de Turquía se ha reducido en casi un 20% desde sus máximos. En Asia, los mercados de valores de países como Tailandia también han tenido recientemente una mala racha. El índice MSCI Emerging Markets ha llegado a un mínimo de nueve meses. ¿Qué está pasando? Hay diferentes razones por las que los inversionistas se deshacen de las acciones de los mercados en desarrollo. En Rusia y Brasil, por ejemplo, la caída de los precios de los productos básicos está teniendo un gran impacto. Rusia y Brasil son dos de los principales productores mundiales de petróleo y metales y sus economías son impulsadas por ​ las exportaciones de productos básicos a lugares como China, un mercado clave que parece estar desacelerándose. Brasil acaba de registrar su déficit comercial más alto de la historia, que llegó a 5,390 millones de dólares en lo que va del año. En Turquía, sin embargo, la economía va bien. El Instituto Turco de Estadística acaba de informar que el PIB local creció más de lo esperado en el primer trimestre, un aumento de 3% en comparación con el 2.3% pronosticado por los economistas. Pero una docena de días de protestas contra el gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, que involucraron el uso de gases lacrimógenos por parte de la policía, han asustado a los inversionistas y colapsado al mercado de valores de Turquía. Sin embargo, detrás de los acontecimientos de Brasil hasta Turquía y China, donde los informes económicos recientes siguen apuntando a una desaceleración de la economía, se encuentra el aumento de la expectativa de un cambio de política de la Reserva Federal. El aumento de las tasas de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos está cambiando la forma en que los inversionistas ven el mundo, especialmente en los mercados emergentes.

 

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