¿Sabías que el bambú tiene 1,500 formas de ser utilizado? Suena increíble, pero es cierto. Esta extraordinaria planta de origen asiático está revolucionando el mundo de la construcción, brindando invaluables beneficios a las actividades sostenibles en el planeta.

Lo que hace tan especial al bambú es su resistencia y utilidad, factores que le permiten ser materia prima en la generación de espacios sumamente armónicos con la naturaleza. Pero eso no es todo, se dice que podría ser capaz de absorber el dióxido de carbono que la tecnología humana genera. Resulta imposible no verlo como aliado de los líderes ecologistas actuales.

Los diferentes tipos de bambú hacen de esta planta una especie con características variantes: pueden existir desde un metro de largo y tallos de medio centímetro de diámetro, hasta alcanzar unos 25 metros de altura y 30 centímetros de ancho. Esta es una peculiaridad que seduce a los desarrolladores.

El nivel óptimo de dureza aparece a partir de los tres años de vida, es ahí cuando adquiere una resistencia y flexibilidad que pocos materiales tienen. Es por eso que lo suelen llamar el acero vegetal, porque justamente es tan resistente como el acero y el concreto. 

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Crédito: cortesía Aldea Zamá.

Hay casas enteramente construidas con bambú: pisos, ventanas, y techos de diseño. Estéticamente, esta planta es atractiva y muy vanguardista, ejemplo de ello es el magnífico Templo de Lúum, un pabellón de bambú en Tulum, Quintana Roo, que forma parte del desarrollo residencial de Lúum Zama, un recinto diseñado por la firma de arquitectura CO-LAB Design Office. Este proyecto busca transmitir un fuerte mensaje ecológico y espiritual: respeto por la naturaleza y el medioambiente, por lo que preserva estrictamente el 60% de su vegetación, y solo se puede acceder a pie. 

El Templo de Lúum consiste en un pabellón construido en bambú creado para ofrecer diversas actividades como yoga, meditaciones, talleres y reuniones comunitarias, entre otras. Su estructura está compuesta por cinco hipérbolas de bambú, las bóvedas se compensan mutuamente en equilibrio. Los tejidos individuales se presentan juntos, como un mismo elemento, y están reunidos a partir de secciones planas de bambú dobladas y atadas entre sí.

Pero los verdaderos precursores de esta tendencia de construcción en auge son los empresarios canadienses, Cynthia y John Hardy, quienes siempre fueron grandes amantes de la madera, hasta que descubrieron las propiedades singulares del bambú hace una década. Muy pronto comenzaron a construir y sacar provecho de todos sus beneficios, principalmente sus propiedades sustentables, dando así vida al Green School: una escuela, que se convirtió en la primera comunidad holística y privada de aprendizaje centrada en la sostenibilidad. 

El primero de estos institutos académicos disruptivos fue fundado en Bali, Indonesia, en 2006. En este proyecto participaron importantes arquitectos, filósofos, académicos y maestros artesanos. Desde entonces se ha convertido en la esperanza y futuro de la educación por sus valores de agentes de cambio. Con Green School, no tardaron en darse cuenta que podían llevar el proyecto a otras ciudades, fue así como crearon el Green School de Nueva Zelanda y de Sudáfrica.Y por si fuera poco, el visionario desarrollo inmobiliario Selvazama, liderado por el Ingeniero Rodolfo Rosas y sus socios, incluirá una sede del Green School en Tulum, Quintana Roo. La misión de formar líderes ambientales, ahora en Riviera Maya. En busca de mucho más que sólo un desarrollo inmobiliario residencial, Selvazama quiere impulsar una comunidad con respeto por el medioambiente y las tradiciones locales, fomentando el bienestar para todos sus residentes.

Lee también: Selvazama, un nuevo despertar en Tulum

 

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