China acaparó el pasado año un 80% de la inversión global para la fabricación de módulos de energía solar fotovoltaica y esa situación de dominio no parece que vaya a cambiar al menos de aquí a comienzos de la próxima década, teniendo en cuenta los precios de producción imbatibles que ofrece su industria.

En un informe sobre las capacidades de producción de energías limpias publicado este lunes, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) esboza un panorama alentador sobre la disponibilidad de factorías para fabricar las instalaciones solares en todo el mundo necesarias en 2030 para cubrir los objetivos climáticos.

Sin embargo, el escenario que dibuja es más preocupante desde el punto de vista geopolítico por la enorme dependencia de China, que en el conjunto de las consideradas tecnologías limpias (fotovoltaica, eólica, hidrógeno verde, bombas de calor,…) supuso en 2023 tres cuartas partes de la inversión en producción.

Es verdad que eso significa menos que el 85% que había concentrado en 2022, lo que se explica porque en el incremento del 70% que se produjo a nivel global el pasado año, hasta 200,000 millones de dólares, la progresión en Estados Unidos y la Unión Europea (UE) fue significativa, sobre todo en las baterías, donde estas dos regiones triplicaron sus cifras de 2022.

En todo el mundo se dedicaron 110,000 millones de dólares a la producción de baterías, con un incremento anual del 60%, mientras que para los módulos fotovoltaicos se dedicaron 80,000 millones, más del doble que en 2022.

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Dependencia en módulos solares de China continuará

La energía solar fotovoltaica es la tecnología limpia en la que la concentración geográfica de la producción es más acusada, ya que más del 80% del total de la capacidad mundial en 2023 se hizo en China. 

Y aunque la AIE cree que Estados Unidos e India aumentarán ligeramente su cuota de aquí a 2030, eso no cambiará apenas el peso relativo de China, que seguirá acaparando para entonces algo menos del 80%.

En la fabricación de baterías, la situación actual tiene muchas semejanzas, ya que China supone más del 80%, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea tienen cada uno un 5%. 

Los autores del estudio estiman que tanto la UE como EU podrían triplicar su peso relativo en capacidades de producción de baterías para comienzos de la próxima década gracias a sus respectivos incentivos públicos al sector, de forma que el de China bajaría a un 60%.

Los desequilibrios son algo menos pronunciados en las inversiones en plantas para electrolizadores, el instrumento necesario para obtener hidrógeno verde a partir de electricidad renovable. Pero aun así, China representa cerca del 60% y la previsión es que ese porcentaje disminuya al 40% para 2030, mientras el de Estados Unidos subirá al 20% y el de la UE prácticamente se mantendrá estable en el 15%.

En los aerogeneradores, la concentración de capacidades en China corre el riesgo de agravarse todavía más, con una cuota que ahora ya supera el 60% y que se aproximará a comienzos de la próxima década al 70%, en detrimento sobre todo de la UE que pasará a representar apenas un 15%. 

China aparece como el país de producción más barato para todas las tecnologías limpias contempladas en este informe, en el que se hace una evaluación a partir de los datos de más de 750 factorías en todo el mundo.

Hay otras lecciones, como que el costo para levantar las fábricas de módulos fotovoltaicos, baterías y aerogeneradores en la UE y en Estados Unidos es entre un 70% y un 130% más elevado por unidad de producción que en China, y eso antes de tener en cuenta los costes de capital, que también son más bajos en China.

Sin embargo, la AIE hace hincapié en que esa inversión inicial en las instalaciones de producción representan únicamente entre el 15% y el 25% de los costes de producción final de los módulos fotovoltaicos, y las proporciones son similares para las baterías (10-20%).

Es decir, que los costes operativos (lo que incluye la energía, los materiales, los componentes o la mano de obra) significan una parte mucho más importante y que reducir algunos de esos factores ofrece margen para disminuir los diferenciales de costes con China.

Con información de EFE

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