“El interés compuesto es la fuerza más poderosa del Universo”.

Albert Einstein.

Traigo esta reflexión que en un plumazo genial escribió una de las mentes más brillantes de la historia.

Muchas personas que desean invertir suelen tener como principal desmotivador que las matemáticas no son el terreno más sencillo del conocimiento.

Edgar, a mí no me pida que aprenda de inversiones. Yo solo quiero obtener un rendimiento y que mi dinero esté seguro”.

Hace algunos días platicaba con un comerciante que me hacía especial énfasis en que las inversiones le parecían un tejido de complejos conceptos que los asesores solemos aderezar con tecnicismos que vuelven este tema imposible de entender para la mayoría de los mortales…No está alejado de la realidad.

Conceptos como el del interés compuesto y su diferencia (abismal) con el interés simple suelen pasar desapercibidos para muchas personas, incluso algunas de ellas involucradas cotidianamente en la gestión de dinero.

Hace algunos meses mientras realizábamos un ejercicio en el módulo del diplomado de economía financiera y bursátil que imparto en la UNAM, me percaté de que un alumno que era un ejecutivo bancario no tenía claros estos conceptos.

En efecto, nadie nace sabiendo, pero es nuestra tarea entender, pues mientras más sepamos sobre la gestión de nuestro dinero, más productiva será nuestra vida.

Haciendo un esfuerzo por eliminar el entramado de las fórmulas matemáticas del interés compuesto, lo primero que debemos entender es que las inversiones se tratan de obtener el mejor rendimiento posible con un determinado perfil de riesgo.

Para aumentar nuestro porcentaje de éxito y mejorar el rendimiento, el plazo es indispensable. Que quede claro de una vez por todas: no existen grandes rendimientos en periodos cortos.

Lamento mucho desterrar esta idea errónea de que el mercado de valores es un lugar donde la gente se vuelve rica de la noche a la mañana. Muchas mentes inquietas y mal asesoradas han perdido su patrimonio buscando encontrar una fuente milagrosa de riqueza, algo así como lo que hace siglos intentó encontrar Albar Núñez Cabeza de Vaca, en su peregrinar buscando riqueza fácil y rápida, lo cual llevó a su expedición a devorarse los unos a los otros en su camino a lo largo de América.

Pero para quienes caminan de la mano con la paciencia, el interés compuesto es una fuerza tan poderosa como el infranqueable paso del tiempo, del cual ambos son cómplices.

Este es otro texto imperdible: Los impacientes están destinados a no ser ricos

El interés compuesto llega cuando en una inversión obtienes una ganancia (que puede ser representada por una tasa de interés) pero, en lugar de tomar esa ganancia y guardarla en tu bolsillo, decides reinvertirla, día tras día, mes tras mes, año tras año.

El resultado es exponencial, es decir, los intereses obtenidos por tu dinero en cada nuevo periodo se calculan sobre tu capital inicial más los rendimientos que hayas obtenido del periodo anterior.

En el interés compuesto intervienen tres variables:

  • El capital, es decir tu dinero
  • El interés, o sea la ganancia que obtienes
  • Y lo más importante: El tiempo, esto es, la cantidad de periodos en que tendrás el dinero invertido; a diferencia del interés simple donde la variable tiempo no existe.

Hace algún tiempo durante un programa de radio al que me invitaron para platicar sobre inversiones, realizamos un cálculo muy primario, pero con resultados bestiales.

Con lo que una persona gastaba en un refresco, unas galletas y unas frituras (equivalente a $50 pesos diarios, es decir, $1,500 pesos mensuales) podía cambiar su vida y la de sus siguientes generaciones.

Recuérdalo, sin sacrificio no hay ganancia.

Durante este siglo (22 años), un inversionista en México que ha diversificado su inversión en un portafolio compuesto por 70% en un fondo de inversión en bonos gubernamentales, 20% en un fondo de renta variable indizado a la bolsa de valores y 10% en un fondo de inversión vinculado a los dólares ha tenido un rendimiento promedio (con años buenos y años malos) de un 14%.

Te pido que te sientes y te abroches el cinturón.

Un inversor que aportó mensualmente $1,500 pesos (¿recuerdas el sacrificio?) después de un año ahorró $18,000. ¡Nada mal!

Si sumamos el rendimiento (mes tras mes, es decir, 12 periodos en un año), la ganancia sería de $1,337.68, lo que nos da un total de $19,337.68.

Hasta hora nada tan llamativo.

¿Pero qué pasa cuando maximizamos la variable tiempo?, ¿tienes 55 años?, ¿te faltan 10 años para jubilarte?

Haciendo el mismo cálculo, la cantidad aportada durante 120 periodos (10 años por 12 meses), la cantidad aportada sería: $180,000, no obstante, los rendimientos serían superiores a tus aportaciones: $193,393.48. Eso nos da un total de $373,938.48.

¿Tienes 40 años? Con 300 periodos (25 años por 12 meses) la cantidad aportada sería de $450,000 y los rendimientos serían de $3,066,960.41. ¡Como lo lees!

¿Qué harías con $3,56,960.41?

¿Imagínate tener 20 años y empezar este ejercicio?

Monto aportado: $810,000; ganancia: $49,285,520.93. ¿Qué cantidad de sueños podrías cumplir con $50,095,520.93?

Si bien estos son rendimientos nominales, es decir, no se aplica el factor de la inflación, las aportaciones se mantienen constantes y sirven como una referencia perfecta de lo que significa el interés compuesto.

Algunas veces se me acercan inversionistas a cuestionarme sobre alguna tasa de interés atractiva que les ofrecen en su sucursal de banco en un pagaré a un año, lo que es simple de identificar: ¿qué rendimiento es mejor?, ¿una tasa de interés que capitaliza una vez en un año? O, como en el caso de un fondo de inversión, ¿no te gustaría invertir en un producto financiero que capitaliza 365 veces en un año?

Warren Buffett empezó a invertir a los 12 años y alguna vez le preguntaron cuál había sido su error más grande al invertir a lo que respondió: “No haber empezado a hacerlo antes”.

Por cierto, para saber más, checa esto: Si vas a aprender de inversiones, aprende del mejor

Ahora tú también lo sabes.

Si deseas que te ayude a hacer algún cálculo puedes buscarme en mi correo electrónico: [email protected]

Edgar Arenas Sánchez es economista, gerente comercial en una casa de bolsa en México, profesor de economía bursátil en la UNAM, blogger de Rankia México y autor del libro “Invirtiendo y entendiendo”, reconocido por la Universidad Anáhuac, universidad de Cantabria y Santander Financial Institute como mejor asesor de inversiones en 2020 y 2021.

Twitter: @garoarenas

LinkedIn: Edgar Arenas

Email: [email protected]

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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