Por Francisco Coll Morales* Si algo ha sacudido en la historia al conjunto de países que conforman la preciosa Latinoamérica, esto ha sido el exceso de corrupción con la que, estos, han convivido en su día a día. Latinoamérica, pese a poseer el mayor elenco de economías emergentes del mundo, sus elevados índices de corrupción no les dejan experimentar el despegue económico que estas economías necesitan. Como hemos visto en numerosas ocasiones, la corrupción en Latinoamérica supone uno de los mayores lastres del país en materia de crecimiento económico. Ya, junto al Secretariado de Transparencia Internacional, hemos realizado diversos artículos donde se puede vislumbrar la capacidad que renuncia un país corrupto y la pérdida que supone el llevar a cabo este tipo de prácticas. Además, esta corrupción no sólo ataca de una forma directa al crecimiento económico en los países. La corrupción, indirectamente, sigue acechando los bolsillos de los latinoamericanos, pues esta corrupción agrava la renta disponible de los ciudadanos, dado el oculto efecto inflacionario que esta produce en determinados bienes y servicios que se consumen en la región. Como digo, una región tan rica como Latinoamérica, si observamos las características que definen a sus economías, así como las actuaciones que se están llevando a cabo. Estas economías tienen un gran potencial de crecimiento. Sin embargo, esta corrupción, entre otros factores, no dejan que se de este crecimiento, así como el desarrollo de la totalidad del potencial de estas economías. Según los índices de corrupción que arroja el Secretariado de Transparencia, los niveles de opacidad que muestran los países de la región son excesivamente elevados para el grado y los niveles de crecimiento que muestran estas economías. Un efecto curioso, pues pese a poseer una ínfima transparencia en la gestión pública, sus economías tienden a funcionar, dentro de unos márgenes y posibilidades. Si miramos los flujos de inversión de los últimos años en Latinoamérica, estos han sufrido sensiblemente una reducción de flujo de capital hacia la región. La elevada corrupción, sumada al incierto escenario que nos dejará la macroeconomía con los bloqueos financieros y la guerra comercial que sacude al planeta, están espantando a muchos inversores que destinaban grandes flujos de capitales a Latinoamérica. Todo esto, como hemos dicho, no es más que lo derivado de una serie de malas prácticas, adoptadas principalmente por una serie de gobiernos que, únicamente, dañan sus países y, con ello, la región. Unas prácticas basadas en sistemas de corrupción remunerada que ha convertido a gran parte de los países en sistemas basados en el clientelismo político que espantan al capital privado. Pese al crecimiento que está experimentando la economía a nivel global, la gran liquidez de la que goza el planeta actualmente no tiene como destino América Latina. Es más, en los últimos años, como hemos comentado, estos flujos de capitales hacia la Región se han reducido en casi un 4%, impulsados principalmente por las tres mayores economías del continente. Chile, Brasil y México. Como digo, las malas prácticas que se han llevado a cabo y el tortuoso e incierto entorno económico y político, sucumbe los flujos de Inversión Extranjera Directa que tienen como destino el continente. Los inversores, ante el abaratamiento que están experimentando las materias primas, así como los efectos que están generando las políticas de devaluación monetaria espantan al inversor y, por ende, a su capital. En resumen, hablamos de una región con gran capacidad y muy rica en materia de recursos, pero que, sin embargo, no goza de una estabilidad económica y política que, por un lado, garantice la estabilidad de las inversiones en la región. Y por otro, transmita una seguridad sobre los flujos de capital privado invertidos en el continente. Para concluir, este tipo de acciones están ahuyentando el capital extranjero, el cual, a su vez, supone un gran incentivo al crecimiento de estas economías emergentes. Sin embargo, los países que conforman la región, muchos de ellos, siguen conviviendo diariamente con una serie de prácticas que, únicamente, lastran una economía que, como hemos dicho, posee una gran capacidad. *Director de desarrollo de negocio de HAC Business School de Nueva York.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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