Por Francisco Coll Morales* Desgraciadamente, muchos países en el mundo conviven día a día con la corrupción de sus dirigentes políticos, una corrupción que para nada favorece al país y que solo lastra el crecimiento de sus economías. En la última década, ya sea por el avance tecnológico o por la presión que ejercen los medios de comunicación, se han destapado muchísimos casos de corrupción, dejando en entredicho el que existan representantes políticos que no lo hagan. Obviamente, la corrupción es algo que ha existido a lo largo de la historia, con lo que no es nada nuevo. Aunque, como decíamos anteriormente, la presión y el fortalecimiento que han experimentado los medios de comunicación, junto con la situación de tensiones políticas entre gobernantes y oposición, han llevado a que destapar este tipo de casos sea la mejor arma de batalla en las campañas políticas. Aunque en determinados países destapar casos de corrupción por parte del Gobierno suponga un caso cotidiano del día a día, no deberíamos obviarlo, pues la corrupción solo es un lastre para las economías de estos países, así como para el atractivo, tanto inversor como turístico. Según los últimos datos del Secretariado de Transparencia Internacional, la institución encargada de combatir la corrupción mundial, así como de realizar los diversos estudios relacionados con la corrupción en el mundo, muestra cómo, pese a los continuos esfuerzos, los países avanzan muy lentamente y reducen ínfimamente sus casos de corrupción. Además, Según el Secretariado, los países que más tienden a atacar y luchar en contra de las ONGs y determinadas instituciones que buscan la ayuda humanitaria en el mundo, a su vez, son los países con mayores índices de corrupción en el mundo. Para calcular los índices de corrupción, el Secretariado de Transparencia califica a los países en una escala del 1 al 100 en función de la transparencia de la gestión pública del país, siendo 1 un país sin transparencia en la gestión, y 100, un país con mucha transparencia. Al finalizar el estudio, se ha podido observar como más de dos tercios (2/3) de los países del mundo presentan una calificación inferior a 50, situando la media mundial en 43. Esto es bastante preocupante, pues nos muestra un mundo donde la corrupción se presenta en muchos países. Esto puede representar un riesgo mundial, ya que esta situación, de no revertirse, podría normalizarse y crear un mundo corrupto, el cual pudiese lastrar el crecimiento económico mundial que, según las últimas estimaciones del FMI, se situaría en el 3’9%. Además, según el Secretariado, la corrupción mantiene una relación muy directa con la libertad de actuación que tienen las organizaciones cívicas para actuar e influir en las políticas públicas, pues los países donde se presenta mayor índice de corrupción, también son los mismo que menor campo de actuación facilitan a estas organizaciones, así como a la prensa. Aunque no lo viésemos, siempre ha existido la corrupción La corrupción es algo con lo que siempre hemos convivido, solo que antes no se podía mostrar a la sociedad, ya que al no poder probarse, no podía condenarse. Con la llegada de las nuevas tecnologías y la globalización, la comunicación y los medios periodísticos han tomado una gran fuerza, llevando la información a cualquier bolsillo en cuestión de segundos. Esta globalización ha permitido que las personas posean información detallada de los hechos que ocurren al momento, así como destapar y probar muchas acusaciones que antaño, no podían hacerse. Esto ha llevado los gobernantes a reducir sus índices de corrupción o, al menos, cambiar el modelo corruptivo, pues corrían serios riesgos de ser destapados. La corrupción tiene un alto grado de impacto en la economía de un país, razón por la que existe un índice que mide la corrupción de los países a fin de controlar o, al menos, normalizar la situación de corrupción. Pese a que existan países en los que sus índices de corrupción reflejen un estado limpio y transparente, no podemos hablar de transparencia total, pues una simple adjudicación de un proyecto público a una empresa privada, sin haber pasado previamente por concurso, ya representa un acto de corrupción. Aunque no lo percibamos en el día a día, percibiéndolo únicamente cuando se destapan los casos y los medios lo informan, estos casos de corrupción afectan muy negativamente a la economía y a las familias y ciudadanos que conforman los países, pues un robo de fondos públicos, un soborno policial, la cesión de contratos “a dedillo” hacia una serie de empresas, son diversos tipos de factores y hechos que condicionan nuestras vidas. Cuando un cargo político, usa su cargo para su propio beneficio, en lugar de hacerlo para servir a la ciudadanía, los ciudadanos son los que pagan los platos rotos y las fiestas monetarias de estos políticos. La malversación de fondos públicos, un acto ilegal y muy practicado por los políticos a lo largo de la historia, supone el desvío irregular de dinero público, el cual se ha pagado con todo lo recaudado en materia fiscal a la ciudadanía de un país, a la cuenta particular de una determinada persona, en lugar de utilizarlo para el fin por el cual se recauda, el servicio y mejoría de la ciudadanía. Al igual que la malversación de fondos, hay otra serie de prácticas, las cuales afectan muy negativamente a las economías. Un país con unos índices de corrupción muy elevados puede suponer un grave peligro, ya que esa falta de transparencia y suciedad en los organismos públicos, solo afectan negativamente al atractivo del país. La corrupción: Un lastre para la economía Aunque en muchas ocasiones, la reiteración y la continua batalla entre políticos por los casos de corrupción nos parezca una historia aburrida y monótona, no debemos obviar el gran daño que esto causa a nuestra economía y al atractivo de nuestro país, así como a sus ciudadanos y sus ciudades. Cuando hablamos de corrupción, los países donde se suelen dar las tasas más elevadas de corrupción son aquellos que se encuentran en unas etapas muy inmaduras y mantienen unos índices de desarrollo muy bajos. Además, otros países en los cuales sus regímenes políticos se basan en la autocracia, también suelen presentar, al igual que los subdesarrollados, índices de corrupción muy elevados, pues el poder es únicamente del que gobierna. Con estos contextos, muy rara vez veremos inversores interesados en querer invertir una serie de capital en esos países, pues con unos índices tan altos de corrupción, rápidamente se sabe que el mercado y las empresas están manejadas por el propio gobierno, por lo que no existe una libre competencia y una competencia justa en las empresas. Los países necesitan atraer inversores que deseen invertir en ellos. Cuando un país posee tan elevados índices de corrupción, estamos hablando de un país en el cual las empresas no desean estar, pues conseguir un proyecto público, licencias para operar o certificaciones por el estilo que te permitan desarrollar tu actividad económica libremente, se vuelve una misión imposible. Esto es un grave problema para estas economías, que también presencian como el mercado laboral, así como la tasa de empleo se ve completamente diezmada por la actuación, más que injusta, del Gobierno. Un gobierno que actúa por su propio interés sin pensar en el bienestar de la población y en lo que realmente precisa. Llegar a tales niveles de corrupción se vuelve insostenible para el país, pues los inversores, empresas, gobiernos o cualquier otra institución o entidad hacen todo lo posible para evitar tratos con un país con elevada corrupción. Como hemos dicho, esto, además, puede provocar una fuga de empresas y capital del país, pues un gobierno corrupto sólo crea inseguridad para el patrimonio de los ciudadanos y las empresas. Entre las principales causas que puede provocar un estado corrupto, podemos hablar del decrecimiento del PIB. La corrupción puede afectar directamente al crecimiento del Producto Interior Bruto, pues la falta de competitividad y libre comercio para las empresas provoca que tengan que encarecer los productos por tener que pagar sobornos e impuestos derivados de la corrupción del país. Si observamos el último ranking de competitividad de los países publicado por Foro Económico Mundial, podemos ver como en muchas ocasiones, como estamos hablando, coincide que los países con mayores índices de corrupción, también son los que ostentan los peores puestos en el ranking. Además, como hemos comentado anteriormente, la corrupción también produce un rechazo a la inversión extranjera directa, pues los inversores prefieren irse a países donde la gestión pública posee unos elevados niveles de transparencia. Junto con los dos puntos anteriores, el empleo también sería otro de los grandes afectados de la corrupción, pues al no encontrar capital inversor y la reducción de beneficios de las empresas, estas no disponen de capital para la contratación ya que suben todos los costos. La corrupción ahoga por completo a las empresas, ya que con la subida de costos, no solo no pueden contratar a más empleados o tienen que vender más caro, si no que limita la capacidad de expansión de las empresas, lo que le lleva a ser mucho más vulnerables ante una recesión económica; asfixia la productividad empresarial, llevando a la empresa a prescindir de empleados; afecta a la competitividad de las empresas, un riesgo para estas que tienen que enfrentarse a un entorno globalizado con empresas muy competitivas; y por último, limita la inversión en innovación y desarrollo, pues las empresas no tienen capacidad económica para realizar tales inversiones con los elevados impuestos que deben pagar. Si observamos, el mapa que muestra los niveles de inversión en I+D con los últimos datos recogidos por el Banco Mundial, volvemos a ver una situación parecida donde los países con mayores niveles de corrupción, son los mismos que no invierten en I+D, e incluso ni se ha podido recoger el dato por la ocultación de la administración pública. Esto ha llevado a muchas empresas a tener que echar el cierre definitivo, pues tales limitaciones estaban asfixiando a los empresarios y al crecimiento de las empresas. Esto es una muestra de lo que puede llegar a afectar la corrupción a la economía de un país, pues con este contexto empresarial, el país también sufría daños colaterales como puede ser la reducción en la calificación de Rating, dejando al país sin opciones para colocar su deuda soberana, por lo que se verían obligados a no contraerla. Por consecuente, esto limitaría por completo la ayuda financiera y perjudicaría la relación bilateral con otros países, pues un Gobierno corrupto, como hemos dicho, no suele atraer a las relaciones diplomáticas entre gobiernos. El desenlace para estos casos suele ser la migración de personas al exterior, ya que el exceso de corrupción provoca una situación de malestar para la vida en el país. Como vemos, la corrupción supone una serie de efectos en la economía que limitan y estancan su crecimiento. No obstante, hasta ahora hemos enfocado la corrupción como un lastre para la economía, pero no debemos obviar el efecto que tiene esta sobre el desarrollo de un país. Muchos países que se encuentran en vías de desarrollo podrían verse afectados por lo que la corrupción provoca en el desarrollo de los países. La corrupción es un grave problema para este desarrollo, ya que un país corrupto podría provocar situaciones de desigualdad extrema, pues como hemos dicho, no existe una libre competencia de mercado. Esto hace que aumente la pobreza y que la renta disponible de la población, lo que provoca una reducción en el consumo. Además, esto provoca una pérdida de confianza de la población en la economía del país, por lo que los ciudadanos dejan de confiar en las políticas públicas y en la economía del país. Además, los elevados niveles de corrupción también hacen mella en la población del país, que acaba por ver la corrupción como una práctica normalizada a adoptar y acaba creando una sociedad deshonrada, donde toda práctica que se realiza acaba rozando la ilegalidad. Esto provoca una sociedad con una gran falta de ética y valores que, para un mundo tan globalizado como en el que vivimos, es un gran problema para la internacionalización de las empresas o la inmigración de personas. Como podemos ver, la corrupción es un gran lastre para las economías y el desarrollo de los países por lo que se debe concienciar a la sociedad del futuro a que la corrupción no es la solución, si no que las buenas prácticas y la honradez es la única vía para crecer sanamente. Cada vez hay más instituciones que abogan por la implantación de sistemas de concienciación en las universidades, creando nuevos profesionales que vean la corrupción con repugna y rechazo. Al final, la corrupción es tarea de todos, por lo que debemos concienciarnos que, pese a que la corrupción puede crear una gran concentración de capital para unos pocos, acaba afectando a todos por igual. *Director de desarrollo de negocio y expansión de HAC Business School de Nueva York.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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