Por Marco Antonio Gómez Lovera* Un día antes de que se diera a conocer que la economía mexicana libró la recesión técnica al crecer apenas 0.1%, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que “durante mucho tiempo la economía se elevó a rango supremo y se subordinó todo lo demás”. Incluso, unos días antes dijo que “crecimiento es acumulación de dinero, no necesariamente distribución de dinero, por eso nosotros decimos que hay más desarrollo”. ¿Pero qué es ese desarrollo del que habla el presidente? Esta pregunta no es nueva y la idea de la necesidad de encontrar mediciones alternativas para evaluar el avance de la sociedad, ha tomado fuerza en la última década. Si hacemos caso a las declaraciones “mañaneras” del presidente en las que explica que “hay más circulante abajo, están vendiendo más las tiendas de abajo, tiene más dinero el pueblo”, entonces estamos hablando de cómo se distribuye la riqueza. Te interesa: El aumento al salario mínimo que hizo AMLO derrumbó varios mitos Para medir esto tenemos el coeficiente Gini, quizá la medida más famosa de desigualdad de la que echamos mano los economistas. Esta medida va del 0 al 1; el 1 es el caso extremo en el que la riqueza o el ingreso en su totalidad se concentra en una sola persona, mientras que el 0 equivale a que todos poseen el mismo nivel de riqueza o ingreso. Hace unos días el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018, la cual sirve para calcular este coeficiente. Según estos datos, el coeficiente de 2018 fue de 0.475, cierta mejora respecto al 0.499 que arrojó en la encuesta de 2016. Pero la distribución no es lo único que podríamos considerar para evaluar el desarrollo de un país. Si pensamos que no sólo es deseable menor desigualdad, sino también que las personas ganen lo suficiente para sobrevivir dignamente, podemos enfocarnos en cifras de pobreza. Con los mismos datos de la ENIGH, este lunes el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) da a conocer el cálculo de pobreza multidimensional de México. Esta medición es importante porque no sólo considera el nivel de ingreso de las familias, sino también una óptica de derechos sociales al contemplar el acceso a cuestiones como rezago educativo, acceso a salud, calidad de la vivienda, alimentación y cohesión social. De hecho, este tipo de medición fue pionera cuando se implementó y ha resultado vital para el estudio del tema. Si se deja de lado la cuestión monetaria, también se han presentado esfuerzos por medir el desarrollo de una sociedad con indicadores cualitativos. Por ejemplo, hace unos años se puso de moda que Bután empezó a medir la Felicidad Interna Bruta de sus habitantes, tomando en cuenta ámbitos como el uso del tiempo, bienestar psicológico, vida en comunidad, cultura, salud, educación, medio ambiente y gobierno. De hecho, su medición detonó en Occidente una discusión sobre cómo construir indicadores que vayan más allá de lo monetario. Esfuerzos concretados incluyen al Índice para una Vida Mejor de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que, además de los ingresos, toma en cuenta vivienda, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso social, salud, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo. Incluso, cuenta con una herramienta en línea que permite jugar con las ponderaciones para comparar los países dependiendo de si para una persona tiene mayor prioridad un ámbito sobre otro. En México, el propio Inegi realizó un esfuerzo similar en 2012 cuando lanzó una encuesta piloto para medir el bienestar autorreportado, mejor conocido como bienestar subjetivo. Actualmente esta encuesta se levanta en el primer mes de cada trimestre junto con la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor y considera diversos dominios como relaciones personales, ocupación, vivienda, salud, logros en la vida, vecindario, tiempo libre y seguridad.. Como se puede ver, hay una buena cantidad de otros datos para analizar cómo va un país. Pero hay que advertir que cada uno mide una cosa diferente, no se sustituyen entre sí y hay que entender qué es lo que nos dice cada uno. El análisis se puede complementar, pero para eso necesitamos instituciones sólidas que recojan estos datos y calculen los indicadores, por lo que hay que cuidarlos y defender su importante actividad.   * Maestro en economía por El Colegio de México.  Contacto: Twitter: @gomezlovera Instagram: @gomezlovera
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