Durante la ceremonia, el cura dio esperanzas a los allí presentes asegurando que “Dios pondrá a cada uno en su sitio”.
A su lado estaba Miriam Rodríguez, madre de José Eduardo, de 8 años y quien falleció en el sismo, y que ahora es integrante de la asociación civil de papás Ángeles contra la Impunidad.
Esta unión de afectados por la tragedia del Rébsamen busca justicia por la vía penal por las muertes del derrumbe.
Rodríguez afirma que son conscientes de que son varias las autoridades implicadas en el accidente del colegio, pero señala en primer lugar a su directora, Mónica García Villegas. Con una orden de aprehensión por la muerte de los 19 menores y 7 adultos a causa del colapso, García se encuentra hoy prófuga de la justicia.
La mamá de José Eduardo no fue la única que se acordó de la directora del Rébsamen. Una pancarta en la entrada al colegio le pedía que diera la cara, y exalumnos presentes en el acto también se acordaron de ella.
“Ella me apoyó tanto en lo personal como en lo académico. Cuidaba mucho la escuela, nunca había baños rotos, cada año compraba balones, nuevas canchas. Creo que en situaciones así, la vida te supera y deberíamos meternos en sus zapatos”, afirma Maria Fernanda Cejudo, exalumna del colegio y hoy estudiante de Derecho en el TEC.
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Hasta el momento se sabe poco del proceso penal en marcha para localizar a los responsables del calificado como homicidio del Rébsamen.
Un DRO (Director de Obra) está en prisión preventiva y existen seis ordenes más de aprensión a presuntos responsables que no se han dado a conocer “por estrategia legal”, afirma Miriam Rodríguez.
Además de las dudas sobre las irregularidades urbanísticas se añaden las que afectan al plan de Protección Civil que tenía la escuela, a por qué ésta no se clausuró luego del temblor del 7 de septiembre del año pasado y otras relacionadas con las víctimas.
“Se habla de 500 desaparecidos que nadie reclama porque los familiares no sabían donde estaban. Los vecinos incluso dicen que en los escombros del colegio se hallaron tres muertos más”, afirmaba a la salida de la misa Jorge R., urbanista próximo al Colegio de Arquitectos, que prefirió no identificarse.
Este es un ejemplo de las incertidumbres que rodean el colapso del Rébsamen aún un año después.
Algunos de los estudiantes afirmaban a la salida que querían dejar a los fallecidos y al pasado en paz. Otros se secaban las lágrimas al recordar a las amistades pérdidas.
“Joshua era mi mejor amigo y el baterista de mi banda. Aún tengo la batería en casa. Lo extraño mucho”, explicaba Rodrigo Heredia, de 14 años.
Foto: Anna Portella.
