En 1996 William Gibson escribió “Idoru”, una novela que relata la vida de Rei, una cantante famosa que tiene una vida ajetreada y pública como la de cualquier superestrella, con la peculiaridad de que no existe. Es una mezcla de tecnología, relaciones públicas y marketing. 

Hoy tenemos influencers virtuales, modelos o personajes ficticios, creados a partir de inteligencia artificial y que muestran un estilo de vida muy particular en las redes sociales. Entre los más populares están Lil Miquella, Blawko22 que es Youtuber o Mar.ia, la influencer digital mexicana que colabora con varias marcas. 

Los idorus hoy nos parecen muy familiares y que, mezclados y potenciados con las redes sociales y los desarrollos tecnológicos actuales, como la creatividad computacional, hacen posible la existencia o creación de estas figuras.

La creatividad computacional se refiere a la manera en la que una inteligencia artificial imita el proceso creativo de los seres humanos en diferentes disciplinas como la pintura, la música o incluso, la conversación.

Por ejemplo, Dall-E 2 es una aplicación web en la que los usuarios describen una imagen a través de texto y, en un par de segundos, una inteligencia artificial crea varias opciones con diferentes estilos. Los usuarios pueden describir cosas tan extrañas como un “osito de peluche entrando a una ruptura del espacio-tiempo dentro de una hamburguesa en estilo cubista” para obtener muy diversos.

Incluso pueden subir sus propias fotografías y pedir a los robots que las manipulen para colocarlos en ciertos lugares realizando actividades que nunca hicieron o bien, poner personas que no estuvieron o que nunca existieron.

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Otro ejemplo es AudioLM, una herramienta en desarrollo por Google (https://google-research.github.io/seanet/audiolm/examples/) que permite imitar el timbre, acento y las inflexiones de la voz de una persona para crear conversaciones. A partir de una muestra de 3 segundos, un robot puede continuar una frase con coherencia imitando a la perfección a una persona.

Si a ello sumamos la tecnología Deep Fake, es decir, la tecnología que permite sustituir el rostro de una persona por otra, entonces la idea de crear un ente a partir de la nada es cada vez más cercana. Y no sólo se trataría de crear a una persona de la nada, sino crear una entidad con alguna habilidad artística como hacer música, pintar o incluso cantar. 

Esto abre las posibilidades de una manera amplia, ya que dichas tecnologías podrían utilizarse en personas con alguna discapacidad para ayudarles a tener una mejor calidad de vida; o bien, tener asistentes o profesores digitales que faciliten el proceso de enseñanza aprendizaje en niños con algunas condiciones psicológicas especiales.

Sin embargo, la parte oscura también está presente, no sólo a partir del robo de identidad para cometer fraudes; también existe la posibilidad de engañar a menores con fines delictivos.

Si bien, varias de estas tecnologías están en pleno desarrollo, en algún estarán disponibles para todo el mundo. La pregunta que debe plantearse en este momento es si estamos listos para convivir con entidades artificiales y cuáles serían los límites de dicha convivencia, no sólo en el plano legal, sino más importante, en el plano ético. 

Suscríbete a Forbes México

Contacto:

Twitter: @sincreatividad

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos