Por Marcelo de la Garza*

Cuando escuchamos el término startup, lo primero que se nos vienen a la mente son empresas flexibles, gente feliz en placenteros ambientes de trabajo, donde la innovación es el eje central del negocio, con libertad total para iterar, fallar, aprender y repetir el ciclo. Y ciertamente todo eso tiene mucho de real. Pero quienes están pensando en emprender quizá deban poner más atención en el lado oscuro de este negocio: 90% de las nuevas startups fallan o mueren (cifras de Small Biz Trends). Las industrias de TI, Construcción y Manufactura son las que muestran las mayores tasas de mortandad.

¿Por qué fallan? Según Statistic Brain, las principales causas incluyen precios emocionales (o disparatados) en sus productos o servicios, falta de experiencia en el resguardo y mantenimiento de todos los registros y la documentación, falta de planificación, poco conocimiento de finanzas, falta de pago de impuestos y gastos excesivos con ingresos comerciales limitados.

Otras causas son la falta de conocimiento del mercado al que quieren llegar y la ausencia de un adecuado plan de negocios.

Esto nos lleva a establecer un hecho contundente: no basta con tener una gran idea o un gran producto y lanzarlo al mercado, porque esto de ninguna manera te garantizará el éxito. Esto es lo que sucede allá afuera. En otras palabras, la tecnología y los negocios siguen hablando lenguajes distintos. La realidad es que la innovación científica y tecnológica sigue experimentando una gran dificultad para llevar sus productos del laboratorio al mercado porque la mayoría de los emprendedores carece del conocimiento para echar a andar un adecuado plan de Go-To-Market (GTM). 

No te pierdas: ¿Cómo saber en qué fase está una startup?

¿A qué se refiere esto? A elaborar un plan de acción para llevar un producto o servicio a un mercado objetivo o cliente final de la forma más eficiente, alcanzando una ventaja competitiva, tomando en cuenta todos los factores que intervienen en el proceso, incluidos, desde luego, el precio y la distribución. Es algo similar a un plan de negocios, aunque este último tiene un alcance más amplio y considera otros aspectos, como el financiamiento. Esto, desde luego, debe estar en manos expertas. 

No pretendo desanimar a nadie. Si tienes una idea sobre un producto tecnológico que parece resolver una necesidad, entonces debes llevarlo al mercado. Pero adecuadamente.

Lo primero: una buena startup comienza con una idea clara de un problema y la manera de resolverlo a través de la tecnología. Así es como funciona. 

Sin embargo, como en cualquier empresa, su éxito depende de muchos factores; es cierto que el principal es tener un buen producto, pero la orientación de negocio es crucial para incrementar tus posibilidades de sobrevivir.

Y para que esto suceda necesitas, esencialmente, contar con dos tipos de perfiles en tu empresa: el que domine la parte técnica y el que gestione la parte comercial. Por ejemplo, si tu startup desarrolla aplicaciones de inteligencia artificial, necesitas, por un lado, el profundo entendimiento de los expertos en la ciencia de datos, gente que entiende a detalle el rol de la información y los datos digitales. Por otra parte, requieres talento que entienda el contexto de tu negocio y la industria donde compite.

Y te tengo una mala noticia: es muy raro encontrar ambos perfiles en una misma persona.

Hay que tener algo en claro. Concretar una idea en un producto mínimo viable (MVP) puede ser un camino largo y tedioso. No solo por la parte de negocios y técnica, sino por todo lo que concierne a los aspectos financieros, legales, mercadológicos, etcétera. Las compañías que tienen éxito combinan la capacidad de anticipar cambios en el mercado con un equipo especializado y un producto deseable.¿Cómo puedes obtener ambos?

En años recientes, los company builder están posicionándose como una opción muy efectiva para apoyar estas ideas de científicos o especialistas tecnológicos con almas de emprendedores, pues operan con metodologías que favorecen la innovación ágil, a bajo costo, y tienen el expertise para construir equipos de trabajo flexibles. 

En suma, un company builder permite que el especialista técnico explote el área donde agregará más valor: el desarrollo de un gran MVP, mientras que la organización se encargará de construir al equipo que lo llevará al mercado. Todos ganan. Y ahora que lo sabes: ¿Qué harás al respecto?

  Contacto: Correo: [email protected]  

*El autor es cofundador y director ejecutivo de Gesta Labs, estudio de innovación para Industria 4.0. 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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