Esta nota fue publicada originalmente el 1 de octubre del 2018 A finales de septiembre, un senador del Partido Acción Nacional (PAN), Ismael García Cabeza de Vaca, fue encontrado intercambiando mensajes de connotación sexual vía Whatsapp en el Senado de la República. “Pásame el cell del padrote no seas gacho ya me la quiero zumbar” decía el mensaje de uno de los miembros del grupo,“ya somos dos”, respondió el servidor público ante la imagen de Fernanda Moreno, una estudiante de 20 años. Fernanda no es trabajadora sexual, ni compartió su foto con el senador o sus amigos. Lo que le sucedió es un claro ejemplo de ciberacoso -del que al menos 9 millones de mexicanas han sido víctimas, de acuerdo al INEGI- y un acto de violencia de género, como el que sufre 66% de mujeres mayores de 15 años en el país. A continuación te presentamos cuatro mandamientos que Fernanda, así como tú, debe de tener en cuenta sobre su privacidad en redes sociales: Es tu derecho (incluso si tu perfil es público) Aunque el perfil de Instagram de Fernanda -con más de 160,000 seguidores- es público y por tanto, reenviar su imagen no es ilegítimo, el acto sí es una violación a la privacidad pues se trata de un uso no consentido de la imagen. Las expertas señalan que el derecho a la privacidad en el entorno digital engloba una condición que pocas veces es contemplada: el derecho a la expectativa de uso al subir o compartir contenido. “Evidentemente ella no subió la fotografía esperando que un congresista le diera un uso sexual”, señala Mariela García, investigadora la Universidad de Harvard. “Cualquier uso ajeno de tu imagen que no cumpla con tus expectativas está violando tu privacidad”. No solo es cosa de la web Una violación de derechos en redes sociales es una violación de derechos en el mundo real.  Así como vincular a una persona a la trata de blancas, como lo hizo Cabeza de Vaca, es incitar al delito. Más allá de ser solo “una broma inapropiada” como lo llamó el funcionario, lo ocurrido en el entorno digital lacera el derecho a la integridad de Fernanda y por lo tanto quebranta todos sus derechos. “Los derechos humanos son integrales, si tú afectas un derecho afectas todos. En este caso al afectar la integridad psíquica, se está afectando el derecho a la salud, al trabajo y muchos otros”, afirma Marianne Díaz, analista de políticas públicas de la ONG Derechos Digitales. Las redes no la resguardan (si tú no se los pides)  Díaz destaca que, aunque los términos de servicio de la mayoría de las plataformas “protegen la privacidad”, la configuración por defecto pone al usuario en el nivel de mayor de exposición posible. “Tendríamos que ser nosotros los que de manera activa decidimos si queremos compartir más”, agrega la activista. En tanto, mucha de la difusión de estos contenidos, como fue el caso de la fotografía de Fernanda, se da por Whatsapp; una plataforma donde las denuncias por acoso o configuraciones de privacidad ni siquiera son viables. “Técnicamente tienen un gran pretexto, porque ‘no pueden leer tus conversaciones’, por lo que no se podría determinar un tema de violencia con sus términos de servicio” menciona García. Hay formas de defenderla (con la ley)  En México, solo 4% de las mujeres denuncia las agresiones online, mientras que 29% decide ignorar la situación, de acuerdo al INEGI. Recursos como Acoso.online o Ciberseguras son redes de apoyo que buscan cambiarlo, a través de asesoría en temas de violencia de género en el ámbito tecnológico. El problema no es si el perfil de Fernanda es público. El problema no es si subió una foto. El problema no es su cuerpo, ni si se le ve el escote o no. Se trata de la violación de consentimiento de uso de sus datos y por lo tanto, de sus derechos.”Eso nunca será culpa de la víctima”, afirman las expertas. 

 

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