El fuerte sismo acaecido hace un mes en Japón causó destrozos en cerca de 45,000 viviendas y dejó 238 muertos, la mayoría de ellos al colapsar edificios, unas cifras que podrían haber sido mucho peores de no ser por la avanzada normativa nipona inmobiliaria antiterremotos.

Casas torcidas en ángulos improbables, fachadas y tejados desparramados sobre las calles y amasijos de acero y madera carbonizada componen el distorsionado paisaje urbano de la ciudad de Wajima, en la península de Noto (centro de Japón), una de las localidades golpeadas con más dureza por el sismo de magnitud 7.6 del pasado día 1.

Los numerosos inmuebles siniestrados conviven, no obstante, con otros edificios que quedaron completamente intactos o que apenas presentan algunas grietas en su fachada o varias tejas caídas, un marcado contraste que refleja la brecha entre la antigüedad de los edificios y de sus ocupantes, así como diferencias socioeconómicas.

“Mi casa ha quedado inhabitable”, relata a EFE Kazuko Onihira, de 84 años. Su vivienda es una de las 1,993 que el desastre natural dejó total o parcialmente destruidas en Wajima.

Esta localidad es la segunda de la prefectura de Ishikawa que cuenta con más edificios dañados, y la primera junto a Suzu en lo que se refiere a víctimas mortales, 101, según el último recuento oficial.

La vivienda de Onihira, de más de tres décadas de antigüedad, formaba parte del 55% de edificios de Wajima que no cumplía con la normativa de resistencia a terremotos aplicada desde la década de 1980 y actualizada con requerimientos más exigentes después del gran terremoto de Kobe de 1995.

Los amplios daños en Noto ilustran un nivel de resistencia estructural en esta región muy por debajo de la media nacional, lo que a su vez responde al envejecimiento demográfico en la zona y a su predominancia de casas tradicionales niponas, construidas íntegramente con madera y con techos con tejas de arcilla, según un estudio de la Universidad de Tohoku.

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Destacan eficacia de normativa nipona antiterremotos tras sismo en península de Noto

Muchos vecinos de edad avanzada, además, no pueden permitirse reformas en sus viviendas o adquirir nuevos inmuebles, lo que les deja expuestos ante desastres como el de principios de año.

Un 90% de los 238 fallecidos a raíz del terremoto murieron debido a la destrucción de sus propias viviendas, según los datos oficiales.

Onihira tuvo la fortuna de esquivar la tragedia al no quedar su casa completamente derruida y ahora se aloja en la vivienda de una amiga que quedó intacta, ubicada junto a uno de los varios refugios para damnificados en la zona céntrica de Wajima.

“Aún no tenemos agua corriente y acaba de recuperarse la electricidad”, dice la anciana sobre la situación en su barrio mientras acude al refugio para recoger una bolsa de agua potable y un bol humeante de ‘udon’ (fideos gruesos nipones) servido por un equipo de voluntarios.

Japón, un país habituado a los terremotos por su ubicación sobre el llamado anillo de fuego del Pacífico -una de las zonas con más actividad sísmica y volcánica del planeta-, cuenta con uno de los estándares antisísmicos de construcción más estrictos entre naciones desarrolladas.

A raíz del terremoto de Kobe de magnitud 7.3 de 1995, que dejó más de 6,400 fallecidos en esta gran urbe nipona, Japón implementó regulaciones que exigían que todo edificio de nueva construcción contara con sistemas avanzados de absorción de sacudidas en sus cimientos y estructuras, estas también a su vez reforzadas con dispositivos hidráulicos o de sujeción, según el tamaño del inmueble.

“Si los inmuebles cumplen los estándares pos-Kobe, los daños por un terremoto como el del pasado día 1 no deben ser demasiado graves. Pero la mayoría de los edificios derrumbados son muy viejos… E incluso muchas de esas casas afectadas no están completamente derrumbadas pero sí dañadas”, explica a EFE, Kenji Satake, profesor del Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio.

Como ejemplo de la importancia de la preparación antiterremotos, el experto señala la gran diferencia entre el número de víctimas que ha dejado el seísmo de Noto, de magnitud 7.6, y el de magnitud 7.8 acaecido en el sur de Turquía en febrero de 2023, que dejó más de 50,000 muertos en ese país y otros 8,000 en el norte y oeste de Siria.

Con información de EFE.

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