A principios de mayo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se empeñaba en echar a andar su plan de reactivación de sectores industriales. Algunas industrias fueron consideradas esenciales en el vecino país del norte, pero no en México.
Las principales cúpulas industriales solicitaron al gobierno mexicano catalogar como esenciales algunos sectores (entre ellos, automotriz, aeronáutico y eléctrico) para homologar la operación con Estados Unidos y poder cumplir con el papel de proveedores de alta especialización.
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No hacerlo traería como consecuencia el riesgo de perder un lugar importante en la cadena de valor de producción de bienes; sin embargo, el mayor riesgo es que Trump utilice este episodio como una herramienta política.
Algunos economistas señalaron que no decretar esenciales, desde el inicio de la implementación de las medidas de confinamiento, sectores como el automotriz, el aeronáutico o el electrónico, hicieron peligrar el lugar de México como proveedor prioritario para las industrias con las que logró engarzar una cadena valor en Estados Unidos.
El pasado 12 de mayo, el Consejo de Salubridad Nacional informó que la fabricación de equipos de transporte (incluida la industria automotriz), la minería y la construcción son consideradas actividades esenciales, para iniciar operaciones este primero de junio, fecha en la que concluye la Jornada Nacional de Sana Distancia.
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José Luis Cano, director ejecutivo de Deuda Corporativa y Estructurados en HR Ratings, explica que hoy existe una sinergia muy fuerte en materia de proveeduría, de tal modo que los insumos y autopartes mexicanas son prioritarias para muchas plantas de producción estadounidenses.
“México ya representa 14% de las importaciones de Estados Unidos, y 38% de las exportaciones totales son automotrices. Existe en México mucha mano de obra especializada en materia de industria automotriz y aeronáutica, y existen alternativas para reemplazar esa proveeduría, pero es un proceso que lleva mucho tiempo, porque implica un periodo de acoplamiento y ajuste”, explica.
Eduardo Solís, expresidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) y representante de cadenas globales de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), explica que el riesgo es que, si México no arranca un proceso de reactivación paralelo al de Estados Unidos, el discurso de Trump podría enfocarse en la producción nacional de insumos.
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“Hoy, 40% del valor de un auto producido en Estados Unidos es de procedencia mexicana. Por eso, es necesaria una sincronización en la reapertura de la manufactura. Si los proveedores no están listos, podemos ser un proveedor poco confiable y el presidente Trump podría tornar su discurso en la dirección de regresar las cadenas de suministro, no sólo de autos, sino de aeronáutica, a Estados Unidos”.
Eduardo Solís, expresidente de la AMIA
México cuenta con producción nacional para empresas como Boeing, Airbus y el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Solís advierte que, en caso de que se dé una sustitución o una eventual estrategia de retorno de las cadenas de suministro, México perdería la experiencia y el terreno ganado como proveedor.
“El sector automotriz genera, actualmente, 1 millón de empleos directos en el país, y 5 millones indirectos. Podemos retomar las actividades siguiendo protocolos de sanidad estrictos”, explica.
Luis Foncerrada, economista en jefe de American Chamber of Commerce, explica que la decisión del gobierno de homologar sectores esenciales es crucial, no sólo para proteger el panorama de la industria, sino para que la recuperación económica tras la recesión por Covid-19 entre en marcha.
“Esta medida no tiene costo político ni fiscal, y sí puede ayudar a las empresas de manera directa porque, hoy, hay mucha inquietud y ansiedad. Es necesario cuidar la industria para que se mantenga esta integración con Norteamérica; es fundamental y crítico”, advierte el economista.
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