A Jorge Lopes, investigador brasileño de 51 años y especialista en diseño e impresiones 3D, nunca le pasó por la cabeza que su trabajo pudiera ser requerido para una situación semejante. Desde hace más de 15 años, el profesor del Instituto Nacional de Tecnología (INT) y la Pontificia Universidad Católica (PUC) trabaja junto a un grupo de científicos del Museo Nacional de Río de Janeiro en la construcción de un archivo digital y de réplicas tridimensionales de algunas de las piezas más emblemáticas de la colección, buena parte arrasada por el incendio del domingo pasado, detalló la agencia AP. Lee también Esto es lo que el fuego devoró en el Museo Nacional de Brasil Su labor siempre estuvo destinada a brindar apoyo a geólogos, paleontólogos, antropólogos y otros profesionales para diversos análisis científicos, pero la tragedia del museo, uno de los más célebres de América Latina, pudo haber resignificado su trabajo. Cerca de 300 piezas, entre ellas algunas de las más emblemáticas de la colección, fueron escaneadas en los últimos años por el equipo al cual pertenece, y ahora los archivos podrán ser utilizados para generar réplicas perfectas de algunas obras consumidas por el fuego. “Está todo el mundo apesadumbrado, es un momento muy difícil para nosotros. Comparado con el total de piezas, el número de copias que tenemos es pequeño, pero es un trabajo muy valioso que casi ningún museo importante del mundo ha hecho”, dijo Lopes a The Associated Press. La decisión de comenzar a crear copias para cuando el museo vuelva a levantarse quedará en manos de las autoridades de éste. Según dijo Lopes, con el material almacenado digitalmente -parte del archivo también se perdió en el incendio- podrían hacerse “muy buenas replicas, con los mismos colores, superficies y estructuras” de varias piezas originales. Las obras más destacadas de la cultura egipcia, el cráneo de Luzia -el más antiguo hallado en América-, la urna de Marajoara -una célebre cerámica precolombina de la Amazonia-, colecciones grecorromanas e importantes piezas del área de paleontología están digitalmente guardadas. Las autoridades del museo dijeron que casi 90% de la colección pudo haber sido destruido por el gigantesco incendio. El edificio, de pasado imperial y de más de 200 años, conservó la fachada y su estructura interna, pero por dentro imágenes aéreas han mostrado montones de escombros y cenizas. En las últimas horas los bomberos hallaron fragmentos de huesos que serán investigados para intentar determinar a qué colección pertenecían. La vicedirectora del museo dijo que existe esperanza de que parte de esos restos puedan pertenecer a Luzia. El uso de los archivos digitales podrá ser aprovechado más allá de la generación de réplicas de obras destinadas a una nueva exhibición. Según explicó Lopes, en caso de que sean encontrados fragmentos o piezas de originales debajo de los escombros, la construcción de réplicas podría ser de vital ayuda para asistir en la reconstrucción de ejemplares originales. “Iba todas las semanas a trabajar al museo. Ahora no tengo más a donde ir. Perdimos un referencia importante para la humanidad”, lamenta Lopes. Sin embargo, el investigador destaca la solidaridad de la comunidad científica y advierte que su equipo “está aguardando para colaborar”. Al menos parcialmente, la tecnología podrá ayudar a rescatar la memoria del museo nacional.

 

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