Por Auxiliadora Rosales  Las góndolas de la cadena de supermercados Colruyt, subsidiaria de la comercializadora originaria de Bélgica, Colruyt Group, exhiben en el país europeo un chocolate de nombre Nicaragua, bajo su marca Boni Selection, cuyo cacao es realmente producido por jóvenes del país centroamericano. Este lanzamiento ha estado acompañado de una campaña de publicidad masiva —de videos y vallas ubicadas en las calles y carreteras— con la imagen de los campesinos, en donde la empresa explica la procedencia del cacao, el cual cuenta con una certificación de sostenibilidad. La golosina viene en dos presentaciones de 100 gramos: una barra de chocolate fuerte con 70% de cacao y 30 % de azúcar, y otra con 50% de cacao y 50% de leche y azúcar. El costo de ambas presentaciones es de 2 euros. “La aceptación del cacao ha sido tan buena que Colruyt ha duplicado su pedido del cacao nicaragüense [de 12 toneladas en 2017 a 24 para 2018]”, describe Jorge Flores, asesor de Rikolto, una organización no gubernamental (ONG) belga que creó el proyecto Cacao y Juventud, impulsor de la iniciativa. Este programa nació en 2014 para beneficiar a jóvenes campesinos de entre 15 y 30 años. En el primer año fue enfocado en fortalecer el liderazgo de los agricultores, quienes recibieron capacitaciones sobre género, cooperativismo, liderazgo, emprendedurismo y negocios inclusivos. Puedes leer:  Optimismo, emprendimiento y la época digital Flores explica que, hasta ahora, unos 200 muchachos (68% hombres y 32% mujeres) originarios de las comunidades de Matiguás, municipio de Matagalpa, al norte de Nicaragua, han sembrado y cosechado 56 manzanas de cacao fino de aroma y han plantado 86 nuevas manzanas que darán sus frutos dentro de cuatro años. María Nereida Paz, una de las productoras de cacao, narra: “es un producto al que le dedicamos amor, tiempo y esmero en las plantaciones, pero además es una gran ayuda económica para nuestras familias”. “Ahora hay muchos jóvenes de aquí entusiasmados con la producción certificada de cacao”, asegura Freddy Mairena, otro de los beneficiados. Flores precisa que el proyecto contribuye a la estabilidad financiera de las nuevas generaciones de campesinos, pues los forma e inserta en una cadena de productos sostenibles que incluso genera cinco empleos en la comunidad por cada productor. Cabe señalar que la crisis política que vive Nicaragua no ha incidido en la producción de este cacao.

 

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