La anterior entrega de este texto analizó las tendencias actuales en la economía gig; también se enfocó en considerar los impactos positivos y negativos en la coyuntura socioeconómica. Con dichos antecedentes, vale la pena preguntarse, ¿cómo legislar dicha relación contractual? Consideraciones Clave Existen posturas que dicen que la economía gig será el patrón dominante en los empleos del futuro, mientras otras sostienen que debería ser erradicada. En este caso, la virtud quizá esté en el centro, ya que la preocupación por la creciente desigualdad podría reforzar la creación de empleos mejor remunerados con beneficios de seguridad social, mientras que la creación de valor que ofrece la economía gig seguirá siendo atractiva para muchos ofertantes de servicios. Para lograr tanto gestionar como mejorar la innovación tecnológica y garantizar una seguridad económica a los cientos de miles de mexicanos que comienzan a depender de las plataformas para subsistir, se requerirá que tanto los facilitadores de las plataformas como los responsables políticos trabajen juntos en diferentes aristas. Será crucial mejorar la recolección y compartición de datos, ya que la información oficial es insuficiente. Dicha falta de datos frena a académicos, desarrolladores de políticas públicas y líderes de la industria para tomar mejores decisiones y mejorar la situación del mercado. La medición se complicará aún más, ya que en México existe la costumbre de que, luego que un contratante le ha gustado el servicio, le pide la información de contacto para repetir la actividad, por fuera de la plataforma. Otro aspecto crucial para la recolección de datos será la diferenciación por tipo de empleo gig. Aquí hay algunas dimensiones:
  • Por temporalidad: Se pueden distinguir, al menos, contratista independiente, trabajador de guardia o suplencia, trabajador temporal o estacional, de servicio corto.
  • Por tipo de ingreso: Primario o principal, y complementario.
  • Razón de oferta de servicios: Porque lo ve como una oportunidad —obtener más dinero, desarrollar experiencia para avanzar en su trayectoria profesional, porque permite la contratación que por otra forma sería difícil o porque facilita la flexibilidad— o porque piensa que no tiene otra alternativa.
  • Por ubicación: Se puede identificar el nivel de actividad por vecindario o hub, así como la distribución de actividades dentro de una zona metropolitana.
Asimismo, compartir información entre los sectores privado y público permitirá determinar tendencias y necesidades en la economía laboral, tales como los conocimientos y la capacitación por desarrollar dentro de la fuerza laboral, subsegmentarlas por industria, así como identificar factores para mejorar la resiliencia de los trabajadores y la planeación de las metrópolis donde ocurren estas relaciones. El reto quizá sea más grande, ya que la presente administración ha mostrado desdén para la toma de decisiones basada en hechos, mientras la tendencia acelera su expansión. Dos propuestas de regulación De acuerdo con Seth Harries y Alan Krueger, una forma de abordar la situación es crear la figura del “trabajador independiente” que ocuparía la línea entre empleado y contratista independiente. En la propuesta, los trabajadores independientes “podrían calificar para muchos beneficios y protecciones de los empleados —libertad de organización y negociación colectiva, protección de derechos civiles, retención de impuestos y contribuciones del empleador para impuestos sobre ingresos—, pero no para horas extras, salario mínimo y probablemente tampoco para seguro de desempleo. Los investigadores argumentan que esta nueva clasificación beneficiaría tanto a trabajadores como a empresas reduciendo el tiempo y costo de litigios que en el fondo buscan aclarar los derechos y obligaciones de cada parte. Una segunda propuesta, impulsada por James Capretta, introduce el concepto de portabilidad de beneficios de seguridad social independientemente del trabajo que se realice. El esquema es análogo a una persona que quiere cambiar de compañía telefónica, pero que desea conservar su número. La portabilidad de beneficios tendría las siguientes dimensiones:
  • Portable: Los trabajadores serían dueños de sus propios beneficios, que no estarían anclados a una compañía o trabajo específicos, ni al lugar donde se desarrollen.
  • Prorrateada: Los contratantes harían contribuciones a una tasa fija basada en cuánto trabaje un empleado para ellos.
  • Universal: Los beneficios de seguridad social de los empleados tradicionales también se ampliarían a trabajadores independientes.
Ambas propuestas tienen virtudes y no son mutuamente excluyentes, por lo que se puede llegar a un modelo híbrido. Interesantemente, a partir de una orden de la Suprema Corte, el IMSS se encuentra piloteando un programa para integrar a las empleadas domésticas a la seguridad social, el cual tiene algunas coincidencias con los ejes aquí planteados. Tal caso representa una gran oportunidad para buscar una legislación para la economía de las chambas en su conjunto. Un problema con la legislación del trabajo para esta época es que requiere realinearse con las tendencias innovadoras de creación del trabajo, ya que en el caso de la economía gig, el marco actual le ha quedado deber a los participantes de dichas actividades. Se trata de que el marco sea balanceado entre crecimiento económico en niveles macro y micro, empoderamiento y protección a los trabajadores. También consiste en que, el estatus de trabajador independiente tenga el mismo atractivo que el de empleado de tiempo completo, mejorando la eficiencia del mercado laboral, sin sacrificar el grado y la velocidad de innovación.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @jarreolar Facebook: Javier Arreola LinkedIn: Javier Arreola Página web: Javier Arreola Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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