Este año, Argentina celebró cuatro décadas de elecciones democráticas ininterrumpidas, luego de una dictadura militar. Desde 1983 el pueblo argentino ha superado crisis políticas, insubordinaciones militares, conflictos sociales y severas crisis económicas. El triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales abre un nuevo capítulo en la historia de la democracia argentina.

Las elecciones primarias de agosto ya avizoraban un panorama electoral incierto para la continuidad del peronismo, con Sergio Massa como candidato de la Unión por la Patria. Los resultados pintaron un cuadro muy lejano de las primarias de 2019, cuando Alberto Fernández se impuso sobre el entonces presidente Mauricio Macri, por más de 15 puntos.

El peronismo tuvo un breve respiro el pasado 22 de octubre, cuando se llevaron a cabo las elecciones generales en Argentina. El triunfo de Massa en la primera vuelta, con el 37% de la votación versus el 30% de los votos de Milei, inyectó cierto optimismo al oficialismo. Paradójicamente, estos números terminaron por fortalecer al candidato libertario, quien puso en marcha una serie de pactos y alianzas, la exclusión de personajes que habían resultado nocivos para su campaña, así como cierta “moderación” de su discurso.

Hasta hace unos días, se hacía eco del aparente colapso en el que habría caído Milei en plena entrevista para la televisión argentina. La salud mental del candidato quedaba en entredicho. Y para sus retractores, la muestra de que Milei iba en picada rumbo a las elecciones.

Pero estas opiniones ni las encuestas fueron acertadas. Lo que vimos fue un abanico de estudios demoscópicos algunos de los cuales, luego del buen desempeño del ministro de Economía durante los debates, mostraban un discreto margen a su favor.

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La victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales representa un desafío inédito en el récord de la democracia argentina o, mejor dicho, en la democracia peronista. A lo largo de los años, el peronismo se convirtió no solamente en una maquinaria para ganar elecciones, sino en una suerte de cultura política. Ante la centralidad del peronismo para entender el sistema político argentino, estos comicios son una anomalía, no por la derrota del candidato peronista en las urnas, sino por el personaje ante quien se materializa esa derrota.

Hoy abundan las biografías sobre quien es Javier Milei, pero hace un par de años era prácticamente un desconocido. Apenas en 2021, Milei arrancaba su carrera política al competir como candidato en las elecciones legislativas, haciéndose de un lugar en la Cámara. Economista, influencer, figura de televisión y libertario son algunas de las credenciales del virtual presidente de Argentina.

Según datos publicados en la noche de la jornada electoral, Milei logró 56% de los votos frente al 44% de Massa.

En su discurso de victoria luego de conocerse los resultados de la segunda vuelta electoral, Milei expresó “no hay lugar para la tibieza”, la cual resume una de las claves de su triunfo. Como candidato, “el león” logró comunicar su oferta electoral con claridad, la cual puede resumirse en dolarización y el recorte al gasto público. En torno a estos pilares, Milei lanzó como la militarización del país, su posición en contra del aborto, desregulación de la venta de armas y un sistema de váuchers para la educación y la salud. Incluso, un mercado de órganos no regulado por el Estado. 

El outsider de la política aviva el entusiasmo de la derecha en América Latina. En nuestro país Xóchitl Gálvez celebró el triunfo de Milei con un eufórico mensaje en la red X. Pronto veremos si el mensaje fue mera diplomacia o el deslizamiento hacia propuestas “libertarias”. 

Contacto:

Maestra en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford y Licenciada en Ciencia Políticas y Relaciones Internacionales, por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Twitter: @palmiratapia

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