Me sorprende que en países como México, quien padece de mal gobierno, haya partidos y políticos que ofrezcan y vendan exitosamente la idea de que necesitamos más gobierno para resolver la pobreza, la salud o la educación. 

Entiendo que países que se gobiernan con éxito se compre la idea para algunos temas, pero en un país como el nuestro en que el gobierno es incapaz de resolver lo más elemental, como la seguridad, me parece extraordinario que se siga vendiendo la idea y que la gente, ingenuamente, la siga comprando. 

Me temo que todo este engaño tiene un origen perverso: los ciudadanos son menores de edad y deben contar con un padre que los conduzca por la vida. Ese padre idealizado es sabio, honesto, responsable, transparente y bueno; además, es capaz y está obligado a resolver todos los problemas familiares, de barrio, de ciudad, de estado o de país que nos atormentan. 

Del otro lado de la mesa, hay quien piensa que el gobierno no sirve y que debe dedicarse exclusivamente a temas policíacos y de administración de justicia; a dejarnos vivir y crear riqueza en plena libertad. 

Entre ambas posturas, gobierno controlador y gobierno mínimo, hay muchos grises; sin embargo, en México, la gran mayoría coincide con la primera: Mucho gobierno es mejor (aunque los políticos y los funcionarios sean perversos o ineptos, o simplemente humanos).  

Esto es paradójico, ya que el gobierno estatal, municipal o federal, insisto, es malo no sólo para regular, sino para ejecutar. En ambas cosas, interviene un político, un funcionario de nivel alto, un partido o un sindicato que le extrae recursos a la población. Es decir, una vil extorsión.

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Como discutir temas en abstracto es ocioso, mejor propongo algunas reglas de dedo para el proceso de decisión:

¿Realmente es un problema que deba y pueda resolverse? Sí, adelante, analicémoslo. No, a otra cosa, mariposa. 

¿El problema es público o es privado? ¿Realmente es público? Adelante. ¿Es privado? El gobierno no está invitado a la discusión. 

¿Tiene que resolverlo el gobierno? No, que lo resuelva la sociedad, el mercado y la competencia. Sí, sólo el gobierno puede resolverlo, adelante, analicémoslo. 

¿Lo debe ejecutar el gobierno o solamente sentar las reglas para que lo resuelvan otros? ¿Sólo regular? Hagamos una regulación que permita la competencia entre particulares. ¿El gobierno debe ejecutarlo? ¿Con qué recursos?

Complementarias, en caso de que el gobierno deba regular o prestar algún servicio:  

¿El gobierno va a regular algo? Las reglas deben ser mínimas, útiles, justas y a prueba. Todo está a prueba: Si los resultados no son los deseados, las reglas se descartan. 

¿El gobierno, directamente va a dar el servicio? ¿Bajo qué criterios de calidad? ¿Quién define esos criterios? ¿Cómo se verifican y se evalúan? ¿Qué pasa si no se cumplen, qué penalidades hay para el gobierno en dado caso? 

Creo que, si aplicamos estas reglas de pensamiento a leyes, servicios, obras y trámites de gobierno municipal, estatal o federal, podríamos descartar la mayor parte de la actividad gubernamental y mejorar la actuación de gobierno en lo que quede. Con ello, liberamos muchos recursos públicos y privados. Es más, no tenemos que seguir las 6 preguntas, con la primera y la segunda hacemos un barrido grande. 

Contacto:

Santiago Roel R. es Director y fundador del Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.

www.semaforo.mx

Twitter: @semaforodelito

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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