- El sismo. Hace casi 9 meses sufrimos en México un sismo que literalmente sacudió a la sociedad. Ante los ojos de muchos, vimos la mejor versión de nuestro país. Sin dudarlo, nuestra gente dio todo lo que podía a quien lo necesitaba. Vimos imágenes sobre personas en sillas de ruedas moviendo escombros, ferreterías que lo donaron TODO para contribuir a rescates, gente de origen muy humilde que generosamente donaron las monedas que tenían. Vimos millennials activando plataformas de ayuda, gente mayor que guiaron a otros basados en su experiencia. Vimos, con todo y sus deficiencias, un México movilizado y volcado a los demás. México dio lo mejor que tenía, su gente, su talento y su amor por “ese México”. Además de una profunda tristeza, se sentía unidad, y confianza en el vecino. Por unas semanas fuimos un México que construye, levanta y da la mano. México fue portada alrededor del mundo, más allá del sismo, por su gente. Estábamos orgullosos de ser mexicanos. Fuimos un México que, a pesar de sus desigualdades, irregularidades, y tragedia, mostró al mundo, de lo que está hecho.
- Las elecciones. Nueve meses después de aquél sismo, somos testigos a 4 semanas de tener elecciones, de otra versión del mismo país. Ahora vemos uno muy pobre, socialmente polarizado, dividido en diferencias, en vez de unido, por el amor a México. Los males y diagnóstico, todos los conocemos, y además coincidimos. Sin embargo, carecemos de una narrativa sencilla que una y articule una visión clara del potencial como país, por su gente y recursos naturales. Adicionalmente, tenemos incontables ejemplos de contradicciones de las marcas-persona de los candidatos en actitudes, discursos y moral. Hemos visto a una clase política que “NO” traiciona, simplemente hace “ajustes” en sus alianzas estratégicas. (Exacto: ¿??? ¡!!!). Vemos a una sociedad que prefiere, como bien escribió alguien en Twitter hace poco, “que le administren su enojo, en vez de que le resuelvan sus problemas”.
Elecciones, S19: marca-país y marca-personal
La percepción sobre marca-país tiene influencia sobre el valor inconsciente de los ejecutivos. Eventos como el sismo y las elecciones son un claro ejemplo. Y nos falta el Mundial.
México ocupó en 2017 el lugar número 13 dentro del ranking de valor marca país de Brand Finance. ¿Y a nosotros como marcas personales, qué nos importa?
Palabras más, palabras menos, de acuerdo con Brand Finance, entendemos como marca-país a una estrategia para capitalizar la reputación de un país en mercados internacionales. Generalmente se confunde con una campaña de promoción turística. Sin embargo, la marca-país es una propuesta de valor de lo que ofrece un país a visitantes e inversionistas. Tiene tres dimensiones: turismo, exportaciones e inversión extranjera directa. El término marca-país nace de la necesidad de los sectores empresariales y gobiernos, por generar una identidad propia frente a los mercados internacionales. Así mismo, la estrategia de posicionamiento de un país en particular, tiene el objetivo de capitalizar el origen de los productos, las empresas y las personas en los mercados globales.
En las últimas semanas me he cuestionado sobre DOS eventos puntuales que, han mostrado dos versiones diametralmente opuestas del México que somos, y en el que vivimos. Sin duda, esos dos Méxicos influyen en la percepción dentro de las organizaciones con operaciones internacionales hacia los ejecutivos mexicanos.