Por Ernesto Rojas* Los mexicanos nos caracterizamos por ser atrevidos. No en vano esa frase de hacer las cosas “a la mexicana”. Y eso es bueno. No concibo un emprendimiento que no requiera de este elemento para decir, ‘sí, hagámoslo’. Hay que ser osado para aventurarse en algo que, creemos, puede tener éxito. El problema es que el atrevimiento por sí solo no basta. Nos invita a dar el paso, pero no puede sustentar planes de negocios. Para ello se requiere estructura, planeación, objetivos definidos; vamos, una estrategia que permita a los proyectos una mira de largo alcance para crecer y ser escalable. Desafortunadamente, esta falta de estructura en los emprendimientos es lo que explica que, en promedio, 75% de los proyectos que están naciendo en este momento en México fracasen antes de los dos años. ¿Fueron atrevidos? Sí, de otra forma no estarían registrados como negocios fallidos, pero de nada sirvió el ‘aventarse’ si nunca establecieron metas, y con base a ellas, se reinventaron para ajustarse a un mercado cambiante y muy exigente. Parte de emprender es aceptar tus áreas de oportunidad y ser ágil para corregirlas a tiempo. Pero pensemos en otros países de la región. Por ejemplo, Colombia y Brasil. En el primer país el 41% de los emprendimientos subsiste al segundo año de vida, mientras que, en el segundo, el 65.2%. ¿Por qué en estos países los emprendedores tienen mayor capacidad de éxito? De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto del Fracaso, la razón por la que en México los emprendimientos suelen tener una vida muy corta se debe a que no tienen los ingresos para subsistir, pero sobre todo a la falta de indicadores y a planeaciones deficientes. Esto va muy en línea con lo que arrojan estudios de digitalización en las pequeñas y medianas empresas. Por ejemplo, en algunos de estos se asegura que la falta de indicadores representa 48% de los fracasos en México. Estos indicadores hoy tienen un aliado poco explorado en las pequeñas unidades de negocios: la tecnología, la cual, ayuda a las Pymes a potenciar su crecimiento al lograr incrementar sus ganancias 12%, de acuerdo con análisis de Google. Pero una cosa son las empresas como unidad de negocio y otro el ecosistema emprendedor. Sobre este último aspecto tenemos mucho que aprender de países como Colombia, que han venido desarrollando redes entre gobierno, empresas ancla, instituciones crediticias, emprendedores, aceleradoras, incubadoras y espacios comunes de convivencia e intercambios de ideas y conocimientos. Es por ello que no es una casualidad que de ese país sudamericano estén emergiendo unicornios latinoamericanos (compañías tecnológicas que alcanzan un valor de más de 1,000 mdd en etapas de levantamiento de capital), como Rappi y Nubank (brasileña de sangre colombiana). Curiosamente México es el segundo país de Latinoamérica con mejor contexto para emprender, de acuerdo con el Monitor Global de Emprendimiento. Por supuesto, su mercado, sus instituciones de educación superior y los fondos que aquí operan son relevantes para que así sea considerado. El problema está en el encadenamiento de todos los actores que participan en el ecosistema. Es ahí donde se centra el mayor reto para hacer de este país, con mucho potencial, pero poca planeación, el hub de emprendimiento por excelencia de Latinoamérica. México definitivamente proporciona el ambiente para poder lanzar un emprendimiento exitoso, si utilizamos la creatividad que nos caracteriza y la complementamos con la estructura que nos falta, el ambiente Pyme y de emprendimiento crecerá lo suficiente para poder superar a las potencias Latinoamericanas. *Country Manager de MyPoppins   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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