Este texto fue publicado originalmente el 15 de octubre de 2018.  Las comunidades en Texcoco, Atenco, Acuexcomac,Tezoyuca son puntos en la geografía aledaña a la zona donde se construye, por ahora, el Nuevo Aeropuerto Internacional de México; ahí, cientos de pobladores mantienen la defensa de sus tierras y afirman que la desecación total del lago de Texcoco será la sentencia de muerte al modo de vida lacustre en el Valle de México. La desesperación por hacerse oír es tal, que en la visita del futuro titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte, Javier Jiménez Espriú, realizada la semana pasada a la zona, activistas y pobladores no dudaron en afirmar que las obras del NAIM traerán desolación y cambios irreversibles, algunos ya en pie por la extracción de materiales de construcción. Relacionado: #YoPrefieroElLago, la campaña que busca frenar el aeropuerto en Texcoco “Mira, mira las aves, están buscando agua y no la encuentran. Aquí llegaban muchos grupos de aves diferentes y ahora que se está secando el lago, ¿qué va a pasar?”, dice Ignacio del Valle mientras señala una parvada que vuela dentro del perímetro del terreno que albergaría el NAIM. Del Valle es integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FDPN), una de las organizaciones que se opone a la construcción de la obra de infraestructura más ambiciosa del sexenio de Enrique Peña Nieto, que en total ocuparía una extensión de 743,000 metros cuadrados y tendría un costo total de 13,000 millones de dólares. La desecación de cuerpos de agua, de lo que alguna vez fue parte del lago de Texcoco (destino de diversos tipos de aves migratorias), es una de las afectaciones más evidentes, pero con la construcción de la terminal aérea se ha puesto en marcha la explotación de las montañas aledañas a la zona y la destrucción de terrenos agrícolas, que pasará la factura al ecosistema de la zona y el modo de vida de los habitantes de 28 municipios. “Todos los pueblos tienen una razón de ser enfocada en el Lago. Atenco significa ‘en la orilla del agua’, Acuexcomac, significa ‘cuenco de agua’, nuestros pueblos tienen una forma de vida y una historia muy bonita, merecemos respeto y en ese respeto que marca la ley que nos dice que los pueblos tienen que ser consultados nunca lo hicieron”, afirma el originario de San Salvador Atenco, el municipio que por 18 años se ha opuesto a los proyectos para construir un puerto aéreo en la zona. Los habitantes de Atenco y otros municipios cercanos argumentan que el aeropuerto se construye en reservas territoriales, es decir ejidos de uso común, y desde la integración del primer proyecto para edificar un aeródromo en la zona en 2001, durante la administración de Vicente Fox, nunca fueron consultados al respecto o les fue presentado los proyectos integrales. “Están despojándonos de nuestro territorio y ya están generando conflictos debido a que muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana están siendo afectados. Vienen a romper con usos y costumbres de nuestro territorio y generaron problemas ecológicos, no nada más en Atenco. La problemática no acaba en los municipios de Texcoco y Atenco, somos muchos municipios del Estado de México, la devastación está alcanzando a Tlaxcala, Hidalgo y Puebla”, apunta Octavio Jiménez Rivera integrante de FDPN y uno de los impulsores de la campaña Yo Prefiero el Lago. No buscan una negociación para la compra de los ejidos, por ello exigen la cancelación de la construcción del aeropuerto. Aunque esta posición no es uniforme entre todos los pobladores, Rivera advierte que algunas comunidades han cedido ante la presión de la venta de reservas territoriales por parte de la Procuraduría Agraria. “Queremos al lago de Texcoco, no nos oponemos al progreso, pero que no dañen nuestras poblaciones”, dice Jiménez Rivera. “Lejos de tener un beneficio lo que se está viendo es la devastación ecológica y dentro del tejido social, utilizan a nuestra misma gente ofreciéndoles empleo mal pagado en estas dichosas ferias del empleo para recaudar mano de obra barata, no conforme con que nos están despojando, desplazando de manera forzada en nuestro territorio vienen con el cinismo de pagar mal a nuestra gente”, refiere desde un páramo cercano a los terrenos en donde trabajan grúas y camiones en la etapa inicial del aeropuerto.

Foto: Arturo Luna/ Forbes

OLVIDO Y DESPRECIO La falta de atención a las comunidades cercanas en donde se construyen los proyectos de infraestructura del gobierno federal son una práctica documentada. México Evalúa, un organismo enfocado en analizar el ejercicio de la administración pública, alertó en el informe ¡Ojos a la Obra! la falta de estudios de factibilidad social, que prevén los impactos positivos y negativos en las poblaciones, a fin de evitar problemas que pueden entorpecer el desarrollo de proyectos y su terminación.
Obras públicas, costosas y nunca terminan a tiempo: México Evalúa
Nieves Hernández, en uno de los casos más peculiares de oposición a las obras del NAIM, supo que el espacio en el que ha vivido por más de 20 años sería seriamente modificado cuando la tierra empezó a ser removida por máquinas, y se remplazaron los campos por concreto para dar paso a una carretera, una de las 17 obras para comunicar el aeropuerto con Ciudad de México. La construcción de esta carretera se interrumpe justo en donde empieza la casa de Nieves y continua al final de su pequeña propiedad. La mujer que vive de la venta de las verduras y frutas que cosecha en el huerto de su terreno advierte que no cederá ante las solicitudes de modificar la locación de su casa. “Aquí tengo una manera de vivir diferente, en otro lado no va a ser lo mismo, construyeron sobre parcelas productivas. A mí nunca me avisaron que iban a hacer una autopista, nunca fui comunicada, cuando yo vi entraban carros y carros con material y todo esto fue de rápido, tiene aproximadamente tres años y me ha perjudicado en muchas formas”, cuenta la residente. La propuesta por parte de las autoridades es construir su casa en otra zona cercana a la carretera, lo que no incluye el pago de la propiedad, en caso de no aceptar el terreno será expropiado, le han advertido a Hernández. De la misma forma que Nieves, los habitantes de Tezoyuca, se percataron de la sobreexplotación de tezontle en el cerro de esta población cuando escucharon el ruido de la maquinaria y entraban a la zona más de cuarenta camiones al día para transportar el material. El tezontle y el basalto se utilizan para la nivelación de las 5,000 hectáreas de las pistas del Nuevo Aeropuerto, lo que ha hecho florecer el negocio de la extracción de estos materiales en diversos cerros de la zona, entre ellos el de Tezoyuca propiedad de la empresa Martínez Villegas. “Vivimos a las laderas de esta mina, hicieron un relleno mal hecho que les solicité un manifiesto de impacto ambiental, pero lo hicieron con tierra, basura y arena muy finita, debajo de nuestras casas hay grietas, ese es nuestro temor, que estamos en peligro”, cuenta Angélica María González de Lucio, quien tiene más de seis años viviendo a la orilla de la mina que por décadas ha sido explotada pero que con el arranque de las obras del NAIM se intensificó la extracción de material. La opositora a que continúe la explotación de la mina advierte que el paso de camiones, el ruido de la maquinaria y la presión por defender su patrimonio que incluye sortear denuncias de los dueños de la mina es tan fuerte que la salud de los vecinos se ha deteriorado. “La empresa se ha dedicado a dividir, hay personas a las que se les ha dado dinero, les han echado su loza de su casa, de su patio (…) ninguna autoridad ha venido menos el municipio, el empresario vino a repartir dinero y fue disolviendo el movimiento, pero todos los que vivimos (cerca de) la mina estamos exigiendo justicia; esta mina ya está sobreexplotada, queremos la clausura total y que nos arreglen las casas de los que vivimos a la orilla”, apunta desde la azotea de su casa.

Foto: Arturo Luna/ Forbes

 

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