Sin duda, para cuando esté publicada esta nota, las reformas constitucionales que permiten la creación y operación de la Guardia Nacional en México ya fueron aprobadas en la Cámara de Diputados, para continuar su proceso legislativo en el Senado de la República y en las legislaturas de los estados, con lo cual se habrá instaurado un híbrido sui generis para la atención de la seguridad pública en nuestro país. No voy a discutir, lo que ya se discutió y señaló por diversos expertos, organizaciones de sociedad civil, académicos, defensores de derechos humanos y clase política de diversas vertientes, y que se refieren a que “nuestra” Guardia Nacional es más militar que civil y que si bien se abrieron los espacios para la consulta y opinión, pocas opiniones se incorporaron en el espíritu de la ley. No hablaré de eso, porque ya se ha dicho mucho y se seguirán discutiendo sobre su naturaleza, su estructura, su orden, su mando civil, pero con “régimen de servicios, ascensos, prestaciones, ingresos, profesionalización y cumplimiento de responsabilidad” de carácter militar. Todo eso es fundamental y trascendental, pero inevitable, pero en este momento me resulta más productivo reflexionar sobre el resto de los temas que deben estar presentes en una política nacional de seguridad y pacificación para nuestro país con todo y Guardia Nacional, porque: La operación de la Guardia Nacional ocurrirá a la brevedad posible, no tengan duda, pero lo que más me ocupa y preocupa, es todo lo demás: ¿Qué haremos para fortalecer las capacidades institucionales locales, estatales y federales para dar acceso y procurar justicia? ¿qué haremos para restablecer las condiciones de convivencia, orden cotidiano, legalidad y cultura cívica en nuestras comunidades? ¿qué haremos para retomar la gobernabilidad de los municipios? ¿cómo se restablecerá la existencia del Estado de Derecho en comunidades donde el arraigo social del crimen permite hacer justicia por propia mano o que instauran al secuestro, la extorsión y el robo de combustible como formas para hacer justicia social (sic)? ¿qué haremos con las incapacidades y desconfianza completa en nuestras instituciones de justicia? ¿cuándo transitaremos de un modelo de seguridad reactivo a uno predictivo, preventivo y ciudadano? ¿por dónde empezamos para construir ciudadanía de tiempo completo, esa que les hace falta a las policías municipales, estatales y, después de la Guardia Nacional para asumir la corresponsabilidad en la construcción de seguridad o para hacer inteligencia social? En serio ¿por dónde empezamos para establecer una ruta de civilidad, legalidad, Estado de Derecho. Todas esas preocupaciones, pasaron inadvertidas y sólo ameritaron un párrafo transitorio que señala: “El Sistema Nacional de Seguridad Púbica implementará un esquema de fortalecimiento del estado de fuerza y las capacidades institucionales de los cuerpos policiales, bajo objetivos cuyos resultados sean verificables”. Disculpen mi vehemencia para hablar de este tema, pero ese párrafo final era el centro, el anhelo y es la necesidad más apremiante para arrancar el proceso de pacificación y seguridad en cada rincón de nuestro país. A favor, digamos la discusión de la Guardia Nacional da atisbos de que gobiernos y legisladores están interesado en atender la seguridad (a secas), pero diré, para ser constructiva, que a la Guardia Nacional de México le hacen falta muchas cosas, pero dos resultan fundamentales para comprender el rumbo que tomará su implementación, ya nos daremos cuenta que nos falta todo por hacer para atender la naturaleza, complejidad y magnitud de los fenómenos de violencia, delitos y arraigo social de crimen en nuestras comunidades, municipios, entidades y nación completa. La primer gran ausencia en estas decisiones es sin duda la falta de comprensión de los fenómenos sociales, económicos, culturales, institucionales y culturales que “explican” las violencias, los delitos, el arraigo social de crimen, la naturalización de la violencia, la no denuncia, la impunidad, la corrupción. Es real: no todo es delincuencia organizada, ni delitos de alto impacto, ni corrupción de políticos, eso es parte de una realidad, porque el resto, son complejos problemas de conductas sociales y factores que generan violencia, delitos, impunidad, justicia por propia mano, baste salir a cualquiera de nuestras comunidades rurales o urbanas donde el homicidio, el consumo de alcohol y droga en vía pública, el feminicidio, las riñas entre vecinos, la apropiación de la vía pública, son procesos, casi “naturales”, en las interacciones comunitarias. La segunda gran ausencia es la visión de lo que debe hacerse con la seguridad en nuestro país, y es comprender las competencias exclusivas que pueden y deben tener los gobiernos municipales. Créanme, ahí, en ese nivel de gobierno es donde más nos falta trabajar a todos: legisladores, gobernantes, académicos, especialistas, ciudadanos, investigadores, organismos no gubernamentales. No hay manera de avanzar en la recuperación de la paz y la seguridad sino reconstruimos la gobernabilidad en lo local. Y así, para no hacer un tratado, pero sin poner el acento en los temas que deberán discutirse y construirse a la brevedad posible, ya que:
  • A la Guardia Nacional de México le hacen falta 32 corporaciones estatales y 2 mil 457 corporaciones municipales con mandos ad hoc al servicio de seguridad pública municipal, miles de policías capacitados, equipados, bien pagados, con carrera policial e integrados en un sistema de seguridad que responda a la naturaleza de la violencia y los delitos de cada localidad.
  • A la Guardia Nacional de México le hace falta una estrategia de creación o fortalecimiento de policías municipales con perspectiva de proximidad, justicia cívica y cultura de paz, pero lo que más le hacen falta son millones de ciudadanos que cumplan y defiendan el Estado de Derecho de esta sangrante nación mexicana.
  • A la Guardia Nacional de México le hacen falta tres órdenes de gobierno que se hagan corresponsables de la construcción de gobernabilidad y ejercicio pleno de Estado de Derecho, y obvio leyes, reglamentos y reingenierías institucionales para operar la Guardia Nacional.
En resumen, me preocupa y ocupa todo lo que no hay en el espíritu de esas reformas y que deberían de atender problemas vitales en nuestro país, como son las violencias y delitos contra mujeres, justicia para adolescentes, conductas antisociales, impunidad, no denuncia, construcción de cultura cívica, construcción de cultura de paz, proximidad, desconfianza en instituciones de seguridad y justicia y sí, prevención social de las violencias, los delitos y la delincuencia, y si toda la agenda penitenciaria, policía de investigación, ya no le digo, porque es real esto debe ser parte de un Programa Nacional de Convivencia, Justicia, Seguridad y Paz para México.   Contacto: Twitter: @AngeGarnicaSosa LinkedIn:  garnicasosa Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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