A los 8 años, Salem McBunny comenzaba a incursionar en el mundo de la fotografía. De la mano de su padre comenzó a conocer los distintos ángulos a través de autoretratos con una cámara de rollo. Ahora cuenta con diversos reconocimientos y premios por su proyectos fotográficos, donde suele retratar las particularidades de las personas.

Forbes Life tuvo la oportunidad de platicar con el multipremiado fotógrafo mexicano sobre su pasión por una profesión tan antigua, cómo es que llegó a este camino y qué proyectos le esperan.

Salem McBunny
Foto: Salem McBunny

La fotografía como un proceso de sanación

Que McBunny llegara al camino de la fotografía fue, primero, una forma de canalizar sus emociones, un proceso de sanación que se reflejó en sus fotografías “era muy complicado verme al espejo, muy complicado el ver algo bonito que había en mi persona; cuando empiezo a trabajar de forma más terapéutica, sanadora y consciente era algo que yo quería transmitir, que la gente viera”.

La forma en que actualmente trabaja le permite desarrollar su creatividad al máximo, ya sea que desde momentos previos ya tenga en su cabeza cómo es que quedará la composición, o cuando llega ese momento de incertidumbre y miedo durante el proceso que le hace reconstruir el concepto y jugar con objetos hasta obtener lo que quiere.

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McBunny describe su trabajo como uno poético, mágico, colorido y oscuro, este último tema considera es el predominante en su obra, donde destacan toques de melancolía, pero que en realidad consiste en un juego entre la persona, objetos y la cámara, “cuando yo comenzaba transmitía todas mis emociones que en su momento veía como oscuras, cuando me sentía triste, con ganas de llorar, de gritar, todo esto lo plasmaba y hoy en día algo que no plasmo en mis fotos en emociones es la alegría y la felicidad, es muy raro que una fotografía tenga ese toque”, nos relata.

Otro tema que predomina en su trabajo son los rostros inexpresivos que, nos explica, le permiten pensar en el misterio que hay detrás de la historia de cada persona.

Pero su trabajo no concluye ahí, al pisar distintos talleres de fotografía descubrió que sus ponentes escondían secretos con recelo y eso lo llevó a optar por la docencia, donde busca que todos los que pisen su aula obtengan de él todo lo que necesiten, evitando ese celo profesional que notó en sus talleristas.

Llevando el arte a otro nivel

Tenía solo 25 años cuando recibió su primer trofeo en físico. Mientras se preparaba para iniciar su jornada laboral, que comenzaba a las 6 de la mañana, prendió una computadora y vio su foto de portada como la ganadora del One Eyeland, como mejor fotógrafo fineart del mundo. Un año después, 2021, fue elegido el mejor fotógrafo de México. “Fue una locura que me hizo creer en mí”.

Para Salem, los premios significan una puerta de posibilidades, de demostrarse y compartirle a las demás personas que en algún momento se han sentido excluidos que hay otras opciones y que los sueños se pueden cumplir.

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Actualmente trabaja en una serie fotográfica con su abuela siendo, revela, la más premiada en Tokio y en Rusia, de la cual espera sacar un libro que contenga tanto fotos de su musa y de otras mujeres, donde además cuente sus historias.

Para Salem su mejor herramienra ha sido la curiosidad, “considero que si agarramos la curiosidad como una herramienta de apoyo no solamente vamos a descubrir la pasión en la foto, sino encontrar otro tipo de pasiones que van a llenar nuestro corazón y nuestro espíritu”.

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