La puerta rosa de CAM Galería se abre y entro en un mundo que, sin remedio, me atrapa una vez más. La primera inmersión sucedió la noche anterior (o quizá mucho antes) en el hotel Presidente InterContinental Mexico City, entre representaciones de grandes formatos y personas admiradas, con la intervención de la suite Diego Rivera. Hoy, en un proyecto independiente, obras originales estáticas y en movimiento son el marco de una conversación con el creador de este universo: Pedro Friedeberg.

Suscríbete a nuestro newsletter semanal aquí

Después de explorar diversidad de soportes y disciplinas en materiales tangibles, el “artista emérito de México en 2021” ha permitido que su obra trascienda en el cryptoart a través de los NFT (Non-Fungible Tokens o códigos encriptados, utilizados para identificar como única una pieza digital).

“Me da gusto que los jóvenes gocen de su tecnología, como yo lo hacía con el radio hace 70 años”, comenta Friedeberg, no sin antes advertir lo cautos que debemos ser los humanos frente a la tecnología, pues el aparente avance puede representar un retroceso fatal.

Los NFT que nos rodean provienen de una serie de dibujos que realizó entre marzo y julio del año pasado, en San Agustinillo, Oaxaca, durante el confinamiento obligado por la pandemia. Las piezas físicas también son testimonio de esa etapa creativa, limitada en instrumentos, pero vasta en pensamientos.

Descubre:

Arte popular sin fronteras

Las esferas de Yvonne Domenge irradian belleza en una exposición en México

Pedro Friedeberg
Foto: Fernando Luna Arce.

“Yo sí veo posibilidades constantes. El diseño es mi modus vivendi. Me encanta observar los periódicos; en ellos encuentro una nueva idea para dibujar un elefante, una cara… En cualquier objeto, algo que parecía una caricatura o una cosa sublime, encuentro algo que puede ser importante”.

Pedro Friedeberg.

Así encontró Pedro Friedeberg su efusión por el arte cuando era niño: viendo posibilidades en los lugares menos esperados. En el comedor de su casa pendía la reproducción de una pintura de Alberto Durero, un clásico del Renacimiento alemán. Sin embargo, eso era lo de menos para él; lo más relevante era que, debajo de ese cuadro, había un arcón donde alguien guardaba un sinnúmero de historietas: Maldades de dos pilluelos, La pequeña Lulú, El Reyecito… y otra muy particular donde los colores de los personajes se corrieron. “Eso me pareció interesante”, confiesa.

También halló motivación viendo pincelar acuarelas a la hija del pintor alemán Heinrich Vogeler, que era su vecina en el Edificio Jardín, ubicado en la colonia Escandón, en la Ciudad de México. Incluso se inspiraba en la bóveda con flores de la construcción que albergaba su escuela primaria y hasta en una lata de levadura con letras que iban de las más grandes a las diminutas, en las cuales intentaba descubrir el infinito.

El ingreso Friedeberg a la carrera de Arquitectura, primero en Boston y más tarde en la Universidad Iberoamericana, en la capital mexicana, significó el paso que lo acercaría todavía más, sin querer, a su verdadera vocación: las artes plásticas. Luego, motivado por Mathias Goeritz, uno de los maestros que más ha admirado, fundó el grupo “Los Hartos”.

En tendencia:

NN Galería inaugura la exhibición ‘Bixhia’ en la ciudad de Oaxaca

Diorama Emotivo: el arte en progresión de Sandra Mazoy

Pedro Friedeberg
Foto: Fernando Luna Arce.

Estábamos hartos del modernismo […] del rebaño de ovejas, que todo imitan”, explica el artista de origen italiano, alemán y judío y que, desde su primera exposición individual, desveló un estilo propio muy definido, afín al surrealismo, como él mismo lo describe: onírico, absurdo e irónico; allegado también al pop art “que hace vibrar los ojos como un papel tapiz o una enfermedad ocular”. Un estilo que, coinciden los estudiosos de sus expresiones, es sumamente excepcional.

La pintura, escultura e impresión de Friedeberg están llenas de simbolismos. En esta línea, resulta inevitable traer a colación la Mano Silla, uno de sus muebles más icónicos en la escena internacional y al que él llama “un accidente oportunista o una oportunidad accidental”. Aunque por mucho tiempo las manos y los pies fueron elementos recurrentes en su obra, revela que prefiere los corazones y, mucho más, las cabezas; las partes que están vinculadas a la neurología y al ser.

“Yo sí veo posibilidades constantes. El diseño es mi modus vivendi. Me encanta observar los periódicos; en ellos encuentro una nueva idea para dibujar un elefante, una cara…”

Pedro Friedeberg, artista mexicano.
Pedro Frideberg
Foto: Fernando Luna Arce.

La visión de Pedro Friedeberg respecto a la vida actual es absoluta. “Uno de mis autores favoritos, satírico y mordaz de la Viena de comienzos del siglo XX, Karl Krause, escribió hace más de 100 años ‘Los últimos días de la humanidad’. La gente no se da cuenta, pero la humanidad va por ese mismo camino, hacia el caos total, hasta la destrucción; como ocurrió con Pompeya”.

Por ello, considera pertinente darse a la tarea de viajar en barco y cruzar el océano en ocho días. Él ha sido un trotamundos audaz que considera a París y Roma sus destinos predilectos; que lo mismo disfruta caminar entre los pasillos llenos de frutas de los mercados de barrio, que recordar las épocas gloriosas de colegios y teatros.

“En estos momentos quisiera estar en una isla a 10,000 kilómetros de aquí, con unas palmeras borrachas de luna”, asevera, sin cortapisas, el consagrado Pedro Friedeberg, ilusionado con nuevos proyectos.

Síguenos en:

Twitter

Facebook

Instagram

 

Siguientes artículos

Centro Cultural Atatürk
Centro Cultural Atatürk, a favor de las artes
Por

La reapertura del centro cultural Atatürk (AKM) , en Estambul, fortalece a la escena artística contemporanea del planeta...