Chopard presentó una edición limitada de 100 piezas de guardatiempos en honor al Día de Muertos. La estilizada creación busca rendir homenaje a esta tradición nacional, por medio de una imagen icónica que recuerdan a la muerte; en esta ocasión, representada por una calavera.
La maison suiza retoma el simbolismo de esta celebración, a través del reloj L.U.C. Skull One, una pieza revestida por un juego de colores en negro y marrón que hace un guiño estilizado a las creencias ancestrales de la cultura mexicana.
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Al despojarse de un suntuoso diseño, este reloj consigue una imagen artesanal compuesta con una esfera con acabados lacados, en donde sobresale el rostro de una calavera decorada con motivos de flor o de corazón, rodeada por líneas que se esparcen por doquier para semejar los rayos del sol. Logra con ello un juego de intenciones entre el día y la noche, la luz y la obscuridad, la vida y la muerte.
La esfera de 40 mm de diámetro del guardatiempos mantiene en su carátula números arábigos y agujas de minutos y horas en un tono dorado, los cuales contrastan con el negro del fondo. El bisel, flancos y entrelazados fueron diseñados con una terminación en granallado.
Mientras tanto, una caja de acero DLC, con el mismo efecto del bisel, alberga el movimiento mecánico de carga automática L.U.C. 96.53-L. Éste es visible mediante un cristal de zafiro antireflejante y un fondo abierto ennegrecido.
Dos barriletes le permiten al reloj alcanzar una reserva de marcha de 58 horas, gracias a un microrrotor de tungsteno. Es sumergible en el agua hasta 30 metros de profundidad.
La correa de becerro en tono marrón con pespuntes, la cual termina elegantemente en una hebilla de acero DLC, completan la estilizada propuesta relojera de Chopard.
Así, L.U.C. Skull One se confronta sin miramientos con la vida y la muerte, símbolo de Día de Muertos, aquel que comulga con los conceptos abstractos, cobrando vida a través de un reloj que desafía los límites del tiempo y trasciende mundos discordantes.
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