Con una privilegiada ubicación entre Tulum y Playa del Carmen, el hotel Esencia seduce al viajero que busca fusionar las tradiciones del pasado con un sentido cosmopolita. ¿El resultado? Un oasis con las características del edén.  Veni, vidi, vici. Es lo que Julio César proclamaba en sus grandes victorias y, habitualmente, se refiere a los éxitos instantáneos. Precisamente, con la misma rapidez (y éxito) con la que Julio César venció en la batalla de Zela, el Hotel Esencia se ha convertido en uno de los destinos más deseados de México. Originalmente, la residencia fue construida como la casa privada de una duquesa italiana, Rosa de Ferrari, en una de las playas más espectaculares de la Riviera Maya. La llegada de un nuevo propietario, Kevin Wendle, co-fundador de CNET Networks, E! Online y Fox Broadcasting Company, supuso un nuevo comienzo para la propiedad. Wendle unió las tradiciones del pasado con el hedonismo jetsetter, lo que dio como resultado una nueva meca, una actualización plenamente contemporánea del savoir vivre clásico. ¿El mejor ejemplo? El mobiliario de Charlotte Perriand, simple, minimalista, pero cálido a la vez. O la selección de libros que decoran el hotel, curada con mano maestra. La pieza central del hotel sigue siendo la casa principal, alrededor de la cual hay senderos que conducen a sólo 29 suites y villas. Cada una de ellas posee una terraza privada con vistas espectaculares al Mar Caribe o al jardín. Hotel Esencia se caracteriza por su hospitalidad de máxima categoría: todas las comodidades que ofrece convergen, creando un hogar lejos de casa. Situado en una bahía natural, lejos de los enormes complejos hoteleros y del ruido de los grandes cruceros turísticos, se puede disfrutar de las playas vírgenes de Xpu-Ha, uno de los pocos rincones no desarrollados de la Riviera Maya, donde es posible gozar de paz y tranquilidad con un ambiente apto para toda la familia. La alta gastronomía se manifiesta en todo su esplendor con los incomparables y reconocidos sabores propiamente mexicanos del chef Juan Carlos Gutiérrez, antiguo diseñador gráfico que trabajó, entre otras marcas, con Chanel. Platillos sencillos pero, a la vez, sofisticados, inspirados en la cocina regional mexicana y la saludable filosofía de la gastronomía mediterránea, componen el menú de los dos restaurantes del hotel, situados en la piscina y en el jardín. Todo lo que se sirve es natural y orgánico, utilizando alimentos provenientes de los cultivos del hotel y de los agricultores locales de Quintana Roo, que cuidan la integridad de los ingredientes en cada uno de los platos y ponen énfasis en los productos de temporada. El hotel dispone de un centro de bienestar y cuenta con un bar de jugos, gimnasio con máquinas de cardio de la firma Technogym, pilates y pesas. Se encuentra ubicado bajo una palapa tradicional con una fabulosa vista al cenote de la propiedad. Por las mañanas, se imparten clases de yoga en grupo para mantener el equilibrio y la paz. En el bar de jugos se crean mezclas de frutas y verduras recién prensados en frío, ideales para disfrutar tras un día de spa, o bien, para recuperarse de un duro entrenamiento. Además, a tan sólo 20 minutos de distancia se encuentran las famosas pirámides mayas, los cenotes subterráneos y, si se prefiere la vida nocturna, algunas de las mejores discotecas y restaurantes de la Riviera Maya. #ForbesSpa El spa aprovecha al máximo la ubicación paradisíaca de este hotel. Construido con el circular diseño típico de los refugios mayas, la base de sus tratamientos remite a los ingredientes más puros y naturales, cosechados en las aguas del Caribe y en las tierras de la selva maya. Cuenta con temazcal y fitoterapia, jacuzzi y baños de vapor. Por si fuera poco, Aroma Spa está equipado con un laboratorio de última generación, donde terapeutas altamente especializados diseñan programas personalizados para cada huésped. Nuestra recomendación: el Lime Ritual.

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