En total, suman 30 las posiciones disponibles a bordo de la primera fila de asientos de la Navigator, de las cuales, el sistema memoriza la preferida por sus usuarios, dando inicio a una automatización que contempla 80 características personalizables, entre ellas, la intensidad de la calefacción o del enfriamiento, la estación de radio preferida o la altura del volante. El principio que sustenta esta innovación es sencillo: todos manejamos distinto y merece la pena reconocerlo.
Inicia la aventura
Por ser ésta una primera experiencia de manejo a bordo del vehículo, toca ajustar los espejos retrovisores y oprimir el botón de marcha para llegar sin demoras a esa joya de la arquitectura colonial que es la ciudad de Puebla. Y el camino inicia con algunas miradas curiosas sobre el azul imperial de esta camioneta diseñada, sin lugar a dudas, para robar suspiros.
Al volante, queda claro que la Navigator 2018 saca partido de los recursos tecnológicos disponibles en el mercado para ofrecer una experiencia de conducción marcada por dos atributos centrales: seguridad y confort, ambos, altamente apreciados en un vehículo que incluye tres filas de asientos que habrán de acompañar ciento de miles de viajes familiares alrededor del planeta.
En primer lugar, destaca la efectividad del sistema Head Up Display, que optimiza los movimientos visuales del conductor para asegurar que éste mantenga la atención puesta en el camino, ello al proyectar en el parabrisas información clave que regularmente se vería en el tablero central, como la hora local, temperatura, velocidad actual, el límite de velocidad permitida y los kilómetros disponibles atendiendo al combustible en el tanque. En forma adicional, cuando se utiliza el sistema de navegación de la camioneta, el sistema agrega a la pantalla las indicaciones de ruta y la hora estimada de llegada, información que se actualiza constantemente según las condiciones del camino. La información es visible incluso al usar lentes oscuros, y tras su lectura por algunos kilómetros, queda claro que es sencillo acostumbrarse a esta forma de manejo.
La segunda y tercera fila, en tanto, ofrecen el mayor espacio para piernas en su categoría. Los asientos se inclinan y deslizan con un sólo toque en la segunda fila, frente a pantallas gemelas que exhiben programaciones distintas con el apoyo de audífonos independientes, evitando distracciones o molestias al conductor y al resto de los pasajeros. Los asientos reclinables eléctricos en la tercera fila, de igual forma que los anteriores, son retráctiles y se reclinan al toque de un botón para ofrecer la mayor capacidad de carga posible.
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De vuelta al volante, una funcionalidad que será apreciada por quienes no pueden desconectarse del Smartphone ni siquiera un instante se ubica al alcance del conductor, del lado derecho: es un cargador inductivo que recarga el teléfono en forma inalámbrica y cuenta con seis puertos USB de carga rápida, cuatro más de 12 voltios y un enchufe eléctrico de 110 voltios. Nadie a bordo quedará desconectado sin importar lo largo del trayecto en curso.
Cuando llega el momento de hacer un alto en el camino, nuevos atributos de la Navigator salen al descubierto apenas al salir del vehículo. Primero, el movimiento de los espejos retrovisores, que se retraen automáticamente para minimizar el riesgo de padecer el impacto de autos cercanos, principalmente al estacionarse. Pero es de vuelta a la camioneta cuando se descubre una de sus amenidades más atractivas gracias a un detector de aproximación que se activa para dar la bienvenida a sus ocupantes
proyectando en el piso un tapete de bienvenida que ostenta el logo de Lincoln, al mismo tiempo que las manijas y luces -delanteras y traseras- se iluminan, brindando un espectáculo que sumerge a los espectadores en una atmósfera festiva, gratamente sorprendente.
¿Cuál es el secreto de la magia? La proximidad del control remoto de la camioneta, que al reingresar a un radio específico, activa esa cortesía capaz de arrancar suspiros en la concurrencia incluso antes de que se desplieguen dos largos escalones laterales que
concluyen el protocolo de bienvenida.
Con menos kilómetros entre la capital del país y la ciudad de Puebla, el resto del trayecto se disfruta más al volante justo cuando la oscuridad de la autopista comienza a poner a prueba la potencia de las luces y el confort al interior de la camioneta; es entonces cuando la proyección del velocímetro en el parabrisas alcanza su máxima nitidez y anticipa, con su cuenta regresiva de kilómetros, el final del primer capítulo de este romance entre el conductor y su vehículo.
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