Un apacible e inquietante lago rodea un impresionante edificio cuya arquitectura de estilo renacentista deslumbra e hipnotiza la mirada cuando frente a él observas. La ciudad de Ámsterdam en Holanda alberga este enigmático inmueble, cuya construcción se remonta a 1895: desde entonces es la casa del hotel L’Europe.
Al entrar en su interior, un enorme salón recibe al visitante, cuya vista se pierde entre la enorme cantidad de detalles artísticos y decorativos que dan vida a las imponentes paredes, rematadas por techos altos. Ahí se resguardan con recelo las miles de historias que, con el pasar del tiempo, se han construido entre sus muros; hechos de piedra natural y ladrillo rojo.
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Este hotel es considerado como el más antiguo de la capital holandesa y, recientemente, sufrió un rediseño importante en su interior, para dotarlo de una imagen renovada que mantenga ese carácter exclusivo que lo ha distinguido al transcurrir de los siglos.
Al recorrer sus pasillos y áreas públicas se descubren largas líneas de visión, las cuales conforman espacios en donde las formas suaves y redondeadas le dan un carácter acogedor. Ese ambiente invita a detenerse por un momento y dejarse fascinar por el arte del siglo XVII, que da vida a cada uno de los espacios, diseñados con un refinado gusto, en donde el pasado y el presente se mezclan en una difusa línea de tiempo. Por un instante, consigue hacer olvidarnos que estamos en el siglo XXI.
Cada espacio de L’Europe fue decorado con muebles hechos a medida con materiales naturales. Estos terminan por conformar acogedores rincones de estilo atemporal pensados para que los huéspedes se entreguen al placer sibarita, en una de las ciudades europeas más antiguas.
Los tres restaurantes y bares del hotel también sufrieron una transformación bajo la mirada aguda del despacho de diseño NICEMAKERS, quien, en todo momento, buscó dotar de una nueva vida a esta propiedad.
Con este objetivo, la adición de un ala llamada ‘t Huys es el hogar de una librería, una floristería, un templo de bienestar destinado al cuidado de la belleza, así como una auténtica trattoria italiana. Todo bajo un mismo techo que, en conjunto, contribuirán a enriquecer una experiencia de viaje, con reminiscencias de un pasado que se resiste al olvido.
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