Por Vanessa Bauzá* “Vivible”: esa es la palabra con la que describen a su ciudad los habitantes de Esmirna, una de las tres metrópolis principales de Turquía. Construida a lo largo del mar Egeo, esta ciudad ha sido un centro urbano durante más de 3,000 años. Pero ¿qué hace “vivible” a Esmirna? Muchas cosas: los transbordadores que atraviesan su golfo y ofrecen un viaje tan pintoresco que ni siquiera los residentes locales pueden resistirse a las “selfies”. Las vías ciclistas y estaciones de bicicletas que permiten a las personas recorrer la ciudad. El malecón donde los pescadores y las familias pasean al atardecer. O el tranvía recién inaugurado que parece una cinta alrededor de 22 kilómetros de costa. Hace una generación, el golfo estaba contaminado y un olor acre llegaba desde el puerto. Hoy, el golfo está más limpio, el desagradable olor ha desaparecido, y la ciudad de 4 millones de habitantes invierte en un ambicioso plan cuyo objetivo es reducir en 20% las emisiones de carbono generadas por el transporte público. Para ayudar a acceder a nuevas fuentes de financiamiento internacional y satisfacer las necesidades de infraestructura de la ciudad, la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) y el municipio iniciaron una alianza estratégica en 2011. Desde entonces, IFC, organización parte del Grupo Banco Mundial orientada al desarrollo del sector privado, ha proporcionado 500 millones de dólares -incluidos fondos de otros inversionistas- para financiar nueve proyectos de infraestructura, en particular en el sector del transporte público. La labor de IFC incluye financiamiento de nuevas líneas de tranvía, un sistema inteligente de gestión del tráfico que está reduciendo la congestión en 25% y la adquisición de 85 nuevos vagones de metro. IFC apoyó una nueva planta de tratamiento de aguas residuales en una zona desatendida de la ciudad, ayudando a elevar las normas ambientales de la planta y a encontrar soluciones para la gestión de residuos municipales. El éxito de las inversiones de IFC ha creado un nuevo mercado para el financiamiento de la infraestructura destinada a satisfacer las necesidades a largo plazo de Esmirna. Hace una década, solo el 30% de los fondos para infraestructura y otras mejoras provenían de fuentes internacionales. Hoy en día, más de 75% del financiamiento de la ciudad tiene ese origen. Esmirna también recibió una calificación crediticia triple A para préstamos en moneda local, lo que mandó una señal de confianza a los inversionistas. Desafíos urbanos Turquía ofrece una visión de los desafíos y oportunidades de la urbanización. En 1950, su economía era en gran parte agraria: el 75% de su población vivía en zonas rurales. Hoy, el 75% vive en ciudades. Esto trae consigo ciertos beneficios. “Ningún país ha alcanzado el estatus de ingreso mediano sin haber tenido un desarrollo urbano”, dijo Tomasz Telma, director de IFC para Europa y Asia central. “Eso se debe a que las ciudades son centrales para el crecimiento económico, pues generan empleos y producen más del 80% del producto interno bruto mundial. Y las ciudades suelen ser laboratorios de innovación, y terrenos de prueba de las políticas y soluciones que se pueden ampliar a nivel nacional”. Pero el crecimiento rápido implica retos. Por ejemplo, las ciudades -que crecen a razón de 65 millones de personas al año- generan el 70% de las emisiones de carbono mundiales. Consciente de la necesidad de invertir en infraestructura municipal, IFC ha destinado más de diez mil millones de dólares en financiamiento para 300 proyectos urbanos, a la vez que ha prestado servicios de asesoría a ciudades de más de 60 países durante la última década. Hasta ahora, IFC ha establecido alianzas estratégicas con 10 ciudades -Bogotá, Buenos Aires, Belgrado, Esmirna, Estambul, Antalya, Kigali, Ciudad del Cabo, Durban y Bhubaneswar- y busca ampliar esta labor. La idea es ir más allá de las transacciones individuales y ayudar a crear mercados para la inversión privada en infraestructura urbana. En Buenos Aires, por ejemplo, IFC ayudó a financiar el nuevo sistema de transporte de autobús urbano rápido y la introducción de nuevos carriles y estaciones de bicicletas como parte de un plan de la capital argentina para aliviar la congestión y la contaminación. Además, IFC presta servicios de asesoría a la ciudad en eficiencia energética para edificios públicos, e inclusión de nuevos estándares de eficiencia energética y agua para nuevas edificaciones verdes. Otro caso de éxito en Latinoamérica es el de Bogotá, donde IFC apoyó la implementación del nuevo sistema de pago electrónico para el sistema de buses Transmilenio beneficiando a más de 4 millones de pasajeros diariamente. En paralelo, IFC asesora a la ciudad colombiana en la mejora del manejo de residuos y la implementación de un sistema novedoso de semáforos inteligentes que ayudará a reducir el problema de congestión y tráfico. La visión se extiende a lo largo del hemisferio. Un objetivo central de IFC en materia de desarrollo urbano es conformar alianzas para impulsar el modelo de ciudad vivible en toda América Latina, la región más urbanizada del mundo donde casi el 80% de la población vive en ciudades. Las necesidades de las ciudades no se limitan al financiamiento. A medida que crecen, los gobiernos municipales necesitan ampliar sus fuentes de financiamiento más allá de los fondos públicos tradicionales para aprovechar las reservas mucho mayores de ahorro privado. IFC ha proporcionado capacitación a representantes de 12 municipios de Turquía para abordar riesgos potenciales relacionados con el financiamiento de proyectos, tales como fluctuaciones de los tipos de cambio y desajustes de divisas entre los ingresos municipales y las obligaciones de servicio de la deuda. Otro desafío es que solo el 5% de las 500 ciudades más grandes de los mercados emergentes del mundo se consideran solventes, lo que limita su acceso a los mercados de capitales. En colaboración con el Banco Mundial, IFC está ayudando a ciudades como Belgrado, Johannesburgo y Antalya a mejorar su solvencia crediticia. Esto ayuda a las ciudades a aprovechar las inversiones privadas para proyectos de infraestructura a gran escala que no podrían financiar por sí mismas. Un futuro mejor Mientras Esmirna crece, los líderes municipales aprovechan el rico pasado de la ciudad concentrándose en un plan ambicioso para impulsar el desarrollo sostenible. Para el alcalde Aziz Kocaoğlu, se trata de adaptarse al crecimiento urbano manteniendo un alto nivel de vida y protegiendo el medio ambiente. “Tengo un gran proyecto: una bahía donde las personas puedan nadar”, dijo Kocaoğlu. “Hace 70 años, las personas podían nadar en esta bahía. Me gustaría que volvieran a hacerlo”. *Vanessa Bauzá es oficial de Comunicaciones de IFC.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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