En 1995, Guadalupe Loaeza, una escritora mexicana conectada con las cumbres aristocráticas de México (que también pueden ser, muy borrascosas) publicó una obra en dos tomos titulada “Manual de la Gente Bien”. Se trata de un libro lleno de consejos, sarcasmo y un sentido del humor divertidísimo, con citas de autores y figuras cuyas observaciones sobre la obsesión mexicana sobre el status y el privilegio no solo acertados sino en algunos casos deliciosamente mortíferos. Hay un pasaje que se me quedo muy grabado: La élite mexicana es la única que insiste en querer comprar el tiempo. Su insistencia no abarca solamente las antigüedades y las inmensas mansiones, donde hay más servidumbre que señores. No. Insisten en comprar y preservar el pasado por su insistencia en querer vivir con los mismos patrones de consumo que sus padres y sus abuelos. Los mismos horarios, los mismos trabajos, los mismos colegios y costumbres de hace más de cuatro o seis generaciones. Inclusive en algunas partes, se tiene aún la expectativa de llegar a vivir en espacios de más de dos mil metros cuadrados, algo que quizás hoy se pueda, pero hacia futuro hay, debido cuestiones económicas y financieras, apunta a ser imposible. Y es que los recursos materiales e incluso ambientales hacen que las dimensiones sean imposibles de sostener, asimismo los patrones tradicionales de administrar también han cambiado. Hoy el valor adquisitivo del dinero se retrae de manera significativa y los gobiernos con políticas emergentes como FATCA, hacen que los sistemas tributarios penalicen de manera más rapaz los ingresos o que el ocultamiento de fortunas bien o mal hechas, sea más difícil. Personalmente me tocó crecer con personas que ya se están viendo afectadas por esto, personas por las que siento empatía, pero al mismo tiempo frustración porque observo su renuencia a hacer las adecuaciones que les permitirían no sólo mantenerse a flote sino prosperar de manera activa por lo menos unas tres generaciones más. Mis recomendaciones pueden ser medidas que algunos ya estén implementando, pero muchos otros no. Se trata de tres pasos sencillos que todos los que tienen dinero ganado o heredado deben asumir.
  • 1. Poseer dinero es una responsabilidad  y no sólo por el medieval sentido de noblesse oblige, que tan popularmente se convirtió en el muy moderno Hipoteca Social en círculos de Monterrey, sino porque realmente tu posición te da la responsabilidad de ser generador de riqueza para ti y aquellos a tu alrededor.
Coincido con las generaciones anteriores del Grupo Monterrey que sentían un grado de responsabilidad por el desarrollo local de donde salían sus mercados de consumidores.
  • 2. Heredar una fortuna, del tamaño que sea, no es una labor que puede hacerse solo. Los patrones emergentes, las nuevas tendencias y los nuevos actores hacen de este trabajo algo de equipo.
Asume responsabilidad por la administración de tus finanzas. Si eres un pampered brat, quizá mereces perder tu herencia ante las barracudas de Wall St.
  • 3. Las personas con dinero deben estar por lo menos conscientes del uso y manejo de indicadores económicos. Tasas de interés, índices de precio del consumidor, indicadores de la bolsa son no sólo un termómetro, sino también una alarma del clima financiero del planeta. Aprende que significan los altibajos del mercado y de los escenarios financieros.
Si piensas especular y jugar con tu dinero, porque francamente es la única manera de verlo crecer hoy en día, comprende los factores de riesgo y muy importante, aprende a tomar pérdidas. Pon un límite de cuánto estas dispuesto a perder y a partir de ese momento sal (liquida) cualquier inversión que te podría dejar completamente limpio. Conoce tu capacidad de riesgo. Es estratégicamente importante conocer límites y márgenes tanto de ganancia como perdida. Habla con tu asesor financiero y mantente al pendiente del movimiento de indicadores y anuncios de agencias intergubernamentales como el Banco Mundial y el Foro Monetario Internacional.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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