Todos los destinos turísticos deberían beneficiar a la comunidad en la que se encuentran, y ello no ocurre en buena parte de los casos en México, de acuerdo con Santiago García Rey, experto en turismo sostenible.
Incluso en destinos internacionales del país, como Cancún o Baja California, se pueden encontrar comunidades pobres, las cuales podrían dejar de serlo si los proyectos turísticos que albergan las retribuyeran, expuso en entrevista.
“Se trata de destinos que generan billones en ingresos, y eso es imperdonable porque no involucran a la comunidad”, reprobó.
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En cambio, dijo, si se aplicara el turismo sostenible, empezaría un círculo virtuoso.
El turismo sostenible es aquel donde se cuida el medio ambiente, se involucra a las comunidades y hay gobernanza o toma de decisiones incluyendo a la población.
De acuerdo con García Rey, en México no se aplica el turismo sostenible, o que involucra a las comunidades, porque las empresas turísticas no quieren entrenar a las personas de las localidades donde operan, y suelen contratar a personal capacitado de las principales ciudades del país.
También, añadió, no se involucra a las comunidades porque en éstas no hay confianza institucional que se refleje en la existencia de procesos legales o financieros para que las poblaciones se puedan sumar a los negocios.
Si tanto empresas como gobierno, concluyó García Rey, se ocuparan de fomentar el turismo sostenible, habría destinos más agradables porque el beneficio económico retornaría a las comunidades, y también habría empresas más sólidas y crecimiento en la industria.
El viajero es atraído por lo sostenible
De acuerdo con expertos en turismo, en estos tiempos los proyectos sostenibles obtienen la preferencia y el reconocimiento de los clientes.
“Hoy en día, el cliente está dispuesto a pagar más por una experiencia ecoturística o por un hotel donde se homenajee y cuide a la naturaleza, a las personas y al negocio en general para que sea más sostenible”, asegura Francisco Gutiérrez, CEO de la compañía de turismo Grupo Lomas.
Añadió que el turista se ha vuelto más sabio respecto a dónde ir, y ahora prefiere destinos donde se sienta más empático y vinculado emocionalmente.
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