Por Adolfo Laborde* Ya no es un secreto. El anuncio de la cancelación del fideicomiso de ProMéxico por parte del Secretario de Relaciones Exteriores del gobierno electo, Marcelo Ebrard es noticia. Sólo falta oficializar esto, que seguramente estará contemplado para el presupuesto del siguiente año (El Economista, 26 de septiembre de 2018). Independientemente de que esto sea o no una decisión correcta, no está por demás hacer un balance de esta institución que sobrevivió dos administraciones y que estoy seguro, pueden ser un marco referencial para nuestro Servicio Exterior quien de acuerdo lo anunciado, asumirá las labores de promoción o de coordinación en sus áreas o departamentos económicos ya sea en la Cancillería, Representaciones de México en Organismos Internacionales, Embajadas y Consulados. En temas de inversión ProMéxico no logró ser una maquinaria de precisión, les faltó garras y dientes para promover de manera más efectiva las inversiones en México. De hecho, actuaron más como lubricantes de la inversión que detonadores de la misma (por supuesto debe haber una lógica de mercado para que exista una inversión en México), sin embargo, fue un mecanismo necesario y en muchos casos, sirvió como una ventanilla abierta 24/7 que canalizó llamados de “auxilio” de empresas extranjeras que no contaban con una brújula para navegar en las aguas de la burocracia estatal, municipal y federal de México. En cuanto a exportaciones, ProMéxico fue la diferencia. Abrieron horizontes a empresas y productos que antes no tenían a la vista muchos mercados, un ejemplo claro fue el caso de Japón con el tequila y aguacate. China es otro ejemplo de éxito de promoción comercial y de inversiones, ya que sólo hay dos oficinas (Beijing y Shanghai) en ese país para operar ese mega mercado. A pesar de que las comparaciones son odiosas, son necesarias a la hora de medirnos con otros que han optado y apostado por estrategias similares a las usadas por ProMéxico. Claros ejemplos son los casos en China de Reino Unido que a través de su Departamento para el Comercio Internacional cuenta con cinco oficinas; AUSTRADE (Australia) tiene 11 oficinas; Enterprise Singapore (Singapur), nueve oficinas; ProChile, dos oficinas; ProColombia, una oficina y PromPeru, dos oficinas. Si ProMéxico era funcional, ¿qué le faltó? En primer lugar, poder enlazarse mejor con los clientes (empresarios). Su página electrónica no ofrece nada de inteligencia de mercado y tampoco pudieron comunicar las oportunidades en materia de demanda y oferta exportable para las empresas, especialmente para las pequeñas y medianas. Y para el colmo, no publicaban los estudios que elaboraron. Podríamos seguir, pero no se trata de hacer leña del árbol caído. El objetivo de este escrito es apelar al interés nacional de México relativo a la diversificación comercial, más aún en un contexto complicado en Norteamérica. Si ya se decidió eliminar ProMéxico, aún es tiempo de rescatar a los funcionarios que acumularon experiencia en los años de vida de la organización. ¿Cómo hacerlo? Un camino corto es que, a los mejores, se les integre al Servicio Exterior a través del artículo 7 de la Ley del Servicio Exterior que prevé la integración de personal externo temporal por un máximo de seis años (Ley del Servicio Exterior de México, página 6). La experiencia de ellos, pienso, podría complementar la labor diplomática de los funcionarios de la cancillería, que, dicho sea de paso, dudo mucho que a partir del 1 de diciembre de este año tengan la capacidad logística, técnica y presupuestal para enfrentar la titánica tarea que se les avecina. *Doctor en Relaciones Internacionales. Profesor Investigador de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México.   Contacto: Corrreo: [email protected] Twitter: @adolfolaborde71 Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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