Por David Calderón* ¿Por qué es im­portante que las niñas y los niños tengan un papel predominante en el Plan Nacional de Desarrollo (PND)? Porque un gobierno que prometió en campa­ña poner “primero a los pobres”, no puede dejar atrás a los niños. Invertir en ellos es la forma más eficaz y duradera de disminuir la inequidad, e incluirlos claramente en el PND es asegurar el compro­miso con ellos. Los enclaves avanzados (y nada admirables) del capitalismo salvaje y del fundamentalismo religioso o, como previamente ocurrió en los delirios de las élites nazi o soviéti­ca, se concentran en invertir en las niñas y los niños, pero sólo en los propios, en los selectos, en los dife­renciados. No lo hacen desinteresa­damente: invierten en la siguiente generación para contar con ellas y ellos para el sostenimiento futuro de las ventajas, los privilegios y las ideologías de los adultos de ahora. Por el contrario, en la democra­cia constitucional, todos los niños son importantes. Los niños de los otros son importantes porque sí, porque son personas, porque no se puede ser libre y feliz (ni se puede gozar de la mínima paz y seguridad) si no hay un esfuerzo concertado y deliberado para que todas y todos lo sean. Para lo que resta del mandato del presidente López Obrador, es imperativo hacer un plan para los niños. La Constitución señala que la administración pública federal no sólo debe ceñirse estrictamente a las funciones y atribuciones que marcan las leyes, sino que debe pre­sentar un PND clave para fundar y motivar la acción de gobierno de todo el sexenio, y como espacio de participación “democrática y deli­berativa” (Art. 26), pues la Magna Ley manda que el plan se constru­ya mediante una consulta demo­crática a los actores relevantes. Es también la base prevista para la rendición de cuentas del Ejecuti­vo (no una “consulta de revocación de mandato”, que no tiene hoy base legal y que ya el Legislativo rechazó en el periodo pasado), por lo cual la Constitución también señala (Art. 74, fracción VII) que el PND deberá ser aprobado por la Cámara de Diputados; además, la Ley de planeación (LP, Art. 6) indica que sus avances deben puntualizarse en el informe del presidente y en la Cuenta Pública de cada año. ¿Cuándo se entrega el Plan? El presidente tiene hasta el último día de febrero y, la Cáma­ra, un máximo de dos meses para aprobarlo (LP, Art. 21). O sea, ya. Así las cosas, la pregunta que siempre vamos a hacer es: ¿Y los ni­ños? “Por el bien de todos, primero los pobres”, fue uno de los lemas de campaña del presidente, que expresa bien por qué las mayorías votaron por él y por qué su partido tiene tan ventajosa situación en el Congreso de la Unión y en muchos congresos estatales. Literalmente, los más pobres de México son los niños. Una mirada rápida y brutal, no con anécdotas, opiniones ni ocurrencias, sino con datos incontrovertibles: 55% de las niñas y niños de dos a cinco años vive por debajo de la línea de pobreza; los de cero a uno son quie­nes tienen la carencia más severa de servicios de salud de todos los grupos de edad, y los de tres a cinco años quienes tienen la peor caren­cia de servicios de educación (Co­neval 2014). El 30% de los menores de cinco años en zona rural padece anemia (Ensanut 2012); 76% de la población de México, a los cinco años ya trae rezago en su capaci­dad de expresión y su pensamiento matemático; y 74% experimenta regularmente castigos físicos y psi­cológicos abusivos (Enim 2015). Si el PND que se presente no aborda explícitamente estos temas, la brecha de inequidad y las situa­ciones de exclusión se seguirán produciendo y agravando. El go­bierno de AMLO debe considerar que otorgar subsidios a los jóvenes no puede significar recortar y posponer la atención integral para niñas y niños desde su nacimiento, cuando es en los primeros años que pueden cerrarse las brechas. La tragedia de una mala decisión so­bre las estancias infantiles, que las quema virtualmente y deja despro­tegidos a los niños más pequeños y más pobres, no es buena señal. Es hora de corregir y de hacer un Plan para los niños. *Presidente ejecutivo de Mexicanos Primero.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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