Este texto se publicó originalmente el 13 de julio de 2018 El cine tiene en México un mercado vigoroso, pero el dinero que éste genera… los mexicanos sólo lo ven pasar. En el país se venden casi 350 millones de entradas al año, la cuarta taquilla más grande del mundo, pero muy pocos filmes nacionales son parte del show. Menos de 10% de esos boletos son entradas para ver cintas locales, e irónicamente eso ocurre en un momento único para la cinematografía local, que cosecha premios en festivales internacionales y estatuillas Oscar. De los más de 16,660 millones de pesos (mdp) recaudados el año pasado, las producciones locales se llevaron apenas 1,016 mdp, el 6.1%. Eso deja fuera de la gran fiesta no sólo a directores y actores, sino a una serie de protagonistas que actúan detrás de cámaras, desde guionistas, financiadores y productores, hasta realizadores, editores, distribuidores y comercializadores. El camino que lleva a la culminación de una película y su exhibición en la pantalla se inicia con un guion que cuenta una historia convincente, pero puede no servir de mucho si el productor, por cuestiones ajenas al proyecto (o incluso a la industria), no consigue el dinero para el rodaje o no consigue lo suficiente para las etapas posteriores a la culminación del rodaje: la postproducción. “Puedes no llevarte bien con quienes te proveen, pueden no llevarse bien el productor y el director, pero, al final del día, para que gane uno con una película, deben ganar todos”, dice Michel de la Canal, director de Relaciones Institucionales de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine). “Hoy hay una integración muy interesante en el modelo de negocios de las producciones nacionales”. Pese a que muchas cosas giran en torno de la historia que se va a contar, al final todo queda supeditado al dinero, y usualmente se necesita bastante. “El costo de las producciones varía mucho; debes saber qué tantos personajes, sets, escenografías y otros elementos vas a necesitar”, comenta Miguel Mier, COO de Cinépolis y fundador de la productora Green Light. “Yo creo que, hoy, es difícil que la industria nacional recupere producciones que cuesten más de 50 MDP.” Las 85 películas mexicanas estrenadas en 2016 en la cartelera comercial recabaron una cifra récord de 1,395 mdp, pero, al año siguiente, la asistencia bajó 30%, a 22.4, y, en consecuencia, la recaudación también se redujo, a 1,060 mdp, pese a que se estrenaron 89 filmes. Los gastos empiezan desde el propio guion. “El productor debe tener claro que desarrollar la historia también cuesta y es el primer desembolso, porque, sin un guion sólido, difícilmente podrá tener un producto bien acabado y dentro de sus presupuestos”, añade Mier, cuya película producida, 3 idiotas, logró más de 120 mdp en taquilla. Una de las razones por las que la industria mexicana es prácticamente un espectador más de la avalancha de cintas de Hollywood que inundan las pantallas del país, es el financiamiento; todo un quebradero de cabeza para los productores. En muchos de los proyectos se improvisa sobre la marcha y se va consiguiendo dinero según la etapa de la producción, dice Mier, pese a que la experiencia dicta que las películas que nacen sin una estrategia financiera tienden a no estrenarse. Te puede interesar: 30 Promesas 2018 | El cine mexicano también gesta emprendedores

Miguel Mier, COO de Cinépolis y fundador de la productora Green Light. Foto: Fernando Luna Arce/Forbes México.

“El guion es el primer insumo y debe tener un presupuesto razonable. No es posible que hoy los guionistas ganen más escribiendo comerciales que películas”, dice el COO de Cinepolis. Dado que el cine pisa terrenos culturales y artísticos, y enfrenta la competencia apabullante de las producciones estadounidenses, el Estado se ve obligado a poner recursos para ayudar a que más producciones mexicanas lleguen a las pantallas del país. El Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) concentra convocatorias para la obtención de, al menos, una docena de estímulos nacionales e internacionales. Los tres organismos más importantes de financiamiento público son el Fidecine, un fideicomiso con una bolsa de apenas 80 mdp (para 2018), Foprocine, que puede otorgar hasta 10 mdp para cada producción seleccionada, y Eficine, un estímulo fiscal para compañías privadas que contribuyen en el financiamiento de las producciones. Ante la escasez de recursos, los participantes en esta industria buscan otras manera de financiarse. Una es la asociación entre el productor y los distintos jugadores que participan en la realización de un filme. Los actores suelen participar aceptando recibir, en lugar de un sueldo, un porcentaje de las ganancias de la película, y lo mismo pueden acordar los que rentan equipo, realizan la postproducción, distribuyen el filme en las salas e, incluso, quienes proporcionan asesoría en materia legal. “Los problemas de liquidez hacen que, muchas veces, nuestros principales proveedores ganen más en terrenos como producción de conciertos o publicidad”, dice Mier. Te puede interesar: Los mexicanos más creativos de 2017 | Cine

Marco Forte, cofundador de VCS Capital. Foto: Fernando Luna Arce/Forbes México.

Un aspecto vital, pero que poco se toma en cuenta, son los asuntos legales. Un detalle mínimo, como una canción o un contrato mal redactado, puede representar un riesgo fatal para las películas, dice Luis Schmidt, abogado socio del despacho Olivares y especialista en derechos de autor. La mayoría de los conflictos legales surge porque no hay claridad sobre qué puede y qué no puede hacer el realizador, añade Schmidt. Es un problema de profesionalización. Por no recurrir a un profesional, a veces no se tiene cuidado con la cadena de derechos, la temporalidad y el alcance, explica. “Algunos realizadores ocupan machotes para redactar sus contratos y eso lleva a conflictos posteriores”, comenta “El costo promedio de un filme mexicano es de 1 a 1.5 millones de dólares. Eso te da poco margen para hacer frente a dificultades posteriores, como una demanda”. Olivares asesora a los productores en lo que se denomina despeje de derechos, es decir, dejar claro qué pro-piedad puede utilizarse, a qué precio, en qué condiciones y durante cuánto tiempo. Esto pasa por los contratos con los escritores, el talento a cámara, el apoyo en rodaje, la utilización de sets y el uso de material como imágenes, pinturas, canciones o poemas. “Nos interesa ser partícipes desde el principio, porque eso nos permite que el proyecto tenga libertad creativa. También participamos en esquemas de joint venture, que hacen menor la carga de presupuesto durante la producción. Muchos proveedores trabajan así”, señala Luis Schmidt. Aun cuando la realización de la película ya haya concluido, tanto la postproducción como la distribución traerán nuevos retos de costos. El avance en tecnología ha democratizado las herramientas para los procesos de edición y postproducción; sin embargo, eso no significa que éstos puedan o deban ser más baratos, aclara Arturo González, director general de Art Kingdom, una firma de postproducción y elaboración de trailers.

Apoyos al Cine Mexicano

Fidecine ¿Cómo funciona? Fondo de Inversión y Estímulos al Cine. Fideicomiso federal para la producción, postproducción, distribución y exhibición de largometrajes de ficción o animación mediante la inversión de capital de riesgo o la prestación de créditos. ¿Cuánto dinero otorga? En 2018, éste cuenta con 80 mdp. El monto máximo a otorgar, en la modalidad de capital de riesgo, es de hasta 8 mdp o de hasta 49% del presupuesto total del proyecto. Foprocine ¿Cómo funciona? Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad. Fideicomiso que lanza convocatorias para brindar apoyo para la producción o postproducción de largometrajes (de 75 minutos o más) de ficción, documentales o animaciones, series y coproducciones. Pueden recibir este apoyo casas productoras o personas físicas mexicanas, o directores extranjeros, siempre y cuando estos últimos estén vinculados con una casa productora mexicana; también pueden vivir en el extranjero y sólo ser contratados para dirigir la película. Otorga recursos en contratos de coproducción vía capital de riesgo o contratos de crédito. No se trata de recursos a fondo perdido. ¿Cuánto dinero otorga? El total de apoyos varía según la convocatoria. En 2016, se otorgaron poco más de 43 mdp a 15 películas. Puede aportar entre 25,000 y 15 mdp. Eficine ¿Cómo funciona? Eficine 189 es un estímulo que tiene por objeto apoyar la producción o postproducción de largometrajes de ficción y de animación, y documentales; así como la distribución de películas. A través de Eficine, los contribuyentes que aporten recursos en efectivo a proyectos cinematográficos en México podrán obtener un crédito fiscal, equivalente al monto de su aportación, para ejercerlo contra el impuesto sobre la renta. ¿Cuánto dinero otorga? Se pueden asignar hasta 650 mdp para la producción de largometrajes en dos periodos por cada ejercicio fiscal, además de 50 mdp en dos periodos para distribución de películas por cada ejercicio fiscal. Cada proyecto puede solicitar hasta 20 mdp, siempre y cuando no exceda el 10% del ISR generado por el contribuyente aportante del año anterior, ni el 80% del costo total de la película. Para distribución no se puede exceder un tope de 2 mdp.
“El corrector de color, el iluminador, los asistentes de cámara… sus roles son tanto o, a veces, hasta más importantes que el del director de fotografía”, añade González. “Tienes que prever que es talento, experiencia y calidad que cuestan, [pero] ocurre que muchos productores llegan al proceso de postproducción con deudas o poco dinero para terminar las películas y realizar las campañas de promoción”. La labor de vender, en dos minutos, un filme que compite con producciones millonarias de Hollywood es una tarea compleja, señala el director de Art Kingdom, quien ganó, con el póster de la película Estar o no estar, el primer lugar en los Golden Trailer Awards (GTA), que reconocen a lo mejor en mercadotecnia de películas. La campaña, para que una cinta esté lista para la exhibición, pasa por el trailer, la publicidad y el póster. Ajustar los distintos eslabones y consolidar una industria del cine nacional ha tardado demasiado. Es urgente que el cine mexicano se vuelva un verdadero foco de inversión que implique menos riesgos para los inversionistas, indica Charles Barthe, director de Labodigital, una empresa que facilita la edición y corrección de color en locaciones. “Dentro de los principales retos está lograr que las historias y los contenidos demuestren una verdadera madurez y esencia, que logren llevar a esta industria nacional al nivel que se merece realmente”, agrega Barthe. “En realidad, todos los ingredientes están ahí: hay talento e infraestructura, pero faltan recetas, cocineros y, sobre todo, saber jugar en equipo; el triste ejemplo del buen boxeo y el mal futbol que nos caracteriza”. Pero, además, hay un elemento faltante: obtener dinero suficiente y saber administrarlo. “Los realizadores deben tener claro que no podrán obtener resultados diferentes en taquilla, si siguen haciendo las cosas igual”, enfatiza González. “El cine cuesta caro. Hay que invertir, e invertir bien”. Te puede interesar: Cine mexicano logrará ingresos por más de 1,000 mdp en 2017

Rodaje de la película mexicana Todo mal, dirigida por Issa López. Foto: Traziende.

David contra Goliat ¿Cuál es la fórmula de los números negros? La buena ejecución de la realización y sus diferentes etapas no garantizan el triunfo en la batalla final: la disputa por la audiencia en la taquilla de los cines, pero da armas para pelearla. El último aliado en esa gran sociedad que se necesita para aspirar a un proyecto cinematográfico rentable es el distribuidor, que se encarga de determinar el tamaño del público que puede alcanzar la película en diferentes fases, empezando por conseguir el número de salas acorde con ese diagnóstico y vender respaldos físicos (Blu-ray y DVD), para luego colocarla en catálogos de plataformas streaming, como Netflix, Blim, Claro, etcétera; y, finalmente, su transmisión en canales de tv de paga y abierta. El primero de varios retos en esta etapa es que entre 80 y 90% de los espacios de exhibición corresponden a sólo dos compañías, Cinemex y Cinépolis, destaca Giselle Abbud, directora general de cada vez mayor número de estrenos que compiten por las salas. “A veces tenemos nueve estrenos compitiendo por un complejo de 10 salas, donde seis de esas salas están ocupadas por un blockbuster de superhéroes o una película de un actor o actriz muy taquillero”, expone Abbud. Un ejemplo es Coco, la historia de animación producida por Disney/Pixar, que, el año pasado, recabó en el país cerca de 1,100 MDP, cinco veces más que los cerca de 200 MDP recaudados por la mexicana más taquillera, Hazlo como hombre. “Hay 5% más pantallas en el país cada año, pero tenemos 500 estrenos anuales”, apunta Abbud. “Las películas hoy duran menos en cartelera y eso hace que nadie pueda recuperar con la taquilla la inversión [hecha] en la producción”.

Las películas más taquilleras en 2017

(Cifras en millones)

  1. Hazlo como hombre / $ 200.8 / Asistentes 4.3 / Videocine
  2. 3 idiotas / $ 125.6 / Asistentes 2.6 / Videocine
  3. Me gusta pero me asusta / $ 110.1 / Asistentes 2.6 / Diamond
  4. Cómo cortar a tu patán / $ 108.8 / Asistentes 2.3 / Videocine
  5. Todos queremos a alguien / $ 100.0 / Asistentes 2.0 / Videocine
  6. El tamaño sí importa / $ 46.1 / Asistentes 1.0 / Videocine
  7. Un padre no tan padre / $ 45.4 / Asistentes 0.978 / Cinepolis Distribución
  8. Mientras el lobo no está / $ 41.1 / Asistentes 0.930 / Cinépolis distribución
  9. Cuando los hijos regresan / $ 39.7 / 0.827 / Cinépolis distribución
  10. Camino a marte / $ 30.5 / Asistentes 0.585 / Videocine
Hay excepciones. El fin de semana del 9 al 11 de febrero, por primera vez una comedia romántica mexicana, La boda de Valentina, dirigida por Marco Polo Constandse y distribuida por Videocine, logró una mayor asistencia (1.6 millones de boletos contra 1.4 millones) que un blockbuster de su misma categoría de producción estadounidense: Cincuenta sombras liberadas, la tercera parte de la trilogía Cincuenta sombras de Grey. Pero un caso no cambia el estado de las cosas, y la negociación con las distribuidoras no es cosa fácil… ni rápida. Las majors, como Fox, Warner y Universal, tardan más en su toma de decisiones, mientras que las independientes, que surgieron para atender al cine nacional, toman sus decisiones localmente y más rápido, así que son pieza clave, comenta Abbud. Un punto clave en esta fase es la negociación con el distribuidor. Por un lado, se negocia el tiempo que permanecerá la película en cartelera, y las condiciones, como la época del año del estreno y contra qué otros estrenos competirá. Y, por el otro, se acuerda el porcentaje de ingresos con el que se quedará el distribuidor. “Es una parte fundamental de la estrategia”, comenta Abbud, pues el distribuidor se queda con una porción que va del 35 al 50%, además de que es el primero en tomar su parte de lo recaudado. Un valiente entra al ruedo Hay tentativas de hallar solución al problema del dinero. Una de ellas es obra de VCS Capital, el primer fondo de inversión de capital privado especializado en inversiones relacionadas con la industria del entretenimiento en el país. Hasta el momento, ha financiado dos filmes; uno de ellos, de la productora Mónica Lozano (Amores Perros, ¿Qué culpa tiene el niño?), que lleva por título Fuera de lugar, y será estrenado en junio próximo. “Es importante entender el hilo entre el público y los productos; esto tiene que ver con el productor y el distribuidor”, dice Marco Forte, cofundador del fondo.

Países con más boletos vendidos en 2017

(Millones)

  • India / 1,961
  • China / 1,620
  • EU / 1,145
  • México / 348
  • Corea del Sur / 220
  • Francia / 205
  • Rusia / 201
  • Japón / 185
  • Brasil / 181
  • Reino Unido / 171

Países con más salas al cierre de 2017

(Número de pantallas)

  • China / 50,776
  • EU / 40,431
  • India / 8,455
  • México / 6,742
  • Francia / 5,927
  • Rusia / 4,757
  • Alemania / 4,346
  • Reino unido / 4,324
  • Italia / 3,931
  • Japón / 3,520
Hoy, VCS tiene una bolsa de 150 millones de pesos; en su mayoría, son recursos provenientes de Nacional Financiera a través de Inadem, aunque Forte afirma que no quiere detenerse en esa suma. La estrategia es buscar proyectos de cine estructurados a los que los inversionistas, que típicamente invierten “de buena fe”, puedan apostar para diversificar sus inversiones. Éstas se plantean entre 2 y 10 millones de pesos para cada filme. “Es un esquema de capital de riesgo. Buscamos hacer un portafolio de diferentes producciones”, explica Forte. “Participamos con una proporción de la propiedad del filme y después lo vendemos. Para los inversionistas es un es-quema atractivo porque, en vez de financiar una película, tienen opción de financiar varias, y el riesgo es menor”. Pero reconoce que todavía quedan retos para que la producción nacional sea vista como un negocio rentable. “El inversionista en México no está acostumbrado a este mercado; busca activos tangibles, [aunque] hoy empieza a haber mucho interés del público en películas mexicanas”, afirma Porte. Sin embargo, algo falta todavía. “El reto para crecer es que México despegue con una especialización y profesionalización de los productos que buscan competir en taquillas. Es la única forma de ver más películas mexicanas”, advierte Porte. El círculo vicioso (no hay películas mexicanas exitosas porque no hay dinero, y no hay dinero porque no hay películas profesionalmente hechas) aún no se ha roto.

 

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