Por: Óscar Rosado*

El pasado 11 de mayo, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021.

El estudio revela datos estadísticos y realiza un análisis detallado del modelo, esquemas y políticas públicas a seguir en materia de inclusión y educación financiera, desde una perspectiva más apegada a las costumbres y la vida cotidiana de los ciudadanos y las ciudadanas como usuarias de los servicios financieros.

Desde la CONDUSEF hemos construido algunas consideraciones como consecuencia de los resultados que arrojó la encuesta:

La lejanía física de los usuarios a las instituciones financieras tiene cada vez menor peso en la inclusión financiera. Esto debido al efecto de la utilización masiva de medios remotos que la crisis sanitaria potencializó durante la pandemia, especialmente en la población urbana, donde se concentra más del 80% de la población del país. Es allí donde están las mayores oportunidades de alta rentabilidad social y económica para la inclusión financiera.

Si bien la operación de los canales digitales de acceso depende de la disponibilidad e inserción de los servicios digitales, como el internet y los teléfonos inteligentes, a nivel nacional el 69% de las personas cuenta con servicio de internet en su hogar y 73% con un teléfono inteligente.

Creemos que la falta de oportunidades económicas; la crisis económica consecuencia de la pandemia; pero, sobre todo el factor cultural, es decir, las costumbres financieras de la población, son nuestros principales adversarios para avanzar en la inclusión financiera.

Según la ENIF, casi la totalidad de las personas afectadas redujeron sus gastos o usaron sus ahorros para afrontar la pandemia.

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Es indispensable tener productos adecuados a las necesidades y a la visión particular de los diferentes sectores del mercado en México. Por esta razón, contar con canales de distribución idóneos es esencial, pero sobre todo los productos financieros deben acercarse al concepto cultural que tienen de la vida las y los ciudadanos.

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Creo también que hay un tema relacionado con la reputación de las instituciones financieras. La ENIF señala claramente que el nivel de confianza de la población en las instituciones financieras no es muy elevado, lo anterior incluso entre la población que utiliza productos financieros.

Por ejemplo, solo 65% de la población con al menos un producto financiero considera que su dinero estaría seguro en un banco o cualquier otra institución financiera. Este porcentaje es incluso menor al preguntar si considera si la institución resguardaría sus datos personales (61%) o si la institución resolvería sus quejas y reclamaciones (56%). Este indicador de confianza es menor entre la población exusuaria y es aún mayor entre las personas que nunca han tenido un producto financiero.

Los usuarios de los sistemas financieros en México y los que no lo son, ven con sospecha y duda a los productos y a las instituciones financieras. Esa es una realidad que no podemos ocultar ni soslayar. En consecuencia, las instituciones financieras deberían hacerse cargo de ello. En conclusión, la ENIF nos permite mapear los retos y medir los avances en materia de educación e inclusión financiera, enfocando grupos vulnerables como las mujeres, poblaciones rurales, adultos mayores, indígenas, entre otros, a fin de diseñar políticas públicas que mejoren la calidad de vida de las personas a través de su participación en el sistema financiero.

*Óscar Rosado Jiménez es presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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