Por Adalberto Maldonado * Aquí entran tres actores fundamentales en el escenario de la salud pública: Estado, empresas y personas. Para las tres, más allá del bienestar, las enfermedades implican un importante gasto a considerar; si es posible, conviene ahorrarse mediante la prevención. ¿Cómo es la mirada de cada uno de estos actores con respecto a la salud?

El reto del Estado

Según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), uno de los principales retos que enfrenta el gobierno es mejorar el sistema de salud y las condiciones que permitan una jubilación digna. El preocupante aumento en la incidencia y prevalencia de las enfermedades crónicas degenerativas deteriora las finanzas de los mexicanos, sobre todo de los jubilados cuyos únicos ingresos son los de su pensión. Según proyecciones de la pirámide demográfica, para 2050 poco más del 20% de la población en nuestro país tendrá 65 años o más. La esperanza de vida en México es de 73 años para hombres y 78 para mujeres; pero la esperanza de vida en salud es de 64 y 69 años respectivamente; hablamos de al menos nueve años de vida que las personas tendremos que lidiar con alguna enfermedad. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estimó el costo que representa atender algunas de estas enfermedades en adultos mayores. Por ejemplo, atender un paciente con diabetes mellitus tipo II representa un gasto anual de aproximadamente 325 mil pesos, sin contemplar complicaciones como la enfermedad renal crónica, cuyo tratamiento puede costar poco más de cuatro millones de pesos anualmente. Atender enfermedades crónicas en adultos mayores representa un costo importante para las instituciones de salud públicas y representa gran parte del presupuesto nacional en salud.

El deterioro de las personas

Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, el 40% de los mexicanos mayores de 65 años consideran como su principal problema económico el cuidado y costo de atender su salud. Un hombre de 65 años con diabetes tipo II e hipertensión, que recibe un pensión de poco mas de 6 mil pesos, tiene que pagar solamente de medicina 1,200 pesos al mes, sin contar consultas médicas, exámenes de laboratorio y gastos de transporte. Los ingresos por pensión en México son los segundos más bajos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE); si los gastos en salud de esta persona representan aproximadamente el 30% de sus ingresos, el quebranto financiero para las personas jubiladas es inevitable.

La productividad de las empresas

La falta de prevención y cuidado de la salud repercute en las empresas. Cada vez hay más jubilaciones tempranas por enfermedades crónicas degenerativas. Si el capital humano no se cuida y se expone a factores de riesgo que alientan la aparición de enfermedades, se generan pérdidas económicas por gastos directos como discapacidades temporales o permanentes, o indirectos como baja productividad y presentismo.

¿Quién tiene mayor responsabilidad en la prevención de la salud?

Todos, pero en diferentes formas porque son distintos sus intereses y maneras de participar en la solución del problema. El paradigma cambia si se toma como punto de partida la salud y no la enfermedad. La salud, un estado de bienestar y desarrollo implica comprometerse con ella y destinar energía en producirla. La salud se produce, no se consume y el único capaz de hacerlo es el propio individuo. Para producir salud el individuo consume recursos como servicios de prevención, buena alimentación, suplementos, actividades recreativas, educación entre otras cosas. El Estado y las empresas deben invertir en proveer los recursos necesarios para que las personas puedan producir salud, y en consecuencia, sean motores de productividad y competitividad. Justo aquí está el cambio de perspectiva: 1) Producir salud es responsabilidad del individuo; empresas y Estado debemos fomentarla. 2) En vez de castigar -vía gastos públicos, privados o individuales- la enfermedad, debemos premiar y fomentar la producción de salud. La salud es mucho más que la ausencia de enfermedades; para el Estado, las empresas y las personas invertir en salud permite un ahorro de insumos, pero más importante aún: reditúa en calidad de vida y mejoramiento del capital humano. En consecuencia, genera mayor productividad y competitividad. La idea es sencilla, el cambio de óptica puede traer resultados poderosos: ¿ahorramos en enfermedades o invertimos en la salud? Lee también: La salud y el desarrollo, un gran círculo virtuoso Así que la buena noticia es que, como personas somos capaces de producir nuestra propia salud. Y si contamos con el apoyo del Estado y las empresas o empleadores, lo único que tenemos que invertir es tiempo y energía en hacer ejercicio, dormir bien, relajarnos, comer saludablemente y socializar. O más conciso: darnos una mejor calidad de vida en el presente para disfrutarla también en el futuro.   *Fundador y director general de BMSA Group. Cursa el doctorado en Gestión Estratégica y Políticas del Desarrollo en la Universidad Anáhuac.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Presiones a los medios y periodistas en la 4T
Por

Se habla de libertad de expresión, pero se siente una presión invisible para los que critican al gobierno, la denuncia d...