Por Enrique Perret

Hace tres años en la U.S.-Mexico Foundation publicamos un documento sobre “Ally-Shoring”, concepto que habla sobre las oportunidades de México para atraer inversiones extrajeras derivadas de las necesidades de Estados Unidos en seguridad nacional, resiliencia en sus cadenas de suministro, talento y transformaciones tecnológicas en industrias como vehículos eléctricos (EVs), telecomunicaciones, energías renovables, semiconductores e inteligencia artificial (IA). Más allá de la proximidad de nuestros mercados (nearshoring) creemos que grandes inversiones podrían llegar, incluso con un costo de producción mayor, por temas relacionados a las tensiones geopolíticas con China y Rusia. Estas inversiones se basan principalmente en industrias de tecnología, en las que Estados Unidos correría un riesgo al producir bienes o demandar servicios en o desde regiones poco confiables, ya sea por inestabilidad o por competidores que pudieran poner en riesgo sus datos confidenciales, copiar propiedad intelectual o incluso influir en decisiones políticas de países en democracia.

La mayoría de estas industrias dependen en gran medida del talento de los trabajadores y el “know-how” acumulado por años de experiencia en la materia. Pongamos en este ejercicio el ejemplo de los call centers, que hoy en día no se parecen nada a los centros de atención de hace 20 o 30 años. Los call centers de esta década utilizan IA, sistemas robustos, y muy avanzados, para dar la atención más personalizada posible al cliente, resolver problemas sofisticados con productos aeronáuticos, automotrices, desarrollo de software, servicios financieros, videojuegos, entre otros. El know-how que han ganado estas industrias, y en particular los trabajadores a lo largo de décadas, es el valor agregado de las empresas que se han convertido en administradoras de sistemas de inteligencia y desarrollo de estrategias. 

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Para poder relocalizar, como sugerimos que suceda, desde China o India estas empresas o sus operaciones a México, y con esto atender el al mercado estadounidense, se necesitaría mover mucho más que “los fierros”, la nave industrial, las computadoras, el software y los servidores. Sería necesario traer también a las personas que tienen el know-how. Como dice Ricardo Hausmann, fundador y director del Harvard Growth Lab, en internet puedes encontrar como sacarte una muela, pero seguramente querrás ir al dentista para que la saque (know-how); quizás también puedas encontrar como se produce un teléfono inteligente, pero no por ello vas a lograr producir uno.

Pues bien, si quisiéramos atraer decenas de inversiones en estas industrias, y continuamos con el ejemplo de los los call centers más avanzados, tendremos que ser capaces de atraer el talento. Pero resulta que en México es prácticamente imposible atraer ese talento extranjero a través de este tipo de inversiones. ¿Por qué? La primera barrera es la Ley Federal del Trabajo en México, que en su artículo séptimo establece lo siguiente: “En toda empresa o establecimiento, el patrón deberá emplear un noventa por ciento de trabajadores mexicanos, por lo menos. En las categorías de técnicos y profesionales, los trabajadores deberán ser mexicanos, salvo que no los haya en una especialidad determinada, en cuyo caso el patrón podrá emplear temporalmente a trabajadores extranjeros, en una proporción que no exceda del diez por ciento de los de la especialidad. El patrón y los trabajadores extranjeros tendrán la obligación solidaria de capacitar a trabajadores mexicanos en la especialidad de que se trate.”

Esta regla interna expresada en la ley laboral viene de los años treinta. Casi 100 años después, seguimos con esta idea de que los extranjeros vendrían a quitarle oportunidades a nuestros trabajadores mexicanos. No obstante,  la realidad es otra, por ejemplo la visa H1B de Estados Unidos, demuestra que se generan 4 empleos a personas locales, por cada extranjero con este permiso de trabajo; y qué decir de nuestro discurso de los miles de mexicanos que han migrado a los Estados Unidos, y que han generado desarrollo y bienestar en nuestro vecino del norte. ¡Quitémonos la venda de los ojos y abramos nuestro país al talento extranjero!

En Estados Unidos la industria de los call centers consta de más de 7,400 empresas, de más de 50 empleados cada una. Dichas empresas dan trabajo a más de 2.3 millones de personas en territorio estadounidense; y si incluimos a las empresas de menos de 50 empleados, estaríamos hablando de más de 3 millones de trabajadores. Impresionante, ¿no? Servicios, servicios, servicios. 

Ahora pensemos en la cantidad de empleados en el extranjero, en países como India, China, Filipinas, Malasia. Empresas tecnológicas como AT&T, Verizon, GEICO, o algunas otras financieras como American Express o Fidelity Investments, emplean decenas de miles de personas a través de los call centers en los Estados Unidos. Pero recientemente, y debido a muchos factores entre los que destaca la escasez de talento en los Estados Unidos, México se podría convertirse en una opción estratégica para ellos.

Las más grandes compañías con estos servicios como Alorica, Conduent, Sitel, Transcom y Cognizant, podrían operar desde México si se cuentan con los incentivos correctos. Muchos de estos ya están vigentes, sea por geografía, demografía o el marco regulatorio en materia comercial entre México y Estados Unidos. Pero hay todavía incentivos que podemos generar en este nuevo contexto, y uno de ellos es el de ser capaces de atraer el mejor talento del mundo.

Si realmente queremos aprovechar el momento de la relocalización de cadenas de suministro a nivel mundial, tendremos que hacer algunas modificaciones internas que nos den una ventaja sobre otras economías en desarrollo, principalmente las asiáticas que hasta hoy son las que han sacado gran ventaja. Existen muchas estrategias que podríamos explorar y aplicar en nuestro país, ésta es solo una que podría ayudarnos a romper las barreras de inversión.

Contacto:

Enrique Perret, Director General, U.S.-Mexico Foundation

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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