Por: Luis Durán

En las últimas semanas se empiezan a gestar situaciones favorables para la economía de México. La economía de Estados Unidos ha sorprendido a propios y extraños con los niveles de desempleo más bajos desde 1969.  En ese país se está viendo el fin de la gran preocupación sobre la alta inflación. Los precios al consumidor aumentaron un 6.5 % en diciembre, frente a la tasa anual del 9.1 % de junio, la más alta desde 1981. Hay buenas razones para pensar que la inflación seguirá cayendo, dijo el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, a principios de este mes. Y el Fondo Monetario Internacional ha declarado en días recientes que es altamente probable que se pueda evitar una recesión global. Es un momento clave para nuestro país. El contexto macroeconómico en México sigue siendo estable y el crecimiento del PIB se aceleró en el 2022. Mientras tanto, las cuentas externas son firmes, con bajos vencimientos fiscales a corto plazo, y están respaldadas por la inversión extranjera directa y las remesas. La posición fiscal es mejor que en muchas de las economías emergentes, en parte debido a un enfoque más convencional del gasto durante la pandemia. Sin embargo, las últimas estimaciones anticipan una expansión de la economía de México del 1.5 % en 2023. Una reducción importante en relación al año pasado. 

Para poder tomar decisiones efectivas que fomenten de manera positiva el crecimiento, es importante entender cuáles son los factores que han impactado de manera más positiva nuestra economía. Por un lado, como ya lo hemos comentado en esta columna, la tendencia hacia el nearshoring es una fuerza implacable a favor de la economía mexicana. Esta reorientación de las cadenas de suministro globales, vista por algunos como desglobalización, y otros como nearshoring, está ganando impulso. Basta con ver el aumento de casi 30% en la inversión extranjera durante el año pasado. La tendencia puede remontarse al aumento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China bajo la administración Trump, lo que llevó a algunas empresas a considerar la diversificación de sus cadenas de suministro. Como sabemos, China se ha convertido en la fábrica del mundo en los últimos 20 años. No hay duda que la interrupción derivada de los confinamientos por Covid en 2020 amplió estas preocupaciones existentes. Otro factor que ha ayudado a México a ser un destino atractivo de la inversión extranjera, es que tenemos una industria manufacturera existente y bien establecida que está integrada con Estados Unidos y Canadá, con una mano de obra calificada y costos laborales competitivos a nivel mundial.

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Estas circunstancias que han ayudado a nuestra economía no son necesariamente producto de una estrategia concertada. La realidad es que no hemos sido proactivos, ni agresivos en perseguir estas oportunidades. Inclusive, podemos ver con claridad cómo algunas de las reformas del presidente Andrés Manuel López Obrador causan preocupación en los inversionistas. Un ejemplo claro es la reciente aprobación de recortes de fondos para la autoridad electoral, que representa una preocupación, especialmente antes de las elecciones previstas para 2024. Otro punto a tener en cuenta es la perspectiva fiscal, dado el riesgo de que los ingresos no sean suficientes para el nivel de gasto que está presupuestado, como ya hemos comentado en esta columna.

La pregunta obligada es ¿dónde podríamos estar si tuviéramos un esfuerzo concertado a explotar nuestras ventajas competitivas, al mismo tiempo que tomamos medidas decisivas para modernizar una economía que sigue enfocada a las tendencias del pasado? Todas estas circunstancias representan una oportunidad real para el cambio, una oportunidad para abordar las vulnerabilidades de nuestra economía. Si bien México ha logrado avances importantes en términos de estabilidad macroeconómica y política monetaria, hasta ahora no ha podido generar un crecimiento endógeno sólido basado en un mercado interno vibrante y una economía competitiva. Nuestra productividad laboral es la más baja de todos los países de la OCDE; nuestra competitividad se está erosionando; y otras economías emergentes nos están superando en la carrera hacia la economía del conocimiento. México aún tiene grandes desafíos estructurales que requieren reformas fundamentales para poder exponenciar nuestras oportunidades al máximo. En estos tiempos electorales las decisiones importantes deberían de enfocarse a mejorar la economía de nuestro país. Después de todo, como decía el ex Presidente Bill Clinton, refiriéndose a la mejor manera de ganar una elección: “Lo único que importa es la economía”. #OpiniónCoparmex

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Contacto:

Luis Durán, Presidente del Comité de Difusión de la Coparmex

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