Por Gonzalo Alonso. El avance de la Transformación Digital en el mundo cotidiano ha traído cambios insospechados en varias aristas de nuestra vida. Antes las fotografías (entre otras evidencias de nuestra vida) estaban destinadas a vivir en nuestros álbumes físicos y sólo ser mostradas a los familiares y amigos que iban a nuestro hogar y con quienes queríamos compartir esos momentos. Sin embargo, con el auge de las redes sociales, tanto papás millennials que crecieron con este cambio de paradigma en la vida digital, como sus padres Gen X o Baby boomers y los padres de ellos (ahora abuelos y bisabuelos conectados), que han aprendido a usar y seguirlos en redes sociales han empezado a compartir con alegría los primeros pasos de estos niños con sus amigos en redes sociales… y usualmente, con cualquier otra persona que pueda tener acceso a ellas debido a las cambiantes configuraciones de privacidad en estas plataformas. Si quisiéramos indagar si la sobreexposición de nuestros niños en redes sociales es un tema de seguridad, Facebook e Instagram tienen recomendaciones específicas para padres; mientras que en la política de privacidad de Twitter también hay algunas revelaciones que pueden servirte. También puedes leer: Por qué todos se equivocan acerca del PS Vita La privacidad digital: un derecho que no conocíamos Pero lo que yo quiero comentar en esta ocasión, es si por medio de esta sobreexposición no estamos quitándole a los niños un derecho propio de esta Era y en el que nosotros no tuvimos que pensar: el derecho a una vida digital intacta. Si lo reflexionamos, todos los que estamos leyendo esto decidimos cuándo y de qué manera quisimos iniciar nuestra vida digital: con nuestra primera cuenta de correo electrónico y los primeros pasos en incipientes redes sociales. Ahora, al contrario, les estamos negando a los niños esa posibilidad, de llegar a la edad adulta o adolescente con una vida digital en la que ellos decidan qué es lo que quieren tener ahí arriba. Si queremos verlo en términos más simples, pensemos en la fotografía de nosotros mismos que nos avergüenza, todos tenemos una y hemos hecho hasta lo imposible para que no llegue a los ojos de personas ajenas a nuestro núcleo familiar. Y a los niños de ahora les están construyendo, sin su permiso, un acervo digital en el que hay todo tipo de imágenes de ellos, incluidos ese tipo de fotografías. Gonzalo Alonso es CEO de CuentasOK, Co Fundador de ClowderTank y Conferencista Internacional. Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Hambruna en Venezuela: dolarizando la crisis
Por

Algunas personas lo podrían llamar espejismo, lo que nos demuestra que definitivamente no se debe beber agua salada. No...