A escasas semanas de finalizar el 2021 el mundo sigue experimentando una coyuntura muy compleja ante la pandemia del Coronavirus iniciada en marzo de 2020. La economía global continúa enfrentando desafíos muy importantes ante el surgimiento de nuevas olas de contagio del COVID-19 en algunas regiones –destacando los fuertes repuntes en Europa–, así como la aparición de la nueva cepa Ómicron, declarada por la Organización Mundial de la Salud el pasado viernes como una variante de preocupación. Esta situación ha generado algunas alertas sobre el panorama que podríamos vivir el próximo año.

La incertidumbre en torno al desempeño de la pandemia se ha incrementado desde la semana pasada cuando se descubrió una nueva variante del Coronavirus, clasificada como con la letra griega “Ómicron” por parte de la OMS el pasado 26 de noviembre. La preocupación se ha elevado ante la presencia de mutaciones más relevantes que otras cepas lo que podría implicar una transmisión más acelerada, tal como ha sucedido con la variante Delta en los últimos meses.

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A pesar de que prevalecen las dudas sobre los posibles cambios en síntomas o el desarrollo de afectaciones más severas, su aparición ha generado alerta entre distintos gobiernos –quienes han comenzado a llevar a cabo restricciones en el tráfico de personas entre países, principalmente de aquellas provenientes del sur de África–, así como la implementación de otros protocolos de salud.

El mundo ha comenzado a transitar hacia una nueva normalidad gracias a los programas de vacunación. Sin embargo, actualmente existe una gran especulación sobre la eficacia de las vacunas existentes contra esta nueva variante. Estas dudas, que se han combinado con el surgimiento de nuevos casos en Europa y otras regiones (con la variante Delta todavía siendo la dominante), podrían generar ajustes en patrones de consumo, decisiones de inversión, implementación de políticas públicas y un sinnúmero de estrategias de los agentes económicos para lo que resta del año, pero especialmente para el inicio del 2022.

En este contexto, algunas empresas farmacéuticas como Pfizer/BioNTech o Moderna han comenzado a evaluar sus estrategias para modificar sus vacunas en un corto periodo de tiempo, en caso de ser necesario. Al mismo tiempo, muchos de los actores políticos más importantes a nivel internacional han externado su deseo de actuar de forma oportuna a través de políticas públicas que permitan sortear nuevas oleadas con la nueva variante.

Al margen de esta nueva cepa, debemos de reconocer que el Coronavirus es una situación endémica, tal como lo señaló la OMS al inicio de la pandemia. Esto significa que los distintos agentes económicos tendremos que aprender a coexistir con él y adaptar nuestras estrategias y forma de vida. Durante este proceso de adaptación en los próximos meses, probablemente continuaremos enfrentando importantes desafíos sanitarios, al igual que efectos trascendentales sobre la economía, en línea con la ilustración de la OCDE en su documento de perspectivas económicas dado a conocer este 1º de diciembre. 

Es probable que sigamos experimentado una recuperación diferenciada entre países, con afectaciones todavía en la gran cadena de suministro global (e.g. disrupciones en el suministro de bienes intermedios y finales, choques en logística, distribución y almacenamiento, entre otros), así como en las presiones inflacionarias que se viven en un sinnúmero de países derivadas de múltiples factores. En el 2022 todavía observaremos un desempeño heterogéneo entre los distintos sectores que componen a la economía. Y en términos generales, esta coyuntura compleja traerá consigo también un reto importante para las políticas monetaria y fiscal a nivel global. 

Sin embargo, un aspecto más promisorio es que a lo largo de estos casi 22 meses de pandemia hemos aprendido a adaptarnos, a ser más empáticos y a adoptar nuevas tecnologías que nos permitan continuar con nuestras actividades. Los programas de vacunación, los protocolos de salud y la implementación de políticas públicas que tratan de contrarrestar los efectos negativos de la pandemia han sido algunos factores que han permitido la transición hacia un nuevo equilibrio post-pandémico y recuperarnos de la peor recesión global de los últimos 100 años, experimentada en el 2020.

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*Alejandro Padilla es Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales.

Twitter: @alexpadillasan

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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